La otra cara de la era tecnol¨®gica: la imparable exportaci¨®n de basura electr¨®nica
Los pa¨ªses ricos siguen enviando sus desechos electr¨®nicos al extranjero, contribuyendo al cambio clim¨¢tico y acrecentando la brecha de desigualdades entre el norte y el sur global
Tel¨¦fonos y televisores inteligentes, c¨¢maras de fotos, ordenadores y una larga lista componen el conjunto de artefactos tecnol¨®gicos que todos hemos comprado, usado y desechado alguna vez por el deseo de obtener un modelo superior o cuando llega su fecha de caducidad. La obsolescencia programada tiene que ver con la vida ¨²til de los productos, de manera que estos se dise?an para que, en un espacio corto de tiempo, dejen de funcionar. Es un fen¨®meno con consecuencias devastadoras para el planeta en el que vivimos.
Hablando en cifras, la Asociaci¨®n Mundial de Estad¨ªsticas de Residuos Electr¨®nicos advierte que, solo en 2019, se produjeron 53,6 millones de toneladas de residuos electr¨®nicos y tan solo un 17,4% de ellos fueron recogidos y reciclados de forma apropiada. Pero, ?alguna vez nos hemos parado a pensar d¨®nde va el porcentaje restante de productos que no se reciclan? La respuesta se encuentra en los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo. Los cementerios de desechos electr¨®nicos contin¨²an proliferando en dichos pa¨ªses albergando todos los restos, tanto de las antiguas como de las nuevas tecnolog¨ªas, provocando una situaci¨®n cada vez m¨¢s contaminante.
La imagen representativa que se obtiene de un vertedero de basura electr¨®nica es la de una espesa humareda negra que prolifera de las hogueras prendidas para quemar residuos electr¨®nicos provenientes, principalmente, de Europa y Estados Unidos. Debajo de ese manto de humo se encuentran los principales damnificados, los trabajadores del vertedero que, en su mayor¨ªa, son adolescentes e incluso ni?os que intentan sobrevivir. Su principal objetivo es seccionar las piezas de los dispositivos y obtener metales como el cobre.
Las disyuntivas en torno a la existencia de este vertedero de residuos electr¨®nicos son diversas. Por un lado, la falta de otros trabajos que proporcionen ingresos estables a los trabajadores y la inexistencia de infraestructuras para el tratamiento de dichos residuos electr¨®nicos, de forma que minimicen el impacto medioambiental y los efectos nocivos para la salud.
La manipulaci¨®n inadecuada de desechos electr¨®nicos implica tambi¨¦n una p¨¦rdida considerable de materias primas que, por otra parte, escasean y son de gran valor
James Fugar, portavoz de Medioambiente del Puerto de Tema en Ghana, cuenta que muchos de los aparatos electr¨®nicos provenientes de Europa son clasificados como de segunda mano, sin embargo, la mayor¨ªa de ellos no funcionan, le faltan piezas. Su destino es el vertedero. Propone que se controlen los productos catalogados de segunda mano en los puertos de donde proceden. Es necesario el compromiso de todos los pa¨ªses exportadores de residuos electr¨®nicos para crear infraestructuras en los lugares de destino que garanticen el tratamiento correcto y seguro de esos productos. La manipulaci¨®n inadecuada de esos desechos electr¨®nicos implica tambi¨¦n una p¨¦rdida considerable de materias primas que, por otra parte, escasean y son de gran valor.
En lo que respecta al marco legal regulador, en 1989 se aprob¨® el Convenio de Basilea, un acuerdo global del medio ambiente en materia de desechos peligrosos negociado con m¨¢s de 170 Estados. Este convenio tiene como finalidad regular los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos y obliga a los pa¨ªses a que estos residuos sean tratados de manera responsable con el objetivo de proteger el medio ambiente y la salud. Sin embargo, este acuerdo no se materializa en la pr¨¢ctica y los desechos electr¨®nicos siguen llegando a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo sin control y sin contar con infraestructuras que garanticen el tratamiento responsable de estos residuos.
Se hace, por tanto, necesaria la implementaci¨®n de una normativa legal que s¨ª regule este tipo de acciones y que se aplique la econom¨ªa circular, con el objetivo de reutilizar y no extraer nuevos recursos. Fomentar el lema de ¡°los recursos no se extraen, se reutilizan¡±. La Comisi¨®n Europea anunci¨® en 2020 el nuevo Plan de Acci¨®n para la implantaci¨®n de dicha econom¨ªa circular, el cual fija entre sus prioridades la disminuci¨®n de los residuos electr¨®nicos y plantea objetivos espec¨ªficos como el derecho a la reparaci¨®n y la instauraci¨®n de un sistema de recompensa para promover el aprovechamiento de dichos recursos. Este plan se complementa con el Pacto Verde, elemento clave propuesto en 2022 por la Comisi¨®n Europea que persigue conseguir una econom¨ªa global con bajas emisiones.
Debemos aplicar el lema de ¡°los recursos no se extraen, se reutilizan¡±
En lo que respecta a Espa?a, el Real Decreto 27/ 2021, por el que se modifican el Real Decreto 106/2008 y el Real Decreto 110/2015, establece mejorar la gesti¨®n de residuos de pilas y acumuladores, as¨ª como aparatos el¨¦ctricos y electr¨®nicos. Entre los cambios que se introdujeron se encuentra la clasificaci¨®n como residuo peligroso de materiales que contengan componentes como el litio o el establecimiento de objetivos de recogida estatal de la basura tecnol¨®gica, para as¨ª poder fijar metas espec¨ªficas para determinados dispositivos y establecer un seguimiento de los residuos generados por cada uno de ellos. No obstante, a pesar de la actualizaci¨®n de la normativa espa?ola y su alineaci¨®n con el Pacto Verde Europeo, seg¨²n el informe de The Global E-Waste Monitor de 2020, Espa?a sigue produciendo cada a?o 19 kilos de basura electr¨®nica per capita, fijando un total de 888 kilotoneladas y enviando una gran parte de dichos residuos a pa¨ªses africanos.
Por otro lado, el compromiso y la responsabilidad empresarial son determinantes para apostar por la fabricaci¨®n de productos m¨¢s sostenibles, es decir, aplicando la econom¨ªa circular desde la primera fase de creaci¨®n hasta la finalizaci¨®n del producto. El ecodise?o representa una nueva era m¨¢s justa con el ecosistema.
Por nuestra parte, como consumidores, tenemos la obligaci¨®n de cambiar la tendencia, es decir, no sustituir los aparatos electr¨®nicos con tanta celeridad, intentar su reparaci¨®n cuando estos se estropeen y, en ¨²ltima instancia, depositarlos en los puntos limpios habilitados para este fin.
Los pa¨ªses de renta alta tienen en sus manos la responsabilidad de tomar medidas para impedir esta lacra. Tenemos que abordar el cambio clim¨¢tico con cooperaci¨®n global. No debemos estar ajenos a esta controversia que afecta cada d¨ªa a un gran n¨²mero de personas y al ecosistema en general. Debemos ser responsables ante nuestros actos, porque lo relacionado con la salud y el medioambiente no entiende de fronteras.
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