La suerte de hablar espa?ol
Si crey¨® que esta es una oda a la lengua espa?ola, se equivoc¨®. Hablar la lengua de Cervantes puede marcar la diferencia entre el acceso a la justicia y la condena al olvido de otras lenguas nativas
No soy espa?ola, pero hablo espa?ol. As¨ª es, he tenido la suerte de aprender la lengua que hablan cerca de 500 millones de personas en el mundo, un 6,3% de la poblaci¨®n mundial. Y a pesar de que viv¨ª en un pa¨ªs en el que, seg¨²n las cifras oficiales, se hablan 48 idiomas distintos, entre tanta diversidad que hay en Per¨², a m¨ª me toc¨® hablar solo espa?ol.
Digo que tuve la suerte de aprender espa?ol, pues gracias a ello evit¨¦ la discriminaci¨®n que sufren, hasta hoy, las personas que hablan otras bellas lenguas que se resisten al olvido y sobreviven en el pa¨ªs de Mario Vargas Llosa. Hablar espa?ol es una herencia colonial que, sobre todo en la capital, Lima, mantiene vivo el menosprecio hacia lo ind¨ªgena, lo no europeo. Un mal que perdura gracias a sus propias instituciones y representantes pol¨ªticos, entre otras razones.
Los problemas de las poblaciones ind¨ªgenas, de los peruanos que no viven en Lima, de aquellos que no hablan bien espa?ol, se quedan alejadas sin ser prioritarias
Por ejemplo, c¨®mo olvidar el enfrentamiento de la excongresista fujimorista Martha Hildebrandt, conocida ling¨¹ista peruana, con la exparlamentaria Mar¨ªa Sumire, sobre la aprobaci¨®n de una ley para proteger los idiomas nativos en 2017. Hildebrandt, quien ha escrito diversos libros sobre el espa?ol en Per¨², no solo dijo que el proyecto de ley ¡°no sirve para nada¡±, tambi¨¦n despreci¨® ¡°la capacidad intelectual¡± de las congresistas que defend¨ªan e impulsaban la norma. Esto ¨²ltimo, debido a que Sumire y la congresista Hilaria Supa son quechuahablantes. A pesar de la oposici¨®n, el proyecto dar¨ªa origen, cuatro a?os despu¨¦s, a la Ley de Preservaci¨®n y uso de las lenguas originarias.
Es una suerte hablar (bien) el espa?ol en un pa¨ªs que tuvo presidentes que abiertamente menospreciaron a poblaciones campesinas e ind¨ªgenas. Como Alan Garc¨ªa (2006-2011), que en 2016 intent¨® negar sin ¨¦xito haber dicho que los aut¨®ctonos ¡°no son ciudadanos de primera clase¡±, durante las protestas de los pueblos ind¨ªgenas wampis y awaj¨²n contra las modificaciones de ley en favor de inversiones extractivas en territorios protegidos. El conflicto llev¨® al llamado Baguazo y termin¨® con la vida de 33 personas, nativos y polic¨ªas, en 2009.
?Qu¨¦ mala suerte que esa discriminaci¨®n sigue estando al orden del d¨ªa! Los problemas de las poblaciones ind¨ªgenas, de los peruanos que no viven en Lima, de aquellos que no hablan bien espa?ol, se quedan alejadas sin ser prioritarias. En la capital, no se les escucha ni se les quiere escuchar, aunque esta se construy¨® gracias a la migraci¨®n de los Andes a la ciudad. Esa es la paradoja que vive el pa¨ªs de todas las etnias: vivir en la diversidad, pero no escucharse ni reconocerse en ella.
Nadie puede negar el salvajismo con el que la Polic¨ªa Nacional y el Ej¨¦rcito peruanos han tratado a los manifestantes de las provincias donde las lenguas originarias sobreviven
En Lima se habla (solo) espa?ol
Tuve la suerte de hablar espa?ol y se la debo a esa discriminaci¨®n. Mis abuelos no son m¨¢s quechuahablantes, porque tuvieron que dejar sus vidas en el campo para adaptarse a la vida en la capital. ?Y en Lima se habla (solo) espa?ol! Este desuso forzado viene acompa?ado de la discriminaci¨®n hacia la provincia, que provoca que algunas personas dejen de lado sus ra¨ªces para ocultarlas. No es para menos: seg¨²n una encuesta realizada por el Ministerio de Cultura en 2018, uno de los motivos m¨¢s comunes de marginaci¨®n tiene que ver con el habla.
As¨ª, la mala suerte de no hablar espa?ol te puede hacer acreedor del calificativo de terrorista e incluso costarte la vida. Tan solo basta escuchar las declaraciones que hizo el ex primer ministro Pedro Angulo sobre la actual crisis peruana, para entender que la ¨¦lite pol¨ªtica desconoce al propio pueblo y lo rechaza: ¡°Los manifestantes traen gente de altura que no habla espa?ol, entonces cuando el polic¨ªa les dice algo no entienden y siguen avanzando porque est¨¢n azuzados, entonces se producen las desgracias¡±. ?Acaso se justifica la violencia de Estado hacia los civiles porque no hablan espa?ol? ?De verdad las autoridades no sab¨ªan que en Apur¨ªmac, Cuzco y Cajamarca se hablan otras lenguas? ?Si no hablo espa?ol no tengo derecho a protestar en el Per¨²?
Esta oposici¨®n entre la capital y las provincias, as¨ª como la supremac¨ªa del espa?ol como lengua de acceso a ciertos derechos, tiene su m¨¢s reciente ejemplo en las protestas tras la ca¨ªda del expresidente Pedro Castillo. Lima, que no eligi¨® al profesor sindicalista, no comprende el por qu¨¦ de este descontento, pero la raz¨®n puede estar en lo que representa Castillo: es un campesino que viaj¨® a la capital con la promesa de solucionar los problemas que aquejan al Per¨² olvidado por la clase acomodada lime?a.
Es la paradoja que vive el pa¨ªs de todas las etnias: vivir en la diversidad, pero no escucharse ni reconocerse en ella
Ya se cuentan 28 muertos en las manifestaciones. Al ver las historias de los j¨®venes que perdieron la vida en ellas, se identifica un com¨²n denominador: adem¨¢s de la corta edad, ninguno es lime?o. Los j¨®venes son de Apur¨ªmac, Ayacucho, Jun¨ªn, Arequipa, todas regiones andinas, donde se habla en su mayor¨ªa quechua (y otras lenguas).
Nadie puede negar el salvajismo con el que la Polic¨ªa Nacional y el Ej¨¦rcito peruanos han tratado a los manifestantes de las provincias donde las lenguas originarias sobreviven. La violencia del estado parece ser m¨¢s cruda cuando quienes protestan no son de Lima. Hoy vemos multiplicarse la tragedia de Inti y Bryan del 2020, sin que la capital reclame con fuerza justicia para las vidas perdidas. ?Acaso la vida de un joven quechuahablante vale menos que la de un joven lime?o hispanohablante?
Aunque las festividades calmaron un poco la agitaci¨®n, los manifestantes no han dado tregua. Quieren que la presidenta Dina Bolouarte renuncie, se cierre el Congreso y se cree una nueva Constituci¨®n. Algunos tambi¨¦n piden la liberaci¨®n de Castillo (aunque esto sea dif¨ªcil debido a los delitos que se le imputan). Mientras tanto, cientos de personas seguir¨¢n siendo tratadas con irregularidad por el simple hecho de reclamar justicia en Lima, la ciudad de esa ¨¦lite que piensa que por hablar bien espa?ol se acerca m¨¢s a Europa y se aleja m¨¢s de la puna (meseta de alta monta?a, propia del ¨¢rea central de la cordillera de los Andes). ?Se escuchar¨¢ a los protestantes, aquellos que inclinaron la balanza en favor de Castillo en 2021, los del voto del sur que lo dio como ganador? No lo sabemos, pero ojal¨¢ Lima escuche por primera vez y respete la voz de quienes no tuvieron la suerte de hablar solo espa?ol, como yo.
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