La paz social de Espa?a no durar¨¢ sin esfuerzos por integrar a los migrantes
En aras de conservar una armon¨ªa quebradiza, ?es leg¨ªtimo continuar empujando a los extranjeros a posiciones laborales, residenciales, y educativas, m¨¢s secundarias y vulnerables?
En el ¨¢mbito internacional, Espa?a destaca por la ausencia de graves conflictos sociales en torno a la integraci¨®n de las personas inmigrantes. Excepci¨®n son los episodios violentos ocurridos en El Ejido (2000) y Elche (2004), at¨ªpicos, por desarrollarse en un contexto rural y por la violencia que se ejerci¨® involucrando a varias decenas de personas.
Las ciudades espa?olas concentran tasas altas de poblaci¨®n inmigrante (r¨¦cord hist¨®rico de 6.227.092 personas extranjeras a 1 de abril de 2023), que habitan en un clima de aparente paz social. Esta situaci¨®n no se ha visto afectada ni siquiera tras las dos crisis socioecon¨®micas (en 2008 y la reciente vinculada a la pandemia de covid-19).
Pero, a diferencia de otros contextos, ?por qu¨¦ no surgen conflictos sociales en Espa?a, a pesar del n¨²mero tan elevado de personas extranjeras y de la situaci¨®n social tan vulnerable en la que se encuentran?
Una poblaci¨®n inmigrante ¡°subintegrada¡±
Para analizar la situaci¨®n de integraci¨®n de la poblaci¨®n extranjera, hemos adoptado la Teor¨ªa de los Marcos de Ruptura (TMR) y hemos seguido los trabajos de Nancy Fraser sobre las Escalas de Justicia. Como resultado, encontramos que la poblaci¨®n inmigrante en Espa?a refleja una integraci¨®n parcial en los tres principales aspectos: socioecon¨®mico (acceso a los derechos frente a desigualdad), pol¨ªtico-institucional (ejercicio de la ciudadan¨ªa frente a deslegitimaci¨®n), y etnocultural (reconocimiento identidad frente a discriminaci¨®n). A esto lo hemos definido como ¡°subintegraci¨®n¡±.
Los datos de pobreza severa (21%), endeudamiento (11,7%), y desempleo de larga duraci¨®n (16,7%) afectan con mayor intensidad a los hogares con poblaci¨®n inmigrante
En el primer ¨¢mbito (socioecon¨®mico), un an¨¢lisis de los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) entre 2008 y 2021 muestra que la poblaci¨®n extranjera residente en Espa?a se encuentra en una situaci¨®n de mayor vulnerabilidad econ¨®mica. Entre 2020 y 2021, mientras la poblaci¨®n espa?ola apenas vio modificado su nivel de renta, se produjo un descenso significativo en la renta media de la poblaci¨®n extranjera (no comunitaria) superior a los 1.000 euros. De la misma forma, la tasa de pobreza relativa alcanz¨® en 2021 un 59% en la poblaci¨®n extranjera no comunitaria.
Un an¨¢lisis de la Fundaci¨®n Foessa (2021) presenta una realidad similar. Los datos de pobreza severa (21%), endeudamiento (11,7%), y desempleo de larga duraci¨®n (16,7%) afectan con mayor intensidad a los hogares con poblaci¨®n inmigrante.
En cuanto al ¨¢mbito pol¨ªtico-institucional, desde la pandemia, el Ministerio de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones ha mantenido una acelerada actividad normativa. Se han sucedido numerosas instrucciones, ¨®rdenes, leyes y reformas legislativas que, fundamentalmente, han supuesto una mejora en las condiciones laborales y de contrataci¨®n de las personas inmigrantes. Sin embargo, las reformas han continuado reorientando a la poblaci¨®n extranjera hacia un mercado laboral estratificado y segregado, oblig¨¢ndoles a insertarse en los sectores de actividad que la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) ha denominado como sucios, peligrosos y degradantes (en ingl¨¦s se denomina con las tres D: ¡°dirty, dangerous and difficult¡±).
En Espa?a, estos sectores son la hosteler¨ªa, agricultura, ganader¨ªa, pesca, construcci¨®n, empleo dom¨¦stico y los cuidados, donde existe gran precariedad y temporalidad y hay gran cantidad de mano de obra migrante. En este sentido, las reformas legislativas no han logrado incrementar los bajos niveles de integraci¨®n social de las personas migrantes, porque han continuado centr¨¢ndose en suministrar mano de obra barata a estos sectores laborales que la demandaban.
Por ¨²ltimo, en el ¨¢mbito sociocultural, Espa?a se encuentra entre la tolerancia y el distanciamiento. Durante la ¨²ltima d¨¦cada, los bar¨®metros de opini¨®n del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) y del Observatorio Espa?ol del Racismo y la Xenofobia presentan a la poblaci¨®n espa?ola con actitudes tolerantes y comprensivas hacia los migrantes. Investigaciones y estudios recientes en los barrios m¨¢s vulnerables de las ¨¢reas metropolitanas se?alan que las relaciones intergrupales entre ambos permanecen tranquilas, aunque distantes. Una gran mayor¨ªa de espa?oles comparte actitudes abiertas y comprensivas hacia las personas extranjeras, gracias, a la apreciaci¨®n de que ¡°hacen los trabajos que los espa?oles no quieren hacer¡±. Esta segregaci¨®n laboral, que en ocasiones deriva en una discriminaci¨®n salarial y residencial, permite que el racismo expl¨ªcito permanezca contenido.
El capital social, clave para sobrellevar la situaci¨®n socioecon¨®mica y legislativa
Las relaciones sociales son portadoras de capital social (ayuda material, influencia y acceso a otras relaciones) y de bienes relacionales (afecto, seguridad, marcos de referencia y significado vital). Este capital social ha ayudado a sobrellevar la situaci¨®n de vulnerabilidad de las personas migrantes en Espa?a y as¨ª lo corrobora un an¨¢lisis de los indicadores referidos a la calidad de las relaciones entre la poblaci¨®n extranjera durante el periodo de crisis. Los resultados fueron positivos y apenas exist¨ªa diferencia en comparaci¨®n con la poblaci¨®n espa?ola.
As¨ª, el capital social ha jugado un papel determinante en la prevenci¨®n de los conflictos sociales en nuestras ciudades. Estas redes han tenido la capacidad de aliviar las desventajas socioecon¨®micas experimentadas durante las crisis, permitiendo estrategias de sobrevivencia, apoyo y canalizaci¨®n del malestar social. No obstante, esta protecci¨®n limitada no ha facilitado que se pudieran producir cambios en el tipo de empleos, ni en el estatus social, ni en la renta, ni en los salarios de individuos o familias.
El dilema ¨¦tico
Estos resultados se traducen en una paz social fr¨¢gil, deriv¨¢ndose en una subintegraci¨®n de la poblaci¨®n inmigrante por el rol preventivo que juega el capital social. Es decir, sea cual sea la situaci¨®n, las personas migrantes no tienen las herramientas suficientes para integrarse y el capital social ha ayudado solo a sobrellevar su vulnerabilidad, aunque no podemos esperar que sea por mucho tiempo.
Esta inc¨®moda realidad plantea el dilema ¨¦tico: ?revertir o no el statu quo injusto para alcanzar una plena integraci¨®n de las personas extranjeras? En aras de esta armon¨ªa quebradiza, ?puede la poblaci¨®n de origen inmigrante continuar ocupando las peores posiciones sociales y econ¨®micas respecto a la poblaci¨®n nativa? ?Es leg¨ªtimo continuar empuj¨¢ndoles hacia posiciones laborales, residenciales, y educativas, m¨¢s secundarias y vulnerables?
Optar por la falta de acci¨®n supone una paz social fr¨¢gil e injusta, que conducir¨¢ en el futuro a un escenario de graves y complejos conflictos sociales, cuyo abordaje tendr¨¢ que ser represivo y policial. Esto no ocurre con una acci¨®n pol¨ªtica o una intervenci¨®n social dirigida a promover los derechos y la igualdad de oportunidades. Aunque desencadenar¨ªa en el corto plazo un conflicto social, esta ser¨ªa f¨¢cil de abordar por los responsables pol¨ªticos y, a la larga, nos llevar¨ªa a la convivencia.
Enfrentados a este dilema ¨¦tico, y tomando en cuenta la tendencia de crecimiento constante de la poblaci¨®n extranjera en Espa?a, defendemos la necesidad de revertir la injusticia que conlleva la subintegraci¨®n para prevenir futuros estallidos sociales, y garantizar la convivencia en el largo plazo.
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