¡®Ukucula¡¯ y ¡®ukuchita¡¯, el baile curativo que nos conecta con nuestros ancestros
El bailar¨ªn Albert Khoza encarna al ¡®sangoma¡¯, al curandero y m¨ªstico sudafricano. En el espect¨¢culo que presenta este 12 de marzo en Madrid, el core¨®grafo celebra la danza y la m¨²sica como sanadoras del cuerpo y del esp¨ªritu y reflexiona sobre la colonizaci¨®n, la sexualidad y la libertad. No deja indiferente
¡°Danza es solo danza. No hay que ponerle ning¨²n adjetivo. La m¨²sica es m¨²sica. Europa y el mundo occidental siempre categorizan lo que existe¡±, advierte el core¨®grafo sudafricano Albert Ibokwe Khoza, para desligar su arte del mote de ¡°ind¨ªgena¡± o ¡°nativo¡±. En di¨¢logo por videollamada, el bailar¨ªn aclara que, si acaso ¡°nuestra danza no fuese solamente danza¡± porque ¡°nos conecta con nuestros ancestros¡±, no cabr¨ªa definirla como ¡°hermosa¡±, sino ¡°algo m¨¢s que hermosa¡±. (sic).
Khoza presenta su espect¨¢culo Influences of a closet chant, este 12 de marzo, en el Centro Cultural Antonio Machado, del distrito de San Blas-Canillejas, en Madrid, en el marco de un ciclo organizado por la plataforma 21 Distritos (con entrada gratuita). Se trata de un show nacido hace diez a?os, a trav¨¦s del cual Khoza examina su propia identidad, la idea de la sexualidad y ¡°lo que significa ser un hombre¡±.
En ese examen, el artista tambi¨¦n cuestiona su educaci¨®n: ¡°La que recibimos es muy euroc¨¦ntrica; todas las t¨¦cnicas que utilizamos para aprender danza y ponerla en escena lo son¡±. De ah¨ª que, para ¡°reconectar con el suelo, con la naturaleza y con los dioses¡±, en zul¨², tengan una sola palabra, que es ukucula. Todo eso que fue da?ado a lo largo de d¨¦cadas ¡°para mantener unas jerarqu¨ªas¡± se exorciza bailando ukuchita. ¡°La combinaci¨®n de ambas pr¨¢cticas es una manera de conectar con los esp¨ªritus antiguos, que nos permiten usar nuestros cuerpos¡±, sostiene.
Para su quehacer art¨ªstico, Albert Khoza asegura inspirarse en la figura del (o la) sangoma, una suerte de sanadora m¨ªstica ligada a las culturas originarias de ?frica del Sur: ¡°Tienes que ser llamado por tus ancestros. Esto no es algo que controles, ni difiere de la manera en que te vuelves un artista, porque mi misi¨®n y mi prop¨®sito es sanar, curar como una sangoma¡±. En su opini¨®n, ambas iniciaciones (la danza y la curaci¨®n) se asemejan, porque hay que seguir una serie de rituales, y usar el cuerpo ¡°para transmitir mensajes¡±.
Tienes que ser llamado por tus ancestros. Esto no es algo que controles, ni difiere de la manera en que te vuelves un artista, porque mi misi¨®n es sanar, curar como una ¡®sangoma¡¯
Todo en Khoza es una invitaci¨®n a desafiar lo establecido, esencialmente las nociones comunes en Occidente: ¡°No me defino como una persona transg¨¦nero y, aunque soy un hombre gay, para m¨ª todas esas son fronteras para ponerte en una jaula y yo no quiero vivir as¨ª¡±. ?l se autodefine como una persona ¡°que ha nacido de un hombre y una mujer, que son mi padre y mi madre, y abrazo esa realidad; ambos son mis creadores, por lo que tengo una parte femenina y otra masculina¡±.
A decir verdad, las categor¨ªas de g¨¦nero, tal como las conocemos en Europa, no existieron de similar manera en todas las culturas, algo que refrenda el core¨®grafo: ¡°Las pr¨¢cticas de la gente siempre fueron fluidas (hab¨ªa homosexualidad, lesbianismo y pr¨¢cticas transg¨¦nero), pero el problema vino con los etiquetados. Con el ingl¨¦s llegaron palabras que se emplearon para ciertos comportamientos y para decirles a las personas qui¨¦nes son¡±. De hecho, los colonizadores tambi¨¦n, asegura, ¡°conquistaron el poder para poner a los seres humanos en compartimentos con un nombre, porque parte de su acci¨®n consisti¨® en colonizar los cuerpos y las sexualidades. Hoy tenemos que hacer elecciones porque nos han metido en esos interrogantes¡±.
As¨ª, la diferenciaci¨®n de los seres humanos y los pronombres que se utilizan var¨ªan de una lengua a otra. Lo menciona Khoza: ¡°Por ejemplo, en zul¨², que es mi lengua, no hay ella ni ¨¦l; existe wena, que es t¨², y U, que se usa para usted, y que a veces es ella o ¨¦l¡±. Y se?ala, a continuaci¨®n, que est¨¢ muy ¡°apegado¡± a las tradiciones del lugar del que viene y que eso le ¡°funciona¡±.
En el proceso de colonizaci¨®n, los sudafricanos no solo perdieron conceptos de las lenguas aut¨®ctonas, sino tambi¨¦n parte de su identidad, continua. ¡°Estamos tratando de entender nuestro pasado. No queremos se?alar a nadie, esto ya no va acerca de los hombres blancos, aquel tiempo fue otro tiempo. No todas las personas con piel clara son nuestros enemigos. Sabemos exactamente qui¨¦nes lo son y sabemos qui¨¦nes fueron los enemigos de nuestros antepasados. Somos conscientes de que la gente blanca tambi¨¦n ha colonizado a otra gente blanca. Sin embargo, esto s¨ª va acerca de c¨®mo es posible que se siga manteniendo al Sur en ciertas condiciones, y c¨®mo se sigue sacando provecho de ello¡±, proclama.
Sobre la negritud vivida desde dentro del continente, el artista asevera que han sido discriminados por su condici¨®n de nativos, pero tambi¨¦n ¡°por nuestros cuerpos y nuestra piel¡± y todo lo negativo ha sido bautizado como ¡°oscuro¡±. Adem¨¢s, con su historia, y sus historias, interrumpidas, perdieron hasta sus referencias familiares: ¡°Las personas blancas pueden rastrear sus or¨ªgenes, saber qui¨¦nes eran sus abuelos y bisabuelos, de d¨®nde vienen, cu¨¢l era su linaje. Como africanos podemos trazar una l¨ªnea sobre nuestros or¨ªgenes solamente hasta la construcci¨®n del Big Ben, en Londres. Eso es lo m¨¢s lejos que llegamos en nuestra historia. Nuestros antepasados fueron asesinados o trasladados y robados, y tuvieron que cambiar sus lenguas¡±.
Por eso, para Khoza, la libertad ¡°es un lugar para descansar¡±, aunque todav¨ªa nos quede por averiguar si la libertad ¡°se puede tocar o ver, y si se puede sentir, qu¨¦ tipo de sentimiento es¡±. Por lo dem¨¢s, esa ¨¢rea de descanso en la Tierra no deber¨ªa quedar muy lejos de Sud¨¢frica: ¡°No quiero mudarme a ning¨²n lugar en el mundo, de manera permanente, porque hay demasiado para hacer a¨²n en nuestro pa¨ªs. Adquirimos nuestra independencia en 1994, pero hay que remontar aquella disrupci¨®n en la que los sistemas familiares se rompieron tanto como la econom¨ªa. Estamos todav¨ªa en un proceso de curaci¨®n, recolectando lo que ¨¦ramos antes de que viniera el hombre blanco. Tenemos que encontrar ese lugar donde podamos ser mejores personas¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.