Cuatro nuevos h¨¢bitos responsables tras la mudanza para empezar una nueva vida
Un cambio de vivienda y el traslado de los efectos personales es la ocasi¨®n ideal para repensar nuestras rutinas de consumo
Toda ocasi¨®n es excusa propicia para mejorar nuestro consumo. Una mudanza, con todo lo que tiene de penoso, es a la vez la ocasi¨®n ideal para rehacer nuestra vida en el sentido de abandonar malos h¨¢bitos y, en su lugar, adquirir otros m¨¢s saludables y beneficiosos para las personas y para el planeta. Parece tonto, pero el mero hecho de mudar de escenario puede ayudarnos a darle el empuj¨®n definitivo a ese cambio que queremos adquirir desde hace tiempo, pero que no sabemos c¨®mo incorporar. Estoy en v¨ªsperas de una mudanza, lo que me permite reflexionar aqu¨ª por escrito sobre lo que quiero implementar en mi nueva vida.
1) Adi¨®s al (armario del) desorden. En mi casa, y me imagino que en muchas otras, hay un armario o estanter¨ªa o caj¨®n donde no guardamos las cosas, sino que m¨¢s bien las escondemos a la vista de los otros, de la verg¨¹enza que nos provoca. Ah¨ª abandonamos lo que querr¨ªamos ordenar (la buena intenci¨®n que no falte) pero que en ese momento preciso en el que sostenemos el objeto en cuesti¨®n en las manos no sabemos muy bien d¨®nde depositar y entonces, zas, abrimos la puerta y lo dejamos ah¨ª dentro. Lejos de la vista, lejos del coraz¨®n. Cu¨¢ntas cosas obsoletas (en el sentido de que ya no necesitamos) se acumulan en estanter¨ªas, alacenas y cajones. Todo ese sinsentido puede ser donado, regalado, vendido, reciclado. Que la mudanza aporte una nueva vida para la familia y tambi¨¦n para sus pertenencias.
2) Bienvenidas sean las plantas (recicladas). Me he le¨ªdo un libro retador, D¨¦fi anti-gaspi (Reto anti-desperdicio, en espa?ol). En ¨¦l la autora, Laetitia Birbes, propone diferentes desaf¨ªos de menor o mayor envergadura con el objetivo de acercarse al m¨ªtico residuo cero. Birbes apuesta por el minimalismo, que ella define como la opci¨®n de poseer pocas cosas, y de no disponer casi de decoraci¨®n. Por no comprar, no compra ni siquiera plantas, por no considerarlas ¡°un bien de consumo cl¨¢sico, que se compra y luego se tira¡±. De hecho, ella ¡°crea¡± sus propias plantas en bocales, potes de yogur y cajas de huevos, ya que all¨ª coloca en buena tierra sus residuos como semillas de calabaza, de mango, de cerezas, de d¨¢tiles¡ Que a la larga no dar¨¢n fruto, pero s¨ª har¨¢n surgir brotes. Por mi parte, voy a pedir a mis amigos que vengan cada uno el d¨ªa de la inauguraci¨®n del piso con un solo regalo: una plantita o un injerto de su jard¨ªn o balc¨®n.
La mudanza puede aportar una nueva vida para la familia y tambi¨¦n para sus pertenencias
3) La vajilla dispareja, lo m¨¢s in. Me entran tentaciones de aprovechar el cambio de piso para comprar platos y copas, piezas que han ido desapareciendo estos ¨²ltimos a?os, pero resistir¨¦ la tentaci¨®n. Mis tres hijos se ocupan de lavar los platos despu¨¦s de la cena y de vez en cuando perdemos piezas de la vajilla y vasos porque antes de llegar al fregadero aterrizan en el suelo de la cocina. Cuando voy a comprar mostaza, escojo siempre la que se vende en pote de vidrio (lo mismo hago con la Nocilla). Ya no para evitar el pl¨¢stico y, por lo tanto, el peor de los residuos, sino para ir reponiendo de esta manera la vajilla de casa. Cuando nos juntamos muchos a comer no tiene todo el mundo el mismo modelo de vaso, pero cada uno bebe a su antojo. De eso se trata, ?no? Si compruebo que aun as¨ª me falta algo de loza, ir¨¦ a una tienda de segunda mano para acabar de componer un juego completo.
4) Prohibido comprar objetos de usar y tirar. Hace a?os ya consegu¨ª ¡°deshacerme¡± del mal h¨¢bito de consumir rollos y m¨¢s rollos de papel de cocina. Siempre tengo en casa uno por si las moscas, y me dura una eternidad. Antes lo utilizaba casi todo el tiempo y para much¨ªsimos usos. A¨²n quedan en mi lista de la compra algunos objetos, de los que no abuso, pero que son igualmente prescindibles. Pienso, por ejemplo, en las bolsitas de congelaci¨®n. Son tan ¨²tiles, me digo. Y me fascina el z¨ªper, la cremallera que cierra casi herm¨¦ticamente el saquito. Las he empleado, por ejemplo, para ordenar la ropa de mis hijos en la maleta cuando se van de campamento. Las aprovecho incluso para guardar juegos de cartas que han perdido la caja de origen, y, claro est¨¢, para transportar y congelar comida. Las lavo y las reutilizo infinidad de veces, pero un buen d¨ªa acaban indefectiblemente en el cubo de la basura. Me he propuesto encontrar sustituto responsable para cada uno de estas necesidades y as¨ª eliminar de mi consumo este producto simp¨¢tico pero superfluo y altamente contaminante.
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