Rep¨²blica Centroafricana: que nadie le robe la esperanza a los ni?os
En su primer a?o en el cargo, el representante de Unicef en el pa¨ªs africano repasa las necesidades all¨ª de la infancia y cuenta c¨®mo la escuela es un poderoso instrumento para ayudarles a mitigar los efectos del conflicto en su d¨ªa a d¨ªa
Hace no mucho, en septiembre, cumpl¨ª mi primer aniversario en Rep¨²blica Centroafricana como representante de Unicef. Recuerdo las primeras sensaciones que tuve el d¨ªa que llegu¨¦ al aeropuerto de Mpoko: el calor h¨²medo, que pronto se convertir¨ªa en lluvia torrencial como anticipo de un pueblo c¨¢lido y expansivo, me dio una linda bienvenida. Sin duda, ya en cuanto al clima fue un cambio con respecto a mi anterior destino en Siria, aunque no en cuanto a la gente y el equipo. Afortunadamente, hay cosas hermosas en todos los lugares en los que sirvo que se mantienen.
Mi decisi¨®n de venir a este pa¨ªs fue fruto de la convicci¨®n de que, da igual el sitio donde est¨¦ con Unicef, puedo sumar mis esfuerzos para mejorar ¨Caunque sea un poquito y uno a uno¨C la vida de las ni?as y los ni?os, su bienestar y sus derechos. He tenido la oportunidad de viajar a muchas regiones de este pa¨ªs, donde nuestros equipos implementan los programas, siempre estando cerca, f¨ªsica y emocionalmente, de las personas a las que nos hemos comprometido a servir.
Dichos viajes me han ofrecido la posibilidad de conocer, discutir, compartir, planear y tambi¨¦n re¨ªr con muchos de nuestros aliados, quienes llegan cada d¨ªa a sitios bien dif¨ªciles dadas las complicaciones log¨ªsticas y de seguridad a las que nos enfrentamos. Pero, como siempre, lo m¨¢s gratificante es escuchar y dialogar con la gente, sobre todo con los ni?os y j¨®venes, y revivir sus historias y c¨®mo el trabajo de Unicef ha mejorado sus vidas, a veces poco, a veces mucho, pero siempre hay algo bueno.
Como el caso de Michel, reclutado durante un tiempo por un grupo armado de los muchos que hay en el pa¨ªs, al que contribuimos a liberar y ayudamos a volver a estudiar y aprender un oficio; hoy se gana la vida con la tierra y criando animales. Michel a¨²n tiene pesadillas, horribles pesadillas, y algunos muy ingratos recuerdos que le vienen a la mente cuando se queda sin hacer nada. Dice que aprender le ayuda a olvidar. ¡°Por eso sigo aprendiendo y trabajando¡±, nos cuenta.
Lo m¨¢s gratificante es escuchar y dialogar con la gente, como con Michel, reclutado durante un tiempo por un grupo armado de los muchos que hay en el pa¨ªs, al que contribuimos a liberar y ayudamos a volver a estudiar y aprender un oficio
Como representante he sido testigo, a trav¨¦s de los a?os y pa¨ªses, c¨®mo la escuela, la esencia del entorno que ofrece y la oportunidad de aprender ¡ªno importa en qu¨¦ forma se materialice¡ª, es un poderoso instrumento para ayudar a los ni?os y ni?as a mitigar los efectos de la inseguridad y el conflicto en su d¨ªa a d¨ªa.
Centenares de miles de personas en Rep¨²blica Centroafricana est¨¢n afectados por la inestabilidad y han sido obligados a dejar sus casas y convertirse en ¡°personas desplazadas¡± buscando lugares m¨¢s seguros. Siempre que esto sucede, la escuela es una de las primeras v¨ªctimas y se interrumpe, privando a los chavales de su educaci¨®n.
Tan pronto como podemos llegar a ellos y ellas, les ofrecemos refugio y, en la medida de lo posible, levantamos una tienda y la convertimos en escuela; con ello pueden seguir aprendiendo, pueden sentir una cierta normalidad y pueden seguir siendo ni?os. A veces no es un maestro o maestra qui¨¦n da las clases, sino un maitre-parent, un ¡°maestro-padre¡±, o m¨¢s com¨²nmente una ¡°maestra-madre¡±, que se pone a disposici¨®n de los chicos y chicas.
Las mam¨¢s me ped¨ªan, sobre todo, que los ni?os y ni?as tuvieran educaci¨®n, que abri¨¦ramos una escuela, o que pudieran volver a la que se hab¨ªa cerrado
Recuerdo mi ¨²ltimo viaje a Bouar, en el oeste del pa¨ªs, dialogando con los desplazados. Las mam¨¢s me ped¨ªan, sobre todo, que los ni?os y ni?as tuvieran educaci¨®n, que abri¨¦ramos una escuela, o que pudieran volver a la que se hab¨ªa cerrado. No ten¨ªan casi nada, pero s¨ª la confianza de que la escuela es lo que los chavales necesitan para crecer, aprender y estar a salvo, pero sobre todo para que nadie les robe lo m¨¢s importante, la infancia, que es donde reside la esperanza.
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