Una lavadora para los refugiados, por favor
Un trabajador de Unicef desplazado a la frontera de Ucrania con Moldavia explica c¨®mo funcionan los llamados Puntos Azules. Son instalaciones donde los refugiados reciben protecci¨®n, asistencia psicosocial e informaci¨®n pr¨¢ctica sobre c¨®mo seguir su viaje
Son las siete de la tarde en Chisinau, la capital de Moldavia, y los alrededor de 300 refugiados ucranios que se alojan en dos pabellones contiguos del centro de exposiciones MoldExpo ya han terminado de cenar. Los ni?os juegan, las madres deambulan y charlan, los chavales mayores dan una vuelta por el exterior del recinto y las abuelas pasan a por una taza de t¨¦ antes de retirarse al cub¨ªculo de dos por tres metros en el que tienen un par de camas y todas sus pertenencias. Casi no hay hombres, si acaso alg¨²n anciano que ha podido salir de Ucrania debido a su edad.
La atm¨®sfera me recuerda a un pueblo espa?ol en verano, justo despu¨¦s de la cena: el sol ya se ha puesto, la gente se pasea en chanclas visitando a sus vecinos, los ni?os juegan en calma porque no tienen cole al d¨ªa siguiente, y hay una sensaci¨®n de tranquilidad y de poco que hacer. Y as¨ª es tambi¨¦n aqu¨ª, desgraciadamente. El d¨ªa a d¨ªa de una familia refugiada es una tensa espera. Aguardan noticias de su ciudad para ver c¨®mo est¨¢n sus padres, novios, maridos e hijos. A tener un plan de hacia d¨®nde dirigirse tras pasar por aqu¨ª. A ver si las cosas mejoran y la guerra en Ucrania termina. Y, mientras tanto, pasan las horas y los d¨ªas.
La estancia media en este centro es de tres d¨ªas, aunque hay familias que llevan semanas. La mayor¨ªa llega de ciudades cercanas, como Mykol¨¢ev, que ha sufrido una fuerte ofensiva, u Odesa. Han cruzado por el paso fronterizo de Palanca, desde donde muchos siguen viaje directo, a trav¨¦s de Moldavia, hacia Ruman¨ªa, y desde all¨ª hacia otros pa¨ªses de Europa occidental, donde esperan encontrarse con amigos o familiares, conseguir asilo y vivir en paz hasta que puedan regresar. Pero otros no se atreven a alejarse tanto. No tienen conocidos en otros lugares, no hablan el idioma (en Moldavia mucha gente habla ruso, as¨ª que aqu¨ª se comunican con facilidad) o, simplemente, no pueden conseguir los papeles necesarios para entrar en la Uni¨®n Europea, por lo que, tras cruzar la frontera, terminan en centros temporales.
El 24 de febrero empez¨® la invasi¨®n rusa de Ucrania. El 15 de marzo, menos de tres semanas despu¨¦s, ya hab¨ªan salido del pa¨ªs tres millones de refugiados, de los que un mill¨®n y medio eran ni?os. Eso supone que cada segundo que pas¨® durante esos primeros 19 d¨ªas, un menor de edad ucranio se convirti¨® en refugiado. Adem¨¢s, hay millones de desplazados dentro de las fronteras.
La situaci¨®n es muy preocupante, ya que los ni?os desplazados o refugiados est¨¢n en riesgo de ser separados de sus familias, ser explotados o ser v¨ªctimas de trata. Unicef y Acnur, de la mano de organizaciones locales y autoridades, est¨¢n desplegando lo que conocemos como Puntos Azules, principalmente a lo largo de Polonia, Ruman¨ªa y Moldavia, adem¨¢s de otros pa¨ªses. Se trata de espacios donde los ni?os y sus familias cuentan, ante todo, con un lugar en el que estar protegidos, recibir asistencia psicosocial y obtener informaci¨®n pr¨¢ctica sobre c¨®mo seguir su viaje o resolver dudas legales. Tambi¨¦n se identifica a ni?os no acompa?ados, y nuestros expertos en protecci¨®n se aseguran de que las autoridades se hacen cargo de ellos con todas las garant¨ªas. Para los m¨¢s peque?os, los Puntos Azules son un sitio agradable donde descansar, jugar con otros ni?os y, simplemente, ser ni?os, olvidando por un rato el trauma que est¨¢n viviendo. En este centro de refugiados de Chisinau donde me encuentro hay una de estas instalaciones.
En nuestra visita de hoy hemos estado hablando con las administradoras, Natalia y Carolina, quienes nos presentaban algunas de las eventualidades a las que se enfrentan, como un n¨²mero insuficiente de aseos, la falta de cunas y carritos para los m¨¢s peque?os, la escasez de ropa interior para mujeres, ni?as y ni?os, y algo tan fundamental como una lavadora. Actualmente, tienen una para los dos pabellones, que funciona sin parar d¨ªa y noche, con unos turnos establecidos, con exquisita solidaridad y respeto entre la poblaci¨®n que aqu¨ª convive 24 horas al d¨ªa. Una lavadora para 300 personas.
Es muy importante confiar en la experiencia de los profesionales humanitarios que han vivido estas situaciones en el pasado y pueden responder con precisi¨®n y agilidad. Incluso con algo tan sencillo y mundano como una lavadora
As¨ª como la coordinaci¨®n entre organizaciones y autoridades es esencial para evitar duplicidades, tambi¨¦n lo es realizar una constante evaluaci¨®n de necesidades sobre el terreno, que es lo que estamos intentando hacer hoy con esta visita. Nadie quiere encontrarse con 100 cajas de paracetamol si lo que se necesita es amoxicilina. Tambi¨¦n hay que estar preparados para escalar r¨¢pidamente la ayuda en puntos muy concretos, en caso de que se abra un nuevo frente y aumente el flujo de personas hacia una frontera. Adem¨¢s, es crucial tratar de aprovisionarse localmente siempre que sea posible, para ayudar as¨ª a las castigadas econom¨ªas de los pa¨ªses que acogen a los refugiados, evitando provocar disrupciones en estos mercados. Y hay que evitar tener que destruir ropa, comida o medicinas, que a veces llegan, pero no son necesarias. Por eso es tan importante confiar en la experiencia de los profesionales humanitarios que han vivido estas situaciones en el pasado y pueden responder con precisi¨®n y agilidad. Incluso con algo tan sencillo y mundano como una lavadora.
Es fundamental que la solidaridad no pare hasta que estemos seguros de que hasta el ¨²ltimo ni?o y ni?a tiene refugio, un colegio, un pediatra y protecci¨®n frente a trata, violencia o abusos
La respuesta de la poblaci¨®n espa?ola est¨¢ siendo extraordinaria y, gracias a la generosidad de particulares, empresas y administraciones p¨²blicas, las organizaciones humanitarias podemos aportar un poco de confort, dignidad y seguridad a los ni?os y a sus familias, que lo han dejado todo atr¨¢s y no saben lo que se encontrar¨¢n cuando vuelvan. Sin embargo, las necesidades no cesan de aumentar. Es fundamental que la solidaridad no pare hasta que estemos seguros de que hasta el ¨²ltimo ni?o y ni?a tiene refugio, un colegio, un pediatra y protecci¨®n frente a trata, violencia o abusos. Y s¨ª, tambi¨¦n algo tan sencillo como ropa limpia que ponerse cada d¨ªa.
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