La primera vez que vi el hambre de cerca
La responsable de comunicaci¨®n de Save The Children Espa?a comparte los sentimientos que le ha generado conocer en persona a ni?os gravemente desnutridos en N¨ªger, y su determinaci¨®n para que este flagelo ¡°no siga siendo el vecino molesto con el que te acostumbras a convivir¡±
Dicen que las primeras veces se recuerdan siempre: el primer amor, la primera vez que ves el mar, el primer viaje en avi¨®n. Esta ha sido mi primera vez mirando al hambre extrema a un palmo de distancia. Ha llegado a mis 47, en Agui¨¦, N¨ªger, el ¨²ltimo d¨ªa de junio de 2022, pero ya s¨¦ que no habr¨¢ a?os por delante que la diluyan.
Tambi¨¦n dicen que la abundancia y la persistencia de noticias tr¨¢gicas genera par¨¢lisis en la audiencia. Si todo est¨¢ tan mal, si ya nada se puede hacer, para qu¨¦ molestarse en intentarlo. S¨¦ que este efecto es cierto porque yo tambi¨¦n me paralic¨¦. Ante aquella madre que se secaba los ojos con la punta de la falda arenosa, ante aquel ni?o de ojos hinchados, me agarr¨¦ al cabezal blanco y oxidado de la cama y los dos nos sostuvimos. El hierro corro¨ªdo y la periodista experimentada, sujet¨¢ndonos como pod¨ªamos en la fragilidad mutua.
Respir¨¦ y trat¨¦ de recordar que la par¨¢lisis es una reacci¨®n normal a lo anormal, a lo abrumador, a lo que nos excede. Cuando fui capaz de levantar la cabeza y mirar alrededor, a las diez camas de la austera sala, no entend¨ªa qu¨¦ pasaba. ?Por qu¨¦ en esa habitaci¨®n que encerraba la verg¨¹enza del mundo hab¨ªa ni?os extremadamente delgados, apenas latientes, y otros extremadamente abultados, con los p¨¢rpados y el vientre como a punto de explotar? Luego supe: son las dos caras del hambre, la moneda lanzada al aire en un juego en el que caiga como caiga, siempre se pierde.
Con 22 a?os y dos hijos, Aisha est¨¢ a punto de perder la tirada. Su segundo hijo, malnutrido agudo, tiene problemas. Ella ha caminado 30 kil¨®metros hasta llegar al CRENI (Centro de Recuperaci¨®n del Estado Nutricional Infantil), pero cuando lo ponen en la b¨¢scula, esta apenas se mueve. La miro y no acierto a averiguar qui¨¦n est¨¢ m¨¢s d¨¦bil de los dos. ¡°Las mujeres aqu¨ª no tienen elecci¨®n. La ¨²nica manera de acabar con la malnutrici¨®n es enfoc¨¢ndose en las mujeres, proporcion¨¢ndoles medios de vida para que puedan cuidar primero de ellas mismas y despu¨¦s de sus hijos¡±, me dec¨ªa con ¨¦nfasis pocos minutos antes Madame Boubakar, enfermera del centro vecino, el CRENAS, donde se atiende a quienes presentan solo malnutrici¨®n moderada o severa. ¡°Si hay mala cosecha, los hombres emigran a Libia o a Nigeria. A veces env¨ªan dinero y a veces no. A veces vuelven y a veces no¡±. La ¨²nica elecci¨®n posible es elegirlas a ellas.
?C¨®mo hacer que quien solo quiere que su hijo llegue vivo al final del d¨ªa pueda imaginar un ma?ana? Porque con el est¨®mago vac¨ªo no se puede so?ar
Este verano m¨¢s del doble de personas que el a?o pasado pasar¨¢n hambre en N¨ªger. Concretamente, el 57% m¨¢s, seg¨²n la estimaci¨®n de Save The Children, la organizaci¨®n para la que trabajo y con la que viaj¨¦ al pa¨ªs. Las causas, las tres c: covid, cambio clim¨¢tico, crisis de Ucrania. Sube el precio de la gasolina, de los fertilizantes, del grano, de las semillas. Todo lo que puede ir mal se suma para que en la enorme regi¨®n des¨¦rtica del Sahel, que recorre ?frica de este a oeste, m¨¢s de seis millones de ni?os y ni?as vayan a sufrir desnutrici¨®n entre junio y septiembre. Eso es casi como todos los habitantes de la comunidad de Madrid sin nada que echarse a la boca ahora mismo. La par¨¢lisis es humana, pero lo que ocurrir¨¢ si nos dejamos arrastrar por ella ser¨¢ inhumano.
Aterrizo en domingo en Barajas. Madrid sigue en su sitio, con su asfalto en el suelo, su agua corriente en las casas, sus tiendas de alimentos llenas. Paro a comprar la prensa en el quiosco de mi barrio: ¡°Si no imaginas el ma?ana, no existe esperanza¡±, leo al publicista Oliveiro Toscani en un reportaje de EL PA?S Semanal. Pero, ?c¨®mo hacer que quien solo quiere que su hijo llegue vivo al final del d¨ªa pueda imaginar un ma?ana? Porque con el est¨®mago vac¨ªo no se puede so?ar. Ya lo dec¨ªa Mart¨ªn Caparr¨®s, cuando hablaba con aquella madre tambi¨¦n nigerina cuyo mayor sue?o era tener dos vacas: ¡°El hambre no solo te jode la vida, tambi¨¦n te jode los sue?os¡±.
Ya en casa, me revuelvo contra la par¨¢lisis. Har¨¦ lo que puedo hacer: incomodar, intentar que el hambre no siga siendo el vecino molesto con el que te acostumbras a convivir. La vecindad del hambriento debe perturbar la convivencia. Solo as¨ª habr¨¢ esperanza m¨¢s all¨¢ de la cama de forja blanca.
Celia Zafra es periodista. Responsable de comunicación de Save The Children España.
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