Barcelona y Sarajevo: dos ciudades unidas por la Hagad¨¢
El director de proyectos y responsable de los documentales de Medicus Mundi Mediterr¨¤nia escribe sobre ¡®Maldita. A Love Song to Sarajevo¡¯, que est¨¢ nominado a los Goya 2023 y que es un homenaje a la fortaleza de la capital de Bosnia y Herzegovina con la influencia sefard¨ª como met¨¢fora
Era un mediod¨ªa del abrasador verano del 2021 cuando llegu¨¦ a la sinagoga del barrio de la Benevolencija en Sarajevo. Igor Kozemajakin, jaz¨¢n (persona que gu¨ªa los cantos) y m¨¢ximo representante de la comunidad jud¨ªa, me recibi¨® con un abrazo que me supo al encuentro de dos primos lejanos. Entre caf¨¦s, me habl¨® de la Hagad¨¢ de Sarajevo, el ¡°manuscrito iluminado¡±: 34 m¨¢gicas p¨¢ginas de ilustraciones b¨ªblicas que describ¨ªan desde el mito de la creaci¨®n hasta la muerte de Mois¨¦s. Yo lo hab¨ªa visto unos a?os atr¨¢s en el Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina, pero escuchar la historia en aquel templo me impresion¨® mucho m¨¢s que ver el original. Escrito en Barcelona en 1350, el manuscrito inici¨® su propio periplo en 1492, con la expulsi¨®n de los jud¨ªos de Espa?a, y, hasta llegar a poder disfrutar de su actual reposo en una urna de cristal, sobrevivi¨® a exilios, bombardeos, persecuciones nazis y otros intentos por hacerlo desaparecer.
Desconozco si hay puntos de contacto anteriores, pero gracias la Hagad¨¢, Barcelona y Sarajevo tienen, como m¨ªnimo, una historia en com¨²n de m¨¢s de 600 a?os. Recuerdo que ojeamos un facs¨ªmil [perfecta imitaci¨®n] y Kozemajakin me mostr¨® una l¨¢mina en la que se apreciaba el escudo de la Ciudad Condal. A m¨ª se me eriz¨® la piel al pensar que todo ganaba sentido. 500 a?os despu¨¦s de ese exilio, ya en 1992, las ciudades de Barcelona y Sarajevo volver¨ªan a alimentar su leyenda. Nosotros ¨¦ramos el centro del mundo, con la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos. Sarajevo empezaba a sufrir el cerco m¨¢s largo de la historia. La barbarie se cerni¨® sobre la capital balc¨¢nica y Barcelona supo estar a la altura durante y despu¨¦s de la guerra. Esto es parte de nuestra historia colectiva como ciudad.
Kozemajakin me pregunt¨® de qu¨¦ iba el documental. A caballo entre el ingl¨¦s, el bosnio y el espa?ol (Kozemajakin entend¨ªa ladino, el antiguo idioma de los sefard¨ªes), le expliqu¨¦ la locura que bull¨ªa en mi cabeza: un homenaje a la fortaleza de Sarajevo desde lo contempor¨¢neo, utilizando el lenguaje art¨ªstico, el Sevdah como g¨¦nero musical aglutinador, la influencia sefard¨ª como met¨¢fora de la mezcla que todos llevamos en la sangre, la relaci¨®n con Barcelona y el reconocimiento de la solidaridad de su ciudadan¨ªa¡ Cuando lo puse en palabras me di cuenta de lo ecl¨¦ctico que sonaba, m¨¢s a¨²n si la propuesta ven¨ªa de una organizaci¨®n como Medicusmundi Mediterr¨¤nia, a la que tradicionalmente se encasilla en el mundo de la salud p¨²blica. Kozemajakin me mir¨® con ojos de absoluta comprensi¨®n y tan solo dijo: ¡°Kako da ne, odli?no¡±. Algo as¨ª como, ¡°c¨®mo no¡ fant¨¢stico¡±.
No creo que se pueda cambiar la mentalidad de nadie (o, como ahora est¨¢ de moda decir en el sector, educar transformadoramente) si primero no llegamos al coraz¨®n de las personas
Desde nuestro primer documental, Sil¨ºncio da Mulher, rodado en Mozambique en 2008, hasta este Maldita. A Love Song to Sarajevo, que ahora opta a ganar un premio Goya al mejor corto documental, han pasado 15 a?os. Una d¨¦cada y un lustro es tiempo suficiente para todo: para explotar la creatividad, ir contra las normas, llegar a un p¨²blico jam¨¢s imaginado, conocer a personas incre¨ªbles, y tambi¨¦n para enfrentarnos a grandes decepciones. Pero si un adjetivo resum¨ªa lo que hab¨ªamos construido desde nuestra humilde ONG del mundo sanitario era, efectivamente, ¡°fant¨¢stico¡±.
Al servicio de lo que podr¨ªa ser un mundo mejor
Recuerdo que cuando sal¨ª de la sinagoga me conjur¨¦ para no olvidar aquel estado de ¨¢nimo y me esforc¨¦ en esquematizar en mi cuaderno de mano algunas sensaciones y conceptos que, vistos con el tiempo y la distancia, dibujan el ADN de nuestra obra. Entre ellos, desechar la culpa, no ser protagonistas de nuestros documentales, ser atrevidos en el uso de cualquier recurso, narrar historias universales, romper el tab¨² del p¨²blico para ir m¨¢s a all¨¢ de los convencidos y sensibilizados, arropar los documentales con un sinf¨ªn de acciones para poder colarlos en debates, aulas y campa?as¡ Y, lo m¨¢s importante, llegar al coraz¨®n de la gente, pues no creo que se pueda cambiar la mentalidad de nadie (o, como ahora est¨¢ de moda decir en el sector, educar transformadoramente) si primero no llegamos al coraz¨®n de las personas.
Impulsar, financiar, crear y producir documentales, para nosotros no tendr¨ªa sentido si estos no tuvieran una vida mucho m¨¢s all¨¢ de la pura creaci¨®n art¨ªstica. Nos fascina ser motor del proceso creativo (en este ¨²ltimo trabajo hemos decidido hasta el blanco y negro), pero quiz¨¢s nos ilusiona incluso m¨¢s pensar que nuestras pel¨ªculas est¨¢n al servicio de lo que podr¨ªa ser un mundo mejor. WOMAN, por ejemplo, nuestro trabajo sobre c¨®mo el arte puede cambiar la realidad de la violencia machista en Mozambique, es parte de la campa?a Just¨ªcia para Josina, que la activista Josina Machel impulsa junto con decenas de organizaciones para denunciar la impunidad de los agresores.
Kafana sigue dando voz al pueblo saharaui en la defensa, ahora m¨¢s que nunca, de un futuro independiente y digno. A Luta Continua promueve la sanidad gratuita y de calidad para todas las personas y ha sido material de estudio en diferentes universidades que forman a futuros profesionales de salud p¨²blica, tanto en Europa como en ?frica. La Fiebre del Oro, entre otros logros, ha permitido sensibilizar al sector de la joyer¨ªa y al consumidor de la importancia de comercializar minerales ¡°¨¦ticos y sostenibles¡±, minimizando el uso del mercurio, tan da?ino para nuestra salud y el medio ambiente.
Una historia de amor entre dos ciudades
El caso de Maldita. A Love Song to Sarajevo adquiere otra dimensi¨®n. Con esta pel¨ªcula, Medicusmundi Mediterr¨¤nia, que todav¨ªa impulsa programas en Sarajevo, tiene la oportunidad de rendir un homenaje, no solo a la capital balc¨¢nica y a su luchadora poblaci¨®n, sino tambi¨¦n al esp¨ªritu solidario de toda la ciudadan¨ªa barcelonesa. Es un homenaje sentido, amplio, que hace que la historia de amor entre las dos ciudades llegue a las escuelas, a las universidades, a las asociaciones de barrio y a festivales para que, a fin de cuentas, sintamos el orgullo de lo que se puede lograr cuando ciudadan¨ªa y administraci¨®n vamos de la mano.
Dos a?os despu¨¦s de aquel encuentro con Kozemajakin, esta vez sintiendo el fr¨ªo en los huesos, me dirijo a la Plaza de Sant Jaume de Barcelona. Pienso en la historia, la de todos y cada uno de nosotros. No somos m¨¢s que la concatenaci¨®n de decisiones, propias y ajenas. Probablemente, yo no habr¨ªa empezado a trabajar en Sarajevo si el entonces alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, no hubiera nombrado a aquella ciudad el 11? distrito. O si despu¨¦s, otros apasionados y apasionadas no hubieran tomado el legado, como lo hizo en su momento Manel Vila, o actualmente Jordi Cort¨¦s o Laura P¨¦rez, la versi¨®n 2.0 de aquel 11? distrito, que todav¨ªa luchan para que contin¨²e la cooperaci¨®n con Sarajevo desde el Ayuntamiento.
Es un homenaje sentido, amplio, que hace que la historia de amor entre las dos ciudades llegue a las escuelas, a las universidades, a las asociaciones de barrio y a festivales para que, a fin de cuentas, sintamos el orgullo de lo que se puede lograr cuando ciudadan¨ªa y administraci¨®n vamos de la mano
Pienso en los compa?eros de Medicusmundi, en c¨®mo hemos peleado por este documental que tanto esfuerzo nos ha costado, defendi¨¦ndolo con u?as y dientes frente a intentos de apropiaci¨®n y tergiversaci¨®n sobre su verdadero esp¨ªritu, origen y elaboraci¨®n. Pienso en Jasmina y en su equipo de amazonas balc¨¢nicas que, a 1.992 kil¨®metros, la distancia que curiosamente nos separa de Sarajevo, siguen impulsando proyectos sociales despu¨¦s de heredar la misi¨®n de la Embajada de la Democracia Local, que fue ¡°sede diplom¨¢tica¡± de Barcelona en Bosnia. Pienso en Jas, mi mejor amigo, un sarajevita que ama la Barcelona que le abri¨® los brazos y le ayud¨® a formarse para poder, hoy en d¨ªa, ganarse la vida en su tierra.
Y pienso en los que ya no est¨¢n, verdaderos enamorados y enamoradas de Sarajevo, como Ana Alba, la maravillosa periodista que tanto hizo por la ciudad y nos dej¨® muy joven, o Dani Robles, mi compa?ero de litera en aquella nuestra primera misi¨®n en Bosnia, all¨¢ por 1998, cuyas manos fabricaron gafas para miles de refugiados y que tambi¨¦n tristemente nos dijo adi¨®s muy pronto.
Con todo ese rumiar y ante la mirada sorprendida de otros transe¨²ntes, en pleno coraz¨®n del Raval, me descubro hablando en voz alta y repitiendo una frase que resume la verdad que hay tras este loco periplo: todo vali¨® la pena, por Sarajevo y por Barcelona, por la amistad.
Cuando llego al Ayuntamiento, me detengo frente a su fachada mirando fijamente el emblema de la ciudad. Bajo el brazo, cargo con la Hagad¨¢ de Sarajevo que le compr¨¦ a Kozemajakin en la sinagoga y me imagino que, aunque sea una copia, el libro regresa a su hogar o, mejor dicho, como nos pasa a muchos, quiz¨¢s viva para siempre entre las dos ciudades.
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