25 a?os para sanar las heridas invisibles del genocidio
El psic¨®logo Simon Gasibirege ide¨® unos talleres del trauma con v¨ªctimas y victimarios de la violencia que dej¨® un mill¨®n de muertos en 1994. Su m¨¦todo consiste en aprender a lidiar con las emociones primero, el duelo despu¨¦s y, por ¨²ltimo, trabajar el perd¨®n y la reconciliaci¨®n
Afirma el psic¨®logo Simon Gasibirege que se siente orgulloso de ser ruand¨¦s. ?l naci¨® all¨ª, hace ahora m¨¢s de ochenta a?os, en el seno de una familia tutsi. ¡°Mi herencia ser¨¢ unidad, reconciliaci¨®n y la sanaci¨®n de cientos de corazones en Ruanda. Tambi¨¦n la curaci¨®n de m¨ª mismo y de los dem¨¢s¡±, dice. Porque, ante todo, Gasibirege se considera un hombre de paz, un tipo que fue educado en el amor. ¡°Yo me crie sin diferenciar entre hutus y tutsis. Mi padre ten¨ªa amigos de ambas etnias y a m¨ª me ense?aron a respetar a todas las personas¡±, recuerda.
A Gasibirege le toc¨® vivir el episodio m¨¢s oscuro de la historia reciente de su pa¨ªs desde la distancia. Cuando, en 1994, una minor¨ªa hutu orden¨® y perpetr¨® el asesinato de casi un mill¨®n de tutsis y hutus moderados, aproximadamente el 20% de la poblaci¨®n, ¨¦l era un refugiado ruand¨¦s que habitaba en la Rep¨²blica Democr¨¢tico del Congo, naci¨®n vecina. Antes pas¨® por diferentes pa¨ªses y facultades. Trabaj¨® como t¨¦cnico agr¨ªcola a finales de los a?os sesenta, reuni¨® dinero para empezar a estudiar Sociolog¨ªa y dej¨® esa carrera por la que marcar¨ªa su vida y su obra: psicolog¨ªa. En 1996, cuando las llagas de Ruanda a¨²n sangraban, regres¨® a su casa para dar clases en la universidad y comenzar unos talleres que terminar¨ªan cicatrizando las heridas de miles de personas.
La sanaci¨®n y la curaci¨®n de las personas es un proceso muy largo. Cuando se ha sufrido tanto, a veces se pierde la humanidad
¡°No quer¨ªa separar a los ruandeses; bajo mi ¨®ptica, todos ellos hab¨ªan sufrido el genocidio a niveles diferentes. Incluso algunos culpables, gente que hab¨ªa matado, estaban sufriendo por dentro. Hab¨ªa que curarlos a todos y hab¨ªa que hacerlo juntos¡±, explica el psic¨®logo. Y acude a un recuerdo para ilustrar sus comienzos: ¡°Un d¨ªa vino a verme un grupo de mujeres. Eran, de uno u otro modo, v¨ªctimas del genocidio y adem¨¢s me dijeron que sus vecinos las insultaban por serlo. Me reun¨ª con ellas varias veces y entend¨ª que no solo hab¨ªa que ocuparse de los supervivientes; para conseguir la curaci¨®n total del pa¨ªs hab¨ªa que incluir en la reparaci¨®n m¨¢s perfiles. Y deb¨ªamos ir directamente a las propias comunidades donde viven las personas¡±.
Esa primera toma de contacto con las v¨ªctimas fue una semilla que termin¨® germinando en el nacimiento de Liwoha (Life Wounds Healing Association, asociaci¨®n de curaci¨®n de las heridas de la vida, en su traducci¨®n al espa?ol), colectivo que fund¨® y todav¨ªa dirige el propio Gasibirege. Y aquellas reuniones dieron lugar a los talleres del trauma, el m¨¦todo de trabajo por el que este psic¨®logo ha sido internacionalmente reconocido e imitado. ¡°La sanaci¨®n y la curaci¨®n de las personas es un proceso muy largo. Cuando se ha sufrido tanto, a veces se pierde la humanidad; he conocido a gente que no parec¨ªa un ser humano¡±, dice.
Las etapas de la curaci¨®n
A cada uno de los talleres que ide¨® Simon Gasibirege acuden unas 30 o 40 personas, duran 11 d¨ªas, se dividen en tres m¨®dulos y cada uno aborda un tema diferente: lidiar con las emociones primero, duelo despu¨¦s y, por ¨²ltimo, perd¨®n y reconciliaci¨®n. Siempre bajo tres reglas: confidencialidad, compromiso a decir la verdad y respeto a todo el mundo. ¡°Desarrollamos ejercicios que ayudan a los asistentes a compartir sus propias historias, a que se escuchen los unos a los otros y a que sientan compasi¨®n por los dem¨¢s¡±, afirma Gasibirege. Y a?ade: ¡°Mucha de la gente que asesin¨®, algunos todav¨ªa presos en las c¨¢rceles, cuando se sienta y escucha a los supervivientes, llora porque se da cuenta del mal y del sufrimiento que caus¨®. Pero es importante juntar todas las versiones de la historia de Ruanda, la que vivieron los tutsis y la de los hutus, las de las v¨ªctimas y las de los soldados¡±.
Despu¨¦s, Gasibirege explica los m¨®dulos. El primero abre las heridas de los asistentes. Es el momento de compartir con los dem¨¢s lo que sucedi¨® antes, durante y despu¨¦s del genocidio. Un trance doloroso pero necesario. ¡°Las emociones son la fuente de nuestra energ¨ªa, la gasolina de nuestra existencia. Es fundamental reconocerlas porque son ellas las que nos gu¨ªan¡±, indica el psic¨®logo. Tras esta etapa inicial, el taller se enfoca en tratar el duelo. ¡°Es que da mucha tristeza, mucho enfado y mucho miedo. Todo eso impide vivir. El duelo es algo muy malo y doloroso. Sin embargo, hay sentimientos ligados a ¨¦l que, si conseguimos explotarlos bien, nos pueden ayudar a gestionar nuestra vida y nuestro futuro¡±.
Nadie eligi¨® si nacer tutsi o nacer hutu y lo importante siempre ha sido la reconciliaci¨®n para poder construir un pa¨ªs juntos
El ¨²ltimo de los m¨®dulos, el que concierne al perd¨®n, es el que vence las incredulidades originales y el que intenta poner fin al trauma. Primero, los asistentes hablan de perdonarse a uno mismo. Despu¨¦s de hacerlo a los dem¨¢s. Hay quien se siente mal por haber sobrevivido mientras sus seres queridos eran aniquilados. Hay quien se siente responsable porque no pudieron hacer nada por los suyos. Y hay muchos hutus con sentimiento de culpa por no haber ayudado cuando sus vecinos sufr¨ªan la ira de una turba irracional. ¡°Nadie eligi¨® si nacer tutsi o nacer hutu y lo importante siempre ha sido la reconciliaci¨®n para poder construir un pa¨ªs juntos¡±, asegura el padre de Liwoha. E incide en la importancia de hacer todo esto en el seno de las propias comunidades para no dejar a nadie fuera. ¡°En Ruanda hay una tradici¨®n de reunir a la familia y los allegados para superar juntos los conflictos. Si alguien se encuentra solo resulta extremadamente dif¨ªcil recuperarte de un trauma tan grande¡±.
Un recorrido internacional y extrapolable
Desde que comenzara los talleres en 1996, el m¨¦todo de Simon Gasibirege ha sido aplaudido, apoyado e imitado por otros pa¨ªses y utilizado con v¨ªctimas de diferentes conflictos. La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperaci¨®n lo financi¨® en sus primeros a?os y sigue empuj¨¢ndolo en la actualidad. A principios de siglo, Liwoha obtuvo el sustento econ¨®mico de diferentes fundaciones y, en 2004, una psic¨®loga alemana organiz¨® encuentros entre Gasibirege y diferentes autoridades europeas para que estas conocieran la labor del ruand¨¦s. Organismos de Nigeria, Luxemburgo o Francia lo han invitado para explorar su m¨¦todo. Tambi¨¦n reconoci¨® su labor el estado belga, que le concedi¨® una beca para que se desplazara a este pa¨ªs cada seis meses. ¡°Yo era el ¨²nico psic¨®logo en Liwoha, as¨ª que tambi¨¦n sufr¨ªa y tambi¨¦n me cansaba. Gracias al gobierno de B¨¦lgica pude acudir yo a uno all¨ª para descansar y reconstruirme¡±, cuenta.
Pero, fuera de los canales pol¨ªticos y oficiales, la labor de Simon Gasibirege tampoco ha pasado desapercibida. Y aqu¨ª, como antes, los ejemplos vuelven a ser cuantiosos. Quiz¨¢s, uno de los m¨¢s curiosos se dio en 2004, cuando la cadena de televisi¨®n estadounidense HBO realiz¨® un proyecto audiovisual para contar la pesadilla que sufri¨® Ruanda en 1994. Par ello, contrat¨® a supervivientes del genocidio y rod¨® algunas escenas en los lugares donde se hab¨ªan perpetrado las masacres. Para que nadie sufriera consecuencias psicol¨®gicas negativas al revivir el horror, los productores decidieron contar con Gasibirege. El peri¨®dico New York Times, que cubri¨® la grabaci¨®n, cont¨® as¨ª el episodio: ¡°El equipo de efectos especiales hab¨ªa esparcido cad¨¢veres en un pantano a las afueras de Kigali. La secuencia fue demasiado para una joven de un pueblo cercano que pens¨® que eran reales. Empez¨® a gritar y a sollozar. Gasibirege dijo que tard¨® dos horas en recuperarse¡±.
Debemos conseguir que cada individuo piense por s¨ª mismo y que no se deje llevar por la gente que fomenta el odio y la muerte
Los talleres que ide¨® el profesor tampoco se han quedado en el genocidio de Ruanda. Con el apoyo internacional, este psic¨®logo ruand¨¦s ha ayudado a mujeres agredidas sexualmente en los conflictos en el Congo y a v¨ªctimas de las m¨²ltiples guerrillas de la vecina Burundi. Siempre con la misma premisa: juntar a v¨ªctimas y victimarios, trabajar el perd¨®n, el arrepentimiento y la reconciliaci¨®n. Dice Gasibirege: ¡°Conozco una historia de un jesuita brasile?o que hace terapias parecidas: junta a los blancos y a los negros de las comunidades para trabajar juntos. Es que, si cada uno se queda en su rinconcito, solo tiene una parte de la historia. Cuando escuchas a un soldado pedir perd¨®n y decir: ¡®Lo hice porque me obligaron¡¯, entonces quien ha sufrido el horror puede ver las cosas de una forma diferente¡±.
Desde 1994, Ruanda ha evolucionado mucho, tanto econ¨®mica como socialmente, aunque el 40% de su poblaci¨®n vive todav¨ªa bajo el umbral de la pobreza y casi tres de cada diez adultos a¨²n no saben leer y escribir. Reducir ambas cifras puede resultar vital para que no vuelvan a aparecer las sombras de los viejos fantasmas. ¡°El ser humano tiene lo bueno y lo malo, as¨ª que, por nuestra propia naturaleza, nadie puede garantizar que algo as¨ª no vuelva a repetirse. Siempre va a haber un Hitler, un Franco o un Mussolini. Pero hay que luchar para que la mayor parte de las personas los rechacen. Debemos conseguir que cada individuo piense por s¨ª mismo y que no se deje llevar por la gente que fomenta el odio y la muerte¡±, finaliza.
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