El zootecnista que rompi¨® con el tr¨¢fico de ranas venenosas
Iv¨¢n Lozano y su proyecto de reproducci¨®n y exportaci¨®n legal de siete variedades de estos anfibios pone en jaque un mercado multimillonario y hostil con ellos. Colombia es el segundo pa¨ªs con mayor riqueza de estos animales y tambi¨¦n el primer exportador ilegal de los mismos
Todo empez¨® en el aeropuerto internacional de El Dorado en Bogot¨¢, Colombia. En 1998, Iv¨¢n Lozano (Bogot¨¢, 49 a?os) recibi¨® una llamada de la polic¨ªa para que fuera ¡°urgentemente¡± a un centro de recogida de animales decomisados ¨Drescatados de traficantes¨D: hab¨ªan retenido dos cajas sospechosas que iban rumbo a Europa. Dentro de ellas, unas 400 ranas dardo, de las m¨¢s venenosas. Una semana despu¨¦s, se volvi¨® a repetir la llamada; otras 300. M¨¢s de la mitad de los anfibios incautados pertenec¨ªan a la variedad Lehmann, de las cuales apenas quedaban entonces menos de 40.000 en el mundo. Hoy, son menos de 5.000. Cuando el zootecnista lleg¨® al edificio, varias hab¨ªan muerto ya. ¡°No me lo pod¨ªa creer. Estaban embaladas de cualquier forma y medio moribundas. Solo pensaba que ten¨ªa que haber alguna forma de salvarlas de la extinci¨®n de manera pr¨¢ctica¡±. Siete a?os despu¨¦s, encontr¨® la forma.
En 2015, tras 10 a?os de burocracia, permisos y licencias, decidieron embarcarse en la zoocr¨ªa, cr¨ªa de animales silvestres en cautiverio o semicautiverio con fines comerciales, cient¨ªficos o de repoblaci¨®n. El objetivo de la iniciativa Tesoros de Colombia era doble: por una parte, comercializar especies en el extranjero (en Colombia es ilegal tener como mascota un animal silvestre) garantizando su bienestar y as¨ª hacerle competencia a las mafias que trafican ilegalmente con ellas y, por otra, aumentar la poblaci¨®n de ejemplares en riesgo de desaparecer. ¡°Lo ideal ser¨ªa acabar con la demanda, s¨ª. Pero eso requiere de una educaci¨®n ambiental de generaciones y, mientras, la especie est¨¢ al borde de la extinci¨®n. Los traficantes siguen buscando la forma de hacerlas llegar a Estados Unidos o Europa de cualquier forma¡±, dice el gerente de la organizaci¨®n desde la sede, en Nocaima, a 70 kil¨®metros de Bogot¨¢. Ellos son los ¨²nicos en el pa¨ªs con licencia para exportar estos animales.
Colombia es el segundo pa¨ªs con mayor riqueza de anfibios, con 791 especies reportadas actualmente (correspondientes a 734 anuros ¨Cranas y sapos¨C, 25 salamandras y 32 cecilias). Aunque tambi¨¦n es el primer exportador ilegal de las mismos. Este, el tr¨¢fico de fauna silvestre, es el tercer negocio m¨¢s cotizado del mundo, ya que genera cerca de 25.000 millones de d¨®lares al a?o, seg¨²n estimaciones de la ONU.
¡°Las que m¨¢s amenazadas est¨¢n son las ranas venenosas neotropicales ¡°, explica Mileidy Betancourth-Cundar, investigadora especializada en ecolog¨ªa y comportamiento de este grupo. Seg¨²n un estudio que realiz¨® a partir de testimonios de colectores, en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, m¨¢s de 80.000 ejemplares fueron extra¨ªdos de sus h¨¢bitats. ¡°El problema es que esta informaci¨®n no sale del ¨¢mbito cient¨ªfico. No tiene ninguna repercusi¨®n. Y las comunidades que conviven con esta biodiversidad suelen ser muy vulnerables; para un campesino sin recursos o v¨ªctima del conflicto armado, vend¨¦rselas a las mafias es una forma de ganarse la vida¡±. La experta critica adem¨¢s que ellos se conviertan en la cabeza de turco de las enormes mafias detr¨¢s, cumpliendo con condenas de entre 5 a 11 a?os de c¨¢rcel.
¡°En Colombia se juntan la falta de voluntad de las autoridades ambientales y la pelea de egos entre instituciones. Eso es lo que entorpece las iniciativas como estasMileidy Betancourth-Cundar, investigadora especializada en ecolog¨ªa y comportamiento de ranas venenosas
En tres laboratorios ubicados entre las monta?as de Cota, un municipio colombiano, ubicado en el centro del pa¨ªs, hay m¨¢s de 200 terrarios de la organizaci¨®n que emulan el ecosistema de estas coloridas y preciosas joyas silvestres. Cada una es un pedazo de selva. Y el dise?o se ha ido perfeccionando con el paso del tiempo, explica Alejandra Curubo, directora operativa y zootecnista. Una capa de hojarasca h¨²meda, vegetaci¨®n end¨¦mica que incluya varios niveles para que puedan trepar, piedras en un recipiente con agua, larvas y mosquitos, un tubo donde poder poner los huevos y luces y humedad espec¨ªficas. ¡°Vamos al terreno cada vez que podemos y observamos. En funci¨®n de lo que vemos que les gusta o necesitan, volvemos y lo aplicamos¡±, comenta.
El proceso no fue f¨¢cil. Principalmente porque no hay un proyecto pionero y porque la reproducci¨®n de algunas de las variedades de ranas es sumamente compleja. Este es el caso de las Oophaga, de las m¨¢s amenazadas, ya que es la madre quien se encarga de esconder en diferentes rincones a los renacuajos y de alimentar con un huevo inf¨¦rtil diario a uno durante los primeros dos meses. En cada puesta, en medio silvestre, sobrevive el 10% de los renacuajos. Solo este equipo de cient¨ªficos ha conseguido emular esta dif¨ªcil tarea con un porcentaje de ¨¦xito invertido. ¡°Hemos desarrollado un protocolo ¨²nico y a¨²n as¨ª no nos dejan dedicarnos a la repoblaci¨®n¡±, dice Lozano.
Si a nosotros nos dejaran repoblar, nos centrar¨ªamos en eso y no en la parte comercial. No es nuestra metaNicol¨¢s P¨¦rez, coordinador de proyectos
Nicol¨¢s P¨¦rez, coordinador de proyectos, es tajante: ¡°Si a nosotros nos dejaran repoblar, nos centrar¨ªamos en eso y no en la parte comercial. No es nuestra meta¡±. Las ranas dardos que nacen en la naturaleza son venenosas gracias a que ingieren insectos que expulsan estas toxinas. Sin embargo, en el laboratorio son alimentadas con otros invertebrados que carecen de estas propiedades.
¡°Si pudi¨¦ramos soltarlas, iniciar¨ªamos un proceso de adaptaci¨®n al medio y cambiar¨ªamos su dieta para que pudieran sobrevivir en el medio sin problemas y ser competitivos en el entorno. Pero lo evitamos ahora porque para la exportaci¨®n es una condici¨®n innecesaria¡±. Pero las autoridades ambientales regionales no les permiten avanzar en el proceso de liberaci¨®n. ¡°Nosotros tenemos unos animales de la especie Oophaga lehmanni listos para soltar; tenemos qui¨¦n haga el seguimiento y el lugar id¨®neo. Pero ellos argumentan que estas ranas est¨¢n emparentadas ¨Cque se cruzaron entre hermanos¨C y que pueden causar problemas gen¨¦ticos. Es la excusa, porque nadie les ha hecho a¨²n estudios gen¨¦ticos¡±. Para Betancourth-Cundar, en Colombia se juntan varios factores: ¡°La falta de voluntad de las autoridades ambientales y la pelea de egos entre instituciones es lo que entorpece las iniciativas como estas¡±.
Ya son m¨¢s de 5.000 las ranas que han exportado al exterior gracias a casi una centena de parentales, cedidas por las autoridades ambientales regionales. El proceso de env¨ªo desde Colombia se demora entre uno y dos meses: los animales obtienen una especie de documentaci¨®n individual, con todos los datos para identificarlas, pasan por unos cinco controles e inspecciones ¨Cveterinarias, de las instituciones regionales, aerol¨ªneas y polic¨ªa¨C y vuelven a ser revisadas en el pa¨ªs de destino. Aunque medir los resultados en apenas siete a?os de actividad es complejo, un estudio cient¨ªfico, publicado en El Sevier mostr¨® que el n¨²mero de las exportaciones de Tesoros de Colombia domina el mercado sunidense ¨Cel principal demandante¨C en las especies Oophaga lehmanni y Oophaga histri¨®nica, desde 2015, incluso incluyendo el mercado ilegal.
Aunque el proyecto ha sido aplaudido internacionalmente, en Colombia han sido muchas las voces en contra, principalmente por la ambici¨®n comercial del proyecto. Lozano y su equipo tambi¨¦n han sido atacados e incluso amenazados por ello. ¡°Yo me pregunto qu¨¦ es lucro, si vendemos las ranas un 30% m¨¢s baratas cada tres a?os y, adem¨¢s, damos todas la informaci¨®n de criado y reproducci¨®n a los hobbistas y otros compradores ¨Ccomo due?os de zool¨®gicos o parques naturales¨C que la adquieren para que ellos mismos puedan hacer crecer el n¨²mero de esta especie¡±, narra algo molesto. ¡°Nuestro objetivo no es otro que trabajar en sanaci¨®n y recuperaci¨®n. La conservaci¨®n de lo poco que queda en Colombia no es suficiente¡±. Aunque tambi¨¦n reflexiona: ¡°Ojal¨¢ esto fuera un modelo econ¨®mico para las comunidades y se pudieran lucrar y sacar del mapa a los traficantes¡±.
Betancourth-Cundar a?ade: ¡°En Colombia, los proyectos que hay de conservaci¨®n est¨¢n muy centrados en la educaci¨®n ambiental o en la divulgaci¨®n. No hay otra iniciativa como esta. Y, aunque es controvertido, ha demostrado tener un impacto en el tr¨¢fico, en Estados Unidos¡±. Para Curubo, la clave est¨¢ en ¡°lo que est¨¢ en nuestras manos¡±: ¡°Los animalistas dicen que no hay nada mejor que estos ejemplares est¨¦n en la naturaleza y en su ecosistema. Y ser¨ªa lo ideal, s¨ª. Pero, ?qu¨¦ pasa cuando ya no tienen un medio al que volver porque est¨¢n acabando con su ecosistema o porque los van a traficar? Esto es una soluci¨®n a la extinci¨®n inminente¡±.
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