Atreverse a elegir
Frente a la visi¨®n tradicional de cooperaci¨®n al desarrollo, se propone un nuevo enfoque que aboga por involucrar al sector privado en la lucha contra la pobreza y por distribuir los fondos de ayuda, seleccionando a la poblaci¨®n seg¨²n su capacidad y ambici¨®n, y no su nivel de pobreza
Naciones Unidas ha llamado a las empresas del sector privado a sumarse para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y potenciar los escasos fondos de cooperaci¨®n internacional. Seguramente en la concurrencia de todos los agentes estar¨¢ la soluci¨®n, pero existen dudas sobre el uso de los fondos p¨²blicos de ayuda al desarrollo. Si los recursos son tan limitados, surge una pregunta de ¨ªndole econ¨®mica y moral. ?La ayuda al desarrollo se debe repartir de manera equitativa para no dejar a nadie atr¨¢s? O alternativamente, ?se deben priorizar a ciertos grupos?
La respuesta tradicional de los gobiernos donantes y las organizaciones no gubernamentales es priorizar a los m¨¢s pobres de entre los pobres. As¨ª, los escasos fondos de ayuda al desarrollo se distribuyen en peque?as cantidades sobre una poblaci¨®n inmensa. Si se transfiriesen los 160.000 millones anuales de ayuda al desarrollo entre los 750 millones de personas que viven por debajo del nivel de pobreza extrema, cada una recibir¨ªa ayuda alimentaria, t¨¦cnica y social por valor de 50 c¨¦ntimos de d¨®lar al d¨ªa, sin tener en cuenta los gastos administrativos, log¨ªsticos, financieros y de personal que requerir¨ªa la ejecuci¨®n del programa.
Hay otro aspecto que resta legitimidad a esta opci¨®n. Destinar la ayuda al desarrollo exclusivamente en funci¨®n del nivel de pobreza de una persona puede ser una buena pol¨ªtica social, pero no es una estrategia de desarrollo econ¨®mico. ?No deber¨ªa priorizarse a los agentes m¨¢s emprendedores, aquellos que tienen la ambici¨®n y la capacidad para salir de la pobreza y beneficiar a m¨¢s personas a trav¨¦s de la creaci¨®n de empleo y riqueza? Pero, si existen, ?qui¨¦nes son estos agentes del cambio?
En todo el mundo, las personas m¨¢s pobres viven en zonas rurales y se dedican principalmente a la agricultura de subsistencia. Sirvan como ejemplo Burundi, Malaui o Somalia, pa¨ªses donde tres de cada cuatro personas trabajan en la agricultura y m¨¢s de dos tercios de la poblaci¨®n vive por debajo del nivel de pobreza extrema, fijado por el Banco Mundial en 1,90 d¨®lares por persona al d¨ªa. Adem¨¢s, la poblaci¨®n rural de estos pa¨ªses constituye el contingente menos interesante para la empresa privada, por su relativo aislamiento y bajo poder adquisitivo. Por ello, con frecuencia, su poblaci¨®n no forma parte de las din¨¢micas del mercado, produciendo para el autoconsumo y el trueque.
Si la pobreza extrema se concentra en el ¨¢rea rural y la agricultura de subsistencia, es l¨®gico buscar agentes de cambio con un impacto directo sobre esta poblaci¨®n. La repuesta la podemos encontrar en pa¨ªses como Espa?a, donde las cooperativas han jugado un papel preponderante en el desarrollo econ¨®mico, principalmente de las ¨¢reas rurales. Buen ejemplo es el Grupo Cooperativo Mondrag¨®n (Eroski, Fagor, Orbea, Orona), gran protagonista de la dinamizaci¨®n econ¨®mica y social del Pa¨ªs Vasco. Es llamativo que los pa¨ªses donde las cooperativas tienen un mayor peso econ¨®mico como Alemania, Australia, Finlandia, Francia, Irlanda, Pa¨ªses Bajos, o Nueva Zelanda, son los pa¨ªses con mayor progreso social.
Las organizaciones de cooperaci¨®n al desarrollo vinculadas a las organizaciones de productores, como Acodea en Espa?a, centran su trabajo en fortalecer las cooperativas agr¨ªcolas como agentes de cambio. A nivel mundial, el 20% de los agricultores y familias campesinas est¨¢n organizados en asociaciones o cooperativas. Enfocando los recursos de cooperaci¨®n en este grupo meta se consigue una primera priorizaci¨®n de los fondos de ayuda al desarrollo.
La innovaci¨®n y el crecimiento econ¨®mico requieren capital, infraestructuras y la capacidad empresarial que muchos peque?os agricultores solo pueden lograr unidos. Por ello, las cooperativas son incubadoras naturales de nuevos emprendimientos para las familias campesinas asociadas, ya que les permiten unir sus recursos y esfuerzos con un objetivo com¨²n. Pero de los miles de cooperativas y asociaciones de productores que existen, muchas carecen de la ambici¨®n para formular tal proyecto de cambio, as¨ª como del inter¨¦s y la capacidad para llevarlo a cabo.
No dejar a nadie atr¨¢s parece moralmente lo justo, pero seleccionar rigurosamente a los agentes de cambio genera un mayor impacto social y desarrollo econ¨®mico
El segundo nivel de priorizaci¨®n de los recursos de cooperaci¨®n consiste, por tanto, en atreverse a seleccionar entre las cooperativas aquellas que pueden aprovechar los recursos de cooperaci¨®n de forma eficaz. A trav¨¦s de una selecci¨®n rigurosa, la cooperaci¨®n puede trabajar con agricultores y cooperativas con capacidad y ambici¨®n para impulsar el desarrollo en sus comunidades y ofrecer alternativas laborales al resto de la poblaci¨®n rural. Surge as¨ª una cooperaci¨®n al desarrollo que se aleja de la idealizaci¨®n del peque?o productor como emprendedor, atendiendo a la realidad de que para muchos campesinos la agricultura es su ¨²nica alternativa, al no poder permitirse el lujo del desempleo, y que muchos campesinos carecen de ambici¨®n o motivaci¨®n por la actividad.
La idea es promover, a trav¨¦s del fortalecimiento de las cooperativas, un punto de inflexi¨®n entres las familias campesinas, para que tomen el desarrollo en sus manos suscribiendo una misma idea empresarial e invirtiendo en ella con su propio capital, apalancado en capital externo cuando es necesario, sin esperar a que otros actores externos les proporcionen las herramientas para su desarrollo. Se crea as¨ª una revoluci¨®n silenciosa de transformaci¨®n estructural donde los propios agricultores, a trav¨¦s de las cooperativas, impulsan el desarrollo econ¨®mico y generan empleo en el ¨¢rea rural, permitiendo a muchas familias campesinas salir de la agricultura de subsistencia sin necesidad de migrar, al encontrar trabajo en la agroindustria y los servicios que las cooperativas crean en el medio rural.
Un ejemplo en Latinoam¨¦rica es la agri-agencia holandesa Agriterra, donde solo un tercio de las cooperativas evaluadas cumpl¨ªan los requisitos para recibir apoyo t¨¦cnico. Sin embargo, estas cooperativas obtuvieron un elevado impacto, consiguiendo movilizar 2,73 euros en pr¨¦stamos de capital e inversi¨®n de entidades financieras y 0.53 euros en donaciones de entidades p¨²blicas y de cooperaci¨®n por cada euro recibido en asistencia t¨¦cnica. Esto permiti¨® financiar la construcci¨®n de 16 agroindustrias y generar cientos de puestos de trabajo directos.
No dejar a nadie atr¨¢s parece moralmente lo justo, pero seleccionar rigurosamente a los agentes de cambio genera un mayor impacto social y desarrollo econ¨®mico.
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