Cooperaci¨®n al desarrollo: es tiempo de valientes
Es hora de establecer un nuevo contrato social centrado en las personas. Un cambio de modelo que revierta desigualdades, distribuya bienestar, garantice derechos y nos coloque en la senda de la descarbonizaci¨®n total. El anteproyecto aprobado no est¨¢ a la altura
?Puede el aleteo de una mariposa en Brasil producir un tornado en Texas? Durante a?os cre¨ªmos que nuestros destinos como sociedades eran independientes, que a lo sumo se cruzaban moment¨¢neamente. Pero la pandemia y la crisis clim¨¢tica nos han hecho conscientes de nuestras profundas interdependencias y fragilidad como sociedad global. Nuestros destinos est¨¢n trenzados. Nuestras acciones tienen impactos directos a miles de kil¨®metros.
Dos a?os de pandemia que dejan huella en un mundo que ya era profundamente desigual. Hoy, nueve de cada 10 personas en ?frica siguen sin tener la pauta completa de vacunaci¨®n, mientras que en los pa¨ªses ricos la cifra supera el 80% y un pu?ado de pa¨ªses bloquean la liberalizaci¨®n de las patentes, priorizando los beneficios de grandes corporaciones frente a la vida de millones de personas. La cifra de gente que huye de guerras, violencia, inseguridad y los efectos del cambio clim¨¢tico crece cada a?o. M¨¢s de 1.200 millones viven en contextos de conflicto. Los desastres clim¨¢ticos ya son el principal motivo por el que la gente se ve obligada a abandonar su hogar: una cada dos segundos. Un impacto que sufren las comunidades m¨¢s pobres, pero que causamos las sociedades m¨¢s ricas, responsables de m¨¢s del 90% del exceso hist¨®rico de las emisiones de CO?.
Es hora de establecer un nuevo contrato social centrado en las personas. Un cambio de modelo que revierta desigualdades, distribuya bienestar, garantice derechos y nos coloque en la senda de la descarbonizaci¨®n total. Nos sobran evidencias para saber que, durante la pr¨®xima d¨¦cada, nos toca dar respuesta a grandes retos planetarios, de enorme complejidad, urgencia, alcance e impacto. Retos econ¨®micos, sociales y medioambientales marcados por unas desigualdades econ¨®micas, raciales y de g¨¦nero que son cada vez mayores y que atrapan a miles de millones de personas en la pobreza y en la injusticia. Todav¨ªa hoy, 3.000 millones de personas sobreviven con menos de cinco d¨®lares y medio diarios.
Frente al olvido, la indiferencia y la falta de empat¨ªa, necesitamos tambi¨¦n pol¨ªticas a la altura, transformadoras, que asuman como responsabilidad propia los asuntos globales. Y es en este contexto que el nuevo anteproyecto de ley para de Cooperaci¨®n para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global adquiere una relevancia e importancia especiales.
Frente al olvido, la indiferencia y la falta de empat¨ªa, necesitamos tambi¨¦n pol¨ªticas a la altura, transformadoras, que asuman como responsabilidad propia los asuntos globales
Despu¨¦s de una d¨¦cada perdida en la que nuestra cooperaci¨®n perdi¨® brillo, recursos, intencionalidad y compromiso, este es el momento de llevar a buen t¨¦rmino una refundaci¨®n integral que pase por una nueva ley, pero tambi¨¦n por reformas institucionales de calado y por un plan contundente de inversi¨®n. No basta con hacer algunos ajustes y ponerle voluntad y adaptar la ret¨®rica. Espa?a debe aspirar a ser motor de vanguardia y de cambio en la agenda global, contribuyendo tambi¨¦n a una nueva arquitectura del sistema internacional de cooperaci¨®n, m¨¢s democr¨¢tica y acorde con los tiempos.
Por ello, esta ley debe tener vocaci¨®n de pol¨ªtica de car¨¢cter global, transformadora, que trascienda la acci¨®n exterior de Espa?a, impregnando toda la acci¨®n p¨²blica. Pero frente a esa necesidad, pese a las buenas intenciones y algunas novedades interesantes, la ley se queda corta en ambici¨®n, propuestas y orientaci¨®n a futuro. Estamos ante una propuesta que presenta demasiados elementos de inercia y de continuidad en abordaje e instrumentos; que adolece de falta de intencionalidad en la promoci¨®n de una cooperaci¨®n feminista, ecologista y de defensa de derechos; y que no bebe de algunas de las cooperaciones m¨¢s innovadoras impulsadas fuera de nuestras fronteras.
Uno de los elementos m¨¢s positivos de esta ley es la incorporaci¨®n de compromisos financieros para alcanzar el 0,7% de la RNB y asegurar la dedicaci¨®n del 10% de la AOD a la ayuda humanitaria en 2030. Un hito sumamente importante, aunque llega tarde. Y de momento no es m¨¢s que un brindis al sol. Para hacerlo efectivo, debe establecerse una senda clara para cumplir con el compromiso, con etapas intermedias. La pol¨ªtica necesita de abundantes recursos para acompa?ar a decenas de millones de personas en crisis humanitarias, fortalecer sistemas p¨²blicos de educaci¨®n salud o protecci¨®n social, defender los derechos humanos a capa y espada, amplificar la voz o visibilizar el papel de la sociedad civil y de las organizaciones de mujeres.
El contexto externo nos exige una ley que entienda la cooperaci¨®n como una pol¨ªtica global y de car¨¢cter transversal, con implicaciones para muy diversas pol¨ªticas de naturaleza exterior, pero tambi¨¦n dom¨¦sticas, como son la gesti¨®n de la deuda externa de los pa¨ªses empobrecidos, la educaci¨®n para la ciudadan¨ªa global, el papel del sector privado ¨Cy el proceso de debida diligencia en derechos humanos¨C o la contribuci¨®n a las metas de desarrollo global. Por ello, la ley debe salir del cors¨¦ autoimpuesto de la acci¨®n exterior, asegurando adem¨¢s su autonom¨ªa y evitando ser reh¨¦n de intereses geoestrat¨¦gicos de seguridad y control migratorio. Debe reforzar los mecanismos para asegurar la coherencia de pol¨ªticas para el desarrollo sostenible y una buena articulaci¨®n con el resto de ministerios, dotando adem¨¢s al mecanismo de las capacidades y atribuciones adecuadas para jugar su rol.
La ley debe tambi¨¦n reconocer el papel clave de las ONG, a trav¨¦s de un marco de relaci¨®n potente que adem¨¢s valore su papel esencial en la articulaci¨®n de agendas, la construcci¨®n de conocimiento y el papel fundamental que juegan para la democracia y el desarrollo.
Es tiempo de valientes. Es el momento de trabajar codo con codo, con determinaci¨®n, para construir una sociedad justa para todas las personas, en una acci¨®n global colectiva. Tenemos una d¨¦cada en la que nos jugamos nuestro futuro como humanidad. Y en esta construcci¨®n colectiva no sobra nadie: individuos, movimientos, organizaciones de base, ONG locales o internacionales, empresas responsables... Todas debemos reforzar los lazos del internacionalismo, trabajando desde nuestra diversidad, fortalezas y complementariedades. Y esta ley puede ser una gran oportunidad, justamente para ordenar el terreno de juego y sentar los cimientos de una cooperaci¨®n realmente transformadora.
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