El trabajo infantil se combate con educaci¨®n
A pesar de ser una de las prioridades de los organismos de derechos humanos, 160 millones de ni?os siguen sufriendo explotaci¨®n laboral. Las guerras, las crisis econ¨®micas y la desigualdad son las principales amenazas
¡°Si no trabajo, mi familia morir¨¢ de hambre. Con mis ingresos estoy pagando el alquiler de nuestra casa y asegurando la comida para m¨ª y para mi madre. Por eso sigo trabajando en la tienda¡±. Esta frase tan dura es de Sumaya, de Banglad¨¦s. Tiene 14 a?os y desde hace dos trabaja en una tienda de ropa. Ahora vive m¨¢s contenta y relajada, a pesar de las muchas horas que pasa de pie: ha dejado de ejercer como trabajadora dom¨¦stica y sus jefes no la maltratan f¨ªsicamente como hac¨ªan en su antiguo empleo.
El caso de Sumaya es el de tantos ni?os y ni?as, como S¨¦tou, Kabir, o Anne, que viven en pa¨ªses como Mal¨ª, India o Burkina Faso. Sumaya, dentro de su fr¨¢gil situaci¨®n, al menos ahora vive menos amenazada. Otros no tienen la misma suerte. Como ellos, en el mundo hay 160 millones de ni?os y ni?as de entre 5 y 17 a?os ¡ª63 millones de ni?as y 97 millones de ni?os, seg¨²n la OIT y Unicef¡ª que trabajan. Se trata de uno de cada 10, y entre ellos, casi la mitad realiza trabajos peligrosos.
En el D¨ªa Mundial contra el Trabajo Infantil, un a?o m¨¢s, hemos de lamentarnos por un fen¨®meno que no disminuye. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible se marcaron como meta erradicar el trabajo infantil en 2025, o sea de aqu¨ª a dos a?os. Sin embargo, todo apunta a que en esa fecha habr¨¢ todav¨ªa 140 millones de ni?os trabajando.
M¨¢s de un tercio de los ni?os y ni?as en situaci¨®n de trabajo infantil no est¨¢n escolarizados. Aquellos que realizan trabajos peligrosos tienen a¨²n menos probabilidades de asistir a la escuela
El trabajo infantil constituye una violaci¨®n de los derechos de la infancia, perjudica su bienestar y es da?ino para su desarrollo integral. No hablamos del trabajo que un ni?o efect¨²a de forma puntual y ligera, como reponer alimentos o coser alg¨²n vestido, o de tareas que, si se ejecutan de forma adecuada, pueden hasta contribuir al aprendizaje y a la socializaci¨®n de ni?as, ni?os y adolescentes. Hablamos de aquel que priva a la infancia de sus derechos fundamentales, como a la educaci¨®n, la protecci¨®n, la participaci¨®n y la salud, sin olvidarnos del ocio y el juego, tan importantes en esta etapa. Hablamos de erradicar un trabajo que no siempre garantiza su acceso a medicamentos, alimentaci¨®n y ropa adecuada, y los expone a accidentes y enfermedades por sus duras condiciones (demasiadas horas, manipulaci¨®n de material pesado o peligroso, exposici¨®n a condiciones clim¨¢ticas adversas). Aquel que los separa de sus padres y madres u otros familiares, haci¨¦ndolos vivir en entornos hostiles, y sin relaciones seguras con los pares o personas adultas de confianza. Esta mezcla conlleva una mayor exposici¨®n a violencias de todo tipo, incluyendo la sexual. Hablamos tambi¨¦n de erradicar formas extremas de vulneraciones de derechos como la explotaci¨®n sexual comercial y el reclutamiento forzado en grupos armados.
El trabajo infantil, al provenir de una combinaci¨®n de causas ¡ªla falta de leyes apropiadas, o su implementaci¨®n, la falta de recursos y el car¨¢cter informal de la econom¨ªa, las carencias en los sistemas de protecci¨®n social y de educaci¨®n, normas sociales y pr¨¢cticas da?inas¡ª se agudiza en situaciones de crisis: el riesgo de trabajo infantil para los que viven en pa¨ªses afectados por conflictos es tres veces superior a la media mundial.
La crisis de la covid-19 ha provocado un receso en los avances hacia la eliminaci¨®n del trabajo infantil y sus peores formas. Si bien es cierto que regiones del mundo como Asia o Am¨¦rica registraron una reducci¨®n de la incidencia del trabajo infantil, hay grandes disparidades entre regiones, y a nivel global, la lucha contra este fen¨®meno est¨¢ estancada. En ?frica subsahariana, donde la incidencia es la m¨¢s alta, este ha aumentado en los ¨²ltimos a?os y ahora concierne al 23,9% de los ni?os y ni?as. Tambi¨¦n hay disparidad en las franjas de edad, con un preocupante aumento de los menores de entre 5 y 11 a?os que ahora trabajan en todo el mundo. A esa edad, lo justo es jugar, beneficiarse de un entorno protector y asistir a la escuela.
M¨¢s de un tercio de los ni?os y ni?as en situaci¨®n de trabajo infantil no est¨¢n escolarizados y aquellos que realizan trabajos peligrosos tienen a¨²n menos probabilidades de asistir a la escuela. El trabajo infantil afecta al acceso a la escuela, as¨ª como a la asistencia y el mantenimiento. Le impide a la infancia aprender de forma adecuada y feliz. Por eso es tan importante garantizar una educaci¨®n segura, inclusiva y de calidad para todos los ni?os y ni?as. Se debe asegurar la educaci¨®n obligatoria hasta cierta edad ¡ªla misma edad bajo la cual el trabajo est¨¦ prohibido ¡ª, y fortalecer los sistemas para que la educaci¨®n respete las necesidades de aquellos ni?os y ni?as que se incorporan despu¨¦s de experiencias de trabajo. Se ha de garantizar la continuidad para los y las adolescentes que quieran seguir estudiando, reforzar los sistemas de formaci¨®n profesional o t¨¦cnica, y proporcionar un acceso al empleo seguro.
Hay que educar desde la ra¨ªz, fomentando el di¨¢logo y activando la escucha con todos los actores, sobre todo con aquellos que m¨¢s saben de los riesgos: los propios ni?os y ni?as. Es hora de acelerar los esfuerzos para que tomen conciencia de sus derechos, para que se protejan a s¨ª mismos y a sus pares. Hemos de combatir su invisibilidad, escuchando y entendiendo lo que nos dicen, para as¨ª conocer sus realidades, fortalecer sus capacidades y apoyar sus iniciativas. Es crucial que se les deje el espacio para defender su derecho a la educaci¨®n, pero tambi¨¦n a un trabajo digno, lo que significa salario m¨ªnimo, condiciones de seguridad y garant¨ªa de un horario adecuado a su edad y desarrollo.
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