Es el momento de que los bancos de desarrollo dejen de financiar la ganader¨ªa industrial

Hace un mes, cuando los l¨ªderes mundiales se reunieron en la Cumbre de Finanzas en Com¨²n, en Cartagena (Colombia), subrayaron la urgencia de abordar las crisis del clima y la biodiversidad. Los bancos multilaterales de desarrollo, con su enorme influencia, desempe?an un papel vital en la configuraci¨®n del futuro de nuestro planeta. Sin embargo, para que estos bancos puedan desempe?ar eficazmente este papel fundamental, primero deben demostrar su compromiso con la acci¨®n responsable, dejando de financiar la ganader¨ªa industrial.

Las consecuencias de la ganader¨ªa industrial son profundamente alarmantes. Este m¨¦todo de producci¨®n ganadera a gran escala conduce a la deforestaci¨®n, el uso excesivo de agua y la contaminaci¨®n, as¨ª como a la liberaci¨®n de enormes cantidades de gases de efecto invernadero, sobre todo metano. La producci¨®n de alimentos es actualmente la principal causa de p¨¦rdida de biodiversidad y la ganader¨ªa es responsable de aproximadamente el 14,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La ganader¨ªa industrial tambi¨¦n provoca resistencia a los antimicrobianos y unas condiciones p¨¦simas de bienestar animal.

En Colombia, un pa¨ªs famoso por su rica biodiversidad, este modelo de agricultura supone una amenaza existencial para sus ecosistemas, agravando la crisis clim¨¢tica y socavando la capacidad de cumplir los compromisos clim¨¢ticos internacionales. Los bancos multilaterales de desarrollo, instituciones como el Banco Mundial y su parte del sector privado, la Corporaci¨®n Financiera Internacional (CFI), que dicen querer salvaguardar el futuro de nuestro planeta, son actualmente c¨®mplices de esta degradaci¨®n medioambiental. Invierten miles de millones de d¨®lares de los contribuyentes en la ganader¨ªa industrial, apuntalando un sistema fallido que socava fundamentalmente el desarrollo sostenible.

M¨¢s de tres cuartas partes de las tierras agr¨ªcolas se destinan a la producci¨®n ganadera, sin embargo, estas tierras solo producen el 18% de las calor¨ªas del mundo y el 37% de nuestras prote¨ªnas totales

Financiar la expansi¨®n de la ganader¨ªa industrial socava sus compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo Clim¨¢tico de Par¨ªs y el Marco Global de Biodiversidad. Se supone que estos bancos deben asignar juiciosamente el dinero de los contribuyentes a proyectos que realmente beneficien a la sociedad y promuevan la prosperidad compartida. Los bancos de desarrollo citan a menudo el objetivo de la ¡°seguridad alimentaria¡± para justificar su apoyo a proyectos de ganader¨ªa industrial. Sin embargo, la realidad sobre el terreno revela a menudo una historia totalmente distinta. Estos fondos enriquecen predominantemente a los gigantes del agronegocio; por ejemplo, en los ¨²ltimos a?os, la CFI ha invertido cientos de millones de d¨®lares en el comerciante industrial de soja Louis Dreyfus Corporation (LDC) en Brasil, en la mayor empresa c¨¢rnica de Ecuador, PRONACA y en el gigante l¨¢cteo Alvoar en Brasil, mientras que los peque?os agricultores luchan por acceder al cr¨¦dito y a la asistencia t¨¦cnica.

M¨¢s de tres cuartas partes de las tierras agr¨ªcolas se destinan a la producci¨®n ganadera, sin embargo, estas tierras solo producen el 18% de las calor¨ªas del mundo y el 37% de nuestras prote¨ªnas totales. Utilizar estas tierras para cultivos destinados directamente al consumo humano podr¨ªa aumentar la seguridad alimentaria mundial y alimentar a otros 4.000 millones de personas al a?o.

En Colombia, donde la agricultura es una piedra angular de su econom¨ªa, este problema toca de cerca. Los agricultores familiares, que constituyen la mayor¨ªa del sector agr¨ªcola, se enfrentan a enormes dificultades para acceder a ayudas y recursos financieros. Los fondos de los bancos multilaterales de desarrollo, que deber¨ªan reforzar la agricultura ecol¨®gica y a peque?a escala, se desv¨ªan a grandes empresas para la ganader¨ªa extensiva, que prioriza los beneficios sobre la responsabilidad medioambiental y social y los derechos humanos, desplazando a menudo a comunidades ind¨ªgenas y tradicionales.

Esta monopolizaci¨®n del sector agr¨ªcola perpet¨²a la desigualdad social, poniendo en peligro el trabajo de los agricultores familiares que se ven obligados a vender sus tierras o a trabajar en condiciones de explotaci¨®n para estos gigantes de la agricultura. Financiando proyectos que apoyen a los peque?os agricultores ¡ªque producen alrededor de un tercio de los alimentos del mundo¡ª, los bancos multilaterales de desarrollo podr¨ªan apuntalar el suministro de alimentos y crear millones de puestos de trabajo.

Para lograr la ambiciosa agenda clima establecida en la Cumbre de Finanzas en Com¨²n, los bancos multilaterales de desarrollo deben ahora demostrar su compromiso con el desarrollo sostenible, alineando sus pol¨ªticas de pr¨¦stamos agr¨ªcolas con el imperativo clim¨¢tico. La elecci¨®n es suya: seguir inyectando dinero en las granjas industriales y poner en peligro un planeta habitable; o tomar partido por la soberan¨ªa alimentaria y el desarrollo sostenible, invirtiendo en sistemas alimentarios sanos y ecol¨®gicos que protejan el futuro colectivo.

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