Las ciudades nocturnas obligan a gestionar la otra mitad del d¨ªa
Ya son m¨¢s de 60 urbes en el mundo las que cuentan con un ¡°alcalde para la noche¡± o una oficina especializada en la gesti¨®n de la convivencia, productividad y cultura que se desarrolla cuando el sol se apaga
El tiempo, al igual que el espacio, es una variable clave en la gesti¨®n de las ciudades. Las calles y espacios p¨²blicos no tienen el mismo uso a las diez de la ma?ana que a las diez de la noche. Sin embargo, el ciclo de las 24 horas no siempre es tomado en cuenta a la hora de dise?ar pol¨ªticas urbanas.
Como concepto, la ciudad 24 horas no es un modelo nuevo. En los a?os ochenta, el soci¨®logo estadounidense Murray Melbin traz¨® una analog¨ªa entre la escasez de suelo y la escasez del tiempo, convirtiendo a este ¨²ltimo en la ¡°nueva frontera¡± en el proceso de urbanizaci¨®n. Pocos a?os m¨¢s tarde, el t¨¦rmino ¡°ciudad 24 horas¡± surgi¨® casi de manera simult¨¢nea en distintas partes del mundo como una plataforma para mejorar la seguridad nocturna de los centros urbanos y un catalizador de procesos de regeneraci¨®n. Sin embargo, desde sus or¨ªgenes, el concepto estuvo cargado de desconfianza por parte de aquellos que tem¨ªan que activar las ciudades durante la noche no dejar¨ªa lugar para el descanso, el ocio y la salud mental de los ciudadanos.
30 a?os m¨¢s tarde, la ciudad 24 horas adquiere un sentido m¨¢s amplio: aquella que emplea el tiempo como un recurso estrat¨¦gico. En otras palabras, una ciudad que entiende que el tiempo, al igual que el espacio, es un recurso escaso que es necesario administrar. Esto implica tener un conocimiento minucioso sobre sus activos nocturnos ¡ªel amplio espectro de actividades productivas, sociales y culturales que se desarrollan durante la noche¡ª y distribuirlos geogr¨¢ficamente en funci¨®n de sus costos y beneficios. Esta tarea no solo supone contar con elementos f¨ªsicos tales como iluminaci¨®n y transporte nocturno (el hardware), sino que tambi¨¦n requiere de normas y principios que sirvan para programar la actividad nocturna de la ciudad de una manera consciente, inclusiva y sostenible (el software).
El concepto de ciudad 24 horas estuvo cargado de desconfianza por parte de aquellos que tem¨ªan que activar las ciudades durante la noche no dejar¨ªa lugar para el descanso, el ocio y la salud mental de los ciudadanos
La pregunta es, ?qui¨¦n debe hacerse cargo de esta tarea? El t¨¦rmino gobernanza nocturna hace alusi¨®n a la red creciente de instituciones p¨²blicas y privadas involucradas en la gesti¨®n de la nocturnidad. Ya son m¨¢s de 60 ciudades a nivel mundial que cuentan con un ¡°alcalde nocturno¡± o una oficina especializada en monitorear y dimensionar problem¨¢ticas, y proponer soluciones innovadoras para potenciar la otra mitad del d¨ªa. Sin embargo, estos nuevos gestores nocturnos se han encontrado con el reto de mediar entre quienes quieren trabajar o socializar de noche, y aquellos que solo quieren dormir.
La pandemia supuso un impacto sin precedentes en los ritmos temporales de la ciudad. Las medidas m¨¢s populares para contener la propagaci¨®n del virus fueron los toques de queda y la interrupci¨®n de los servicios de transporte nocturno, como es el caso del metro de Nueva York, que por primera vez dej¨® de operar las 24 horas desde su inauguraci¨®n en 1904. Estas disrupciones, aunque temporales, exacerbaron las diferencias ya existentes en la percepci¨®n de la vida nocturna en la ciudad. Por un lado, los vecinos se acostumbraron a vivir con menos ruido. Por otro, los due?os y trabajadores de bares y restaurantes vivieron una disrupci¨®n hist¨®rica de sus actividades. Los j¨®venes, por su parte, exploraron nuevas oportunidades de socializaci¨®n y se volcaron a espacios virtuales para satisfacer necesidades de ocio y esparcimiento. Estas diferencias ¡ªaunadas a cambios de h¨¢bitos sociales, a un mayor uso de los espacios p¨²blicos, a la vuelta del turismo y las aglomeraciones, y a una crisis energ¨¦tica en aumento¡ª suponen repensar la distribuci¨®n m¨¢s eficiente de las actividades que tienen lugar en la ciudad.
La noche brinda un espacio ¨²nico para poner a prueba nuevos modelos de gobernanza y de colaboraci¨®n
Algunas ciudades est¨¢n innovando en este sentido. Desde el punto de vista del hardware, cada vez son m¨¢s comunes las alianzas entre entes p¨²blicos y privados para mejorar la oferta de transporte nocturno, tales como un piloto entre Uber y Lyft para mejorar la movilidad nocturna en el centro de Orlando, Florida. Desde el punto de vista del software, metr¨®polis como Londres buscan crear zonas especiales de actividad nocturna prolongada a fin de generar nuevas fuentes de ingresos y de socializaci¨®n. Sin embargo, las innovaciones m¨¢s interesantes est¨¢n ocurriendo a nivel institucional, ya que la noche brinda un espacio ¨²nico para poner a prueba nuevos modelos de gobernanza y de colaboraci¨®n.
Durante mi paso por la Universidad de Harvard tuve la oportunidad de desarrollar una metodolog¨ªa participativa que busca construir una visi¨®n nocturna a partir de espacios de di¨¢logo y cocreaci¨®n entre los distintos grupos de inter¨¦s de una ciudad. Hasta la fecha, he tenido oportunidad de ponerla a prueba en dos ciudades latinoamericanas ¡ªValpara¨ªso, en Chile, y Tegucigalpa, en Honduras¡ª y recientemente en Barcelona, a trav¨¦s de talleres con representantes del sector del ocio nocturno, turismo y restauraci¨®n; representantes de asociaciones vecinales; representantes de asociaciones juveniles, y representantes de la administraci¨®n p¨²blica. El resultado de estos ejercicios es un plan de acci¨®n a largo plazo que toma en cuenta las necesidades de todos los ciudadanos y sirve de base para construir un modelo de gobernanza para gestionar de manera proactiva la convivencia, la productividad y la cultura urbana, tanto de d¨ªa, como de noche.
La gesti¨®n nocturna no solo est¨¢ al alcance de las grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Urbes con vocaci¨®n y patrimonio cultural como Sevilla y San Sebasti¨¢n, aquellas con actividad portuaria y distribuci¨®n nocturna de mercanc¨ªas como M¨¢laga y Valencia, y ciudades universitarias como Pamplona o Zaragoza, tambi¨¦n son grandes beneficiarias de una visi¨®n estrat¨¦gica de su actividad nocturna.
?Cu¨¢l ser¨¢ la siguiente ciudad de Espa?a en sumarse a esta tendencia?
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