Ciudades que escuchan a la juventud

Vivir la democracia es mucho m¨¢s que votar o ser candidato a elecciones, aunque sin duda sean de suma importancia. Seg¨²n el Consejo de Europa, participar y ejercer la ciudadan¨ªa plena es tener los derechos, herramientas, espacio, oportunidad y apoyo para influir en las decisiones pol¨ªticas y vincularse con acciones y actividades que contribuyan a construir una sociedad mejor. Conseguirlo en nuestras ciudades es tarea conjunta de la ciudadan¨ªa y de los ayuntamientos, a trav¨¦s de un ejercicio de responsabilidad vecinal y asegurando canales de participaci¨®n p¨²blica, respectivamente.

Se ha probado que la implicaci¨®n directa de la ciudadan¨ªa en todas las fases de los procesos p¨²blicos eleva la calidad de la democracia, refuerza la confianza en los gobiernos, promueve la innovaci¨®n y puede mejorar el resultado de las pol¨ªticas p¨²blicas. En Espa?a vivimos desde hace d¨¦cadas un avance, lento pero constante, de la promoci¨®n de la participaci¨®n ciudadana: financiando actividades c¨ªvicas, consultando los planes sectoriales, a trav¨¦s de presupuestos participativos, de plataformas virtuales de consulta p¨²blica o las primeras asambleas ciudadanas, entre otras acciones.

Se dice que somos una generaci¨®n pasiva o desinteresada. Sin embargo, estudios recientes muestran que nos estamos organizando de otras maneras

En el ¨²ltimo Congreso Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), en la ciudad surcoreana de Daejon, se abord¨® precisamente qu¨¦ camino deb¨ªan seguir las localidades de todo el mundo para mejorar la relaci¨®n con su ciudadan¨ªa. En los meses anteriores, activistas j¨®venes y mayores, l¨ªderes de la sociedad civil o t¨¦cnicos de organizaciones internacionales hab¨ªan desarrollado propuestas para esbozar un Pacto para el Futuro. Y durante cinco d¨ªas, en Daejon, se debatieron con los responsables pol¨ªticos de las ciudades de todo el mundo y se acord¨® que era momento de escuchar a los vecinos y vecinas.

Las nuevas generaciones

La juventud es una pieza importante, aunque est¨¦n menos involucrados en los procesos p¨²blicos. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha habido una preocupaci¨®n de que las nuevas generaciones reduc¨ªan la participaci¨®n en la pol¨ªtica tradicional: se dice que somos una generaci¨®n pasiva o desinteresada. Sin embargo, estudios recientes muestran que nos estamos organizando de otras maneras. Miles de j¨®venes participan cada a?o de intercambios, eventos y programas donde debaten y deciden qu¨¦ es relevante para ellos y c¨®mo hacerlo realidad. Cada vez se crean m¨¢s asociaciones peque?as o grandes movimientos, de forma premeditada o espont¨¢nea, que ocupan las calles unas horas o se re¨²nen desde la comodidad de su sof¨¢ en el mundo digital.

No es que los j¨®venes quieran participar, es que, con pocos recursos y mucha seriedad, est¨¢n teniendo ya un impacto enorme en la vida de las ciudades

En Se¨²l (Corea del Sur), Pek¨ªn (China), Tokio (Jap¨®n) o Taip¨¦i (Taiw¨¢n), estos movimientos han llenado las ciudades para reivindicar un futuro digno. En peque?os pueblos de Mal¨ª, los j¨®venes se autoorganizan para proteger a sus familias de los ataques terroristas, y en Lagos (Nigeria) para terminar con la violencia policial. En Nairobi (Kenia), en el confort de un caf¨¦, los j¨®venes reflexionan sobre c¨®mo producir una empresa innovadora que mejore la vida de sus comunidades. En pueblos colombianos, se re¨²nen para proteger la paz. Y en Barcelona, el Consejo de Juventud sienta a los menores de 30 a debatir sobre lo importante, y luego hace presi¨®n a las instituciones para que se tengan en cuenta las propuestas. En definitiva, no es que los j¨®venes quieran participar, es que, con pocos recursos y mucha seriedad, est¨¢n teniendo ya un impacto enorme en la vida de las ciudades.

Toda propuesta de gobernanza para las elecciones de 2023 deber¨ªa incluir la escucha y colaboraci¨®n con la ciudadan¨ªa, y en especial con las personas j¨®venes. Y tras los comicios, deber¨ªa verse reflejado en la composici¨®n de las concejal¨ªas, y a trav¨¦s de los planes de trabajo de estas. Existe una juventud movilizada que ya est¨¢ mejorando la vida de sus comunidades, y mucha otra tiene el potencial para ello, aunque falte del h¨¢bito, los recursos o la confianza para hacerlo. El mayor esfuerzo ser¨¢ normalizar que la vida democr¨¢tica es tambi¨¦n una vida de colaboraci¨®n y debate ciudadano, y crear las estructuras de forma que tambi¨¦n los j¨®venes lo hagan.

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