Se busca bandera social
Rubalcaba puso el acento en que en esta ¡°nueva fase de la crisis¡± el mayor esfuerzo debe hacerse en educaci¨®n y en ciencia
Algunos mensajes de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba eran previsibles. Por ejemplo, que las conquistas en derechos civiles y sociales peligran si gana Rajoy las elecciones. Las contradicciones del PP ante asuntos pol¨¦micos como el aborto, el divorcio o el matrimonio homosexual son un evidente punto d¨¦bil de Rajoy, obligado a nadar entre distintas aguas en su propio partido. Otros anuncios del aspirante socialista no eran tan esperados y pueden insinuar correcciones en el rumbo. Solo los iniciados se fijaron en c¨®mo Rubalcaba puso el acento en que en esta ¡°nueva fase de la crisis¡± el mayor esfuerzo debe hacerse en educaci¨®n y en ciencia. Que no es, exactamente, lo que se ven¨ªa haciendo.
Lo social no domin¨® ayer la primera rueda de prensa del presidenciable Rubalcaba, que de todas las normas hechas estos ocho a?os solo cit¨® en concreto la ley del aborto: ¡°El PP la derogar¨ªa¡±, afirm¨® sin margen para la duda, porque el propio Mariano Rajoy ha dicho que ¡°su idea¡± es volver a la ley anterior, hecha por el primer gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y en vigor desde 1985. La diferencia entre una y otra es que, frente al modelo de supuestos para el aborto establecido entonces (que inclu¨ªa el coladero del riesgo psicol¨®gico sin plazo l¨ªmite), la nueva ley, en vigor desde julio, establece un plazo de 14 semanas en que la decisi¨®n de abortar es libre para la mujer. En la pr¨¢ctica, con plazos o con supuestos, con Aznar o con Zapatero, se practican alrededor de 100.000 abortos al a?o en Espa?a. Que Rajoy est¨¦ en condiciones de abrir el debate de la ley del aborto dentro de su propio partido es bastante dudoso; que todo el PP aceptara sin divisiones ni problemas de conciencia votar una ley como la de Felipe Gonz¨¢lez parece complicado. Parece l¨®gico esperar que el nuevo l¨ªder del PSOE meta el dedo en esa yaga. O en la de las bodas homosexuales, que seg¨²n las encuestas tienen un amplio apoyo social y sobre la que Rajoy evita pronunciarse con rotundidad. Ni hablemos del llamado divorcio express, que el PP critic¨® en su d¨ªa pero que ya ni cita como preocupaci¨®n.
Al candidato socialista la falta alguna bandera de este tipo a la que agarrarse en pr¨®ximas campa?as. El partido dice estar orgulloso de lo hecho sobre derechos civiles en los a?os de Zapatero, pero no parece que tenga claros los pr¨®ximos pasos. ?Eutanasia? La ley de muerte digna es tan prudente que Rouco, el jefe de los obispos, ha dicho que est¨¢ tranquilo porque no es de eutanasia. ?Vientres de alquiler? Demasiada pol¨¦mica para casos muy excepcionales. ?Paridad de sexos en los consejos de las empresas? Un debate poco maduro en Europa y cuya imposici¨®n tendr¨¢ un imprevisible efecto en la opini¨®n p¨²blica.
?Y entonces a qu¨¦ se agarrar¨¢ en lo social Rubalcaba? No es mala idea mirar sobre todo a la educaci¨®n y a la investigaci¨®n para ayudar a cambiar el modelo productivo. Los ciudadanos (y todos los expertos) entienden que se d¨¦ prioridad al conocimiento. Pero las transferencias a las autonom¨ªas han reducido al m¨ªnimo el margen de maniobra del Ejecutivo en el terreno educativo. El ministro ?ngel Gabilondo trata de sacar adelante peque?as reformas tras fracasar (porque no conven¨ªa a la oposici¨®n) su propuesta de pacto de Estado por la educaci¨®n. Para colmo, La Moncloa le oblig¨® a poner en marcha medidas que no eran tan prioritarias, como repartir un miniordenador a cada escolar. Con o sin pacto, y ser¨¢ sin pacto, son urgentes mejoras en el sistema educativo, que sigue sacando malas notas en el examen de Pisa y cuya universidad debe ajustarse a las exigencias de Bolonia. Las restricciones presupuestarias son severas: el sistema ha perdido en el ¨²ltimo a?o 1.800 millones de euros. El clima de austeridad deriva peri¨®dicamente en conflictividad y las movilizaciones de indignados ya estaban produci¨¦ndose en los campus mucho antes que en Sol o Plaza de Catalunya.
Y, para indignados, los cient¨ªficos. Los primeros gobiernos de Zapatero dieron un empuj¨®n a la I+D, pero con las vacas flacas vinieron los recortes, con lo que muchos organismos investigadores dicen encontrarse en situaci¨®n l¨ªmite y las cifras espa?olas se han quedado muy lejos de los par¨¢metros europeos. Durante estos dos a?os consecutivos de recortes en la comunidad cient¨ªfica se ha extendido un notable malestar, que crec¨ªa al saberse que otros gobiernos (como el de Obama en EE UU) han salvado a los investigadores del ajuste porque entienden que de ellos depende en buena medida el futuro del pa¨ªs. Apaciguar los ¨¢nimos crispados en la comunidad acad¨¦mica e investigadora es tarea importante para el pr¨®ximo gobierno. Conseguir adem¨¢s vender ilusi¨®n al respecto tendr¨ªa mucho m¨¦rito.?
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