No es por los privilegios, es por el desencanto
La decepci¨®n con la clase pol¨ªtica por su lejan¨ªa, por la crisis y por la corrupci¨®n se traduce en protestas contra sus supuestas prebendas. Lo que se exige es, sobre todo, m¨¢s transparencia
Que los pol¨ªticos no tienen buena fama entre la ciudadan¨ªa es una certeza avalada por las encuestas. El Centro de Investigaci¨®n Sociol¨®gicas (CIS) certifica que la clase dirigente es el tercer problema de los espa?oles, tras el paro y la crisis econ¨®mica. Los indignados del 15-M han hecho suyo este creciente desapego hacia los gobernantes para poner en la diana de sus reivindicaciones el fin de los privilegios de los que goza la casta pol¨ªtica.
Con su omnipresente Democracia real ya, el Movimiento 15-M pide a gritos, en manifestaciones multitudinarias o en pac¨ªficas asambleas, la regeneraci¨®n del sistema pol¨ªtico y econ¨®mico. Y eso pasa, seg¨²n las propuestas de los indignados, por el reparto del trabajo, la seguridad en el empleo, la supresi¨®n de los gastos in¨²tiles en las Administraciones, la subida de los impuestos a la banca o la eliminaci¨®n de los privilegios de la clase pol¨ªtica. Detr¨¢s de estas proclamas hay quien ve un sesgo populista.
Desencanto + mentalidad antipol¨ªtica + crisis + corrupci¨®n originan el cada vez m¨¢s intenso desapego hacia las clases gobernantes que evidencia el CIS, como justifica Xavier Coller, soci¨®logo y experto en ¨¦lites pol¨ªticas de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. ¡°Los pol¨ªticos corruptos son muy pocos. Pero los medios de comunicaci¨®n hacen de ecualizador. Tienen un efecto multiplicador, sobre todo cuando se observan grandes tramas, como el caso G¨¹rtel¡±. Collar percibe que este no es un fen¨®meno coyuntural sino un problema estructural. ¡°Las dictaduras son corruptas por definici¨®n, pero en democracia siempre hay corrupci¨®n¡±, dice. El creciente hast¨ªo hacia la pol¨ªtica hunde tambi¨¦n sus ra¨ªces en el empe?o del Gobierno central en no reconocer la crisis y en demorar la adopci¨®n de medidas para combatirla, remarca Collar, que dirige la Escuela de Alta Gesti¨®n P¨²blica de Andaluc¨ªa.
Al margen del comportamiento del Ejecutivo de Zapatero, los expertos coinciden en que los pol¨ªticos tienen que repensar su estatus. Pero siendo conscientes del papel que desempe?an. El polit¨®logo Joan Subirats sostiene que a menudo no se tiene en cuenta que lo que ahora se ve como ¡°privilegios¡± fueron en su d¨ªa ¡°conquistas de los sectores progresistas que formaban parte de Parlamentos pensados para las ¨¦lites liberales¡±. Se trataba, apunta, de que la gente que se dedicaba a la pol¨ªtica tuviera un salario y una cierta inmunidad para poder eludir las presiones de los poderosos. ¡°Ahora, muchos de esos elementos, justificables en su momento, acaban pareciendo privilegios porque tienen menos sentido¡±.
Subirats: ¡°Lo que se ve como prebendas fue una conquista de los progresistas¡±
La plataforma de los indignados del 15-M ha puesto el foco en la clase pol¨ªtica. Reclama desde el control estricto del absentismo de los cargos electos hasta la imprescriptibilidad de los delitos de corrupci¨®n, pasando por la publicaci¨®n obligatoria de su patrimonio y la reducci¨®n de puestos de libre designaci¨®n.
La pol¨ªtica ya no atrae a personas con una trayectoria profesional previa
?Hasta qu¨¦ punto es una novedad que los ciudadanos protesten por las prebendas de sus dirigentes? ¡°No es algo nuevo ni raro. Esa misma dimensi¨®n antipol¨ªtica existe en otros pa¨ªses y ha existido en otros periodos hist¨®ricos en Espa?a, como, por ejemplo, en la Rep¨²blica o durante la Restauraci¨®n¡±, puntualiza Xavier Coller. La percepci¨®n de esa desafecci¨®n es extremadamente compleja: ¡°Hay un sustrato sociol¨®gico tardofranquista que rechaza la pol¨ªtica. A¨²n pervive esa idea que se resume en la famosa frase de Franco: ¡®Haga como yo, no se meta en pol¨ªtica¡±.
Hay quienes piensan que la ciudadan¨ªa tiene una idea sobrevalorada del estatus de los pol¨ªticos. ?ngel Valencia, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de M¨¢laga, plantea que la clase pol¨ªtica deber¨ªa nutrirse de personas con una trayectoria profesional previa que les permitiera retornar a la sociedad civil. Apela a ese tipo de diputados y senadores que surgieron durante la Transici¨®n. ¡°Ahora existe una mayor profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica. Hay una cooptaci¨®n desde m¨¢s j¨®venes y muchos no tienen una profesi¨®n fuera del mundo pol¨ªtico. Por eso luchan por estar todo el tiempo posible en la pol¨ªtica¡±, dice Valencia. De ah¨ª que d¨¦ la impresi¨®n de que se trata de una casta endog¨¢mica. Para combatir esta tendencia y para no sucumbir a los efectos perversos del poder, considera necesaria ¡°una gran dosis de ¨¦tica p¨²blica¡±.
Los indignados reclaman cuestiones m¨¢s materiales: la supresi¨®n de los privilegios en el pago de los impuestos, los a?os de cotizaci¨®n y el monto de las pensiones; la equiparaci¨®n del sueldo de los representantes del pueblo al salario medio espa?ol, m¨¢s las dietas necesarias para el ejercicio de sus funciones.
¡°La ciudadan¨ªa pide m¨¢s transparencia en sus ingresos, pero a veces ignoramos que los salarios est¨¢n publicados y son accesibles para cualquiera¡±, apunta Xavier Coller. Subirats, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, cree que ser¨ªa oportuno poner al d¨ªa, y ¡°ajustar a la sociedad¡± los salarios de los pol¨ªticos. ?Es mucho o es poco lo que cobran? Depende. Si se compara el sueldo de un diputado espa?ol con el de un europarlamentario (con su lluvia de dietas, viajes en preferente y tropa de ayudantes) o con sus colegas del entorno comunitario parecer¨ªa casi un pobre. La comparaci¨®n con directivos del sector privado ser¨ªa m¨¢s desfavorable.
Los diputados rasos ten¨ªa el a?o pasado un sueldo de 3.100 euros mensuales, a los que suman 870 o 1.800 si viven fuera de Madrid. En Francia, el salario base ronda los 7.000, a los que se a?aden otros 6.000 para gastos. En Italia supera los 10.000, en Alemania roza los 8.000 y en Reino Unido los miembros de la C¨¢mara de los Comunes perciben una n¨®mina fija de unos 6.000 y cuentan con asignaciones que pueden ser 20 veces superiores para contratar asistentes de la circunscripci¨®n. A la hora de hacer comparaciones conviene tener en cuenta que en Alemania, por ejemplo, el salario medio es de 42.400 euros anuales y en Espa?a es de 23.200.
El Movimiento 15-M se ha rebelado contra los salarios y tambi¨¦n contra el modelo de pensiones de los parlamentarios. Se han hecho eco de la idea machaconamente repetida de que con siete a?os en el esca?o sus se?or¨ªas pueden cobrar la pensi¨®n m¨¢xima. Pero los parlamentarios se han apresurado a matizar. Solo cuando un diputado, cumplidos los 65, no alcanza la pensi¨®n m¨¢xima, el Congreso la complementa siempre que haya ocupado el esca?o durante ocho a?os. En tres d¨¦cadas de democracia apenas 81 de los 3.700 legisladores han utilizado este recurso.
Joan Subirats tiene claro que los pol¨ªticos deber¨ªan tener un regimen de pensiones id¨¦ntico al del resto de los trabajadores ¡ª¡°y derecho a paro¡± ¡ª, no deber¨ªan viajar en bussines ni estar exentos de la justicia ordinaria por su condici¨®n de aforados.
Solo 81 de 3.700 parlamentarios se acogieron a la pensi¨®n m¨¢xima
M¨¢s all¨¢ de estos privilegios, el problema no es el sueldo de Zapatero o que tenga coche oficial. Los expertos perciben que lo inquietante es que alcaldes de peque?os Ayuntamientos tengan una n¨®mina superior a la del presidente del Gobierno y est¨¦n rodeados de una corte de asesores. ¡°La actividad p¨²blica debe estar bien pagada. Los dirigentes tienen que tener un estatus social y una remuneraci¨®n econ¨®mica a la altura de lo que representan. Hace falta ¨¦tica p¨²blica para que esto funcione de otra manera y cultivar una mentalidad diferente. Demostrar que los representantes del pueblo no tienen nada que ocultar y que no est¨¢n en la vida publica para enriquecerse¡±, sostiene el polit¨®logo ?ngel Valencia al tiempo que reclama transparencia y rendici¨®n de cuentas.
¡°Sociedades civiles m¨¢s fuertes controlan mejor a sus pol¨ªticos¡±
En al menos algunas de estas reivindicaciones, los pol¨ªticos parecen haber recogido el guante. Los diputados quieren arrojar luz sobre sus cuentas, su patrimonio y sus actividades extra. Llueven las iniciativas para regular las remuneraciones, el regimen de incompatibilidades y los derechos de los parlamentarios. El PSOE propone publicar con todo detalle sus bienes y los de sus familias, el PP solicita que el r¨¦gimen de pensiones sea el mismo que el del resto de los ciudadanos, e IU se decanta por endurecer el regimen de incompatibilidades.
La negativa percepci¨®n de los ciudadanos sobre la clase pol¨ªtica no es del todo compartida por los expertos. El catedr¨¢tico Xavier Coller distingue entre dos tipos de pol¨ªticos: los de designaci¨®n y los de representaci¨®n. Estos ¨²ltimos (diputados, senadores, alcaldes, concejales) tienen menos prerrogativas que los primeros (ministros, consejeros, asesores, altos funcionarios). ¡°Los privilegios van adheridos al cargo. Otra cosa es que tengan cierta informaci¨®n de la que carece el ciudadano com¨²n¡±, advierte. Si esta informaci¨®n es relativa a una recalificaci¨®n de terrenos, el privilegio puede dejar de serlo para convertirse en un delito. Manejar informaci¨®n privilegiada le cost¨® por ejemplo, el cargo, al exgobernador del Banco de Espa?a Mariano Rubio.
Los parlamentarios no pueden acceder al paro porque no cotizan, de manera que reciben una indemnizaci¨®n de un mes por a?o en el esca?o, con un m¨¢ximo de 24 meses. El resto de trabajadores reciben 20 d¨ªas por a?o, seg¨²n la ¨²ltima reforma laboral. Algunos grupos se han apresurado a proponer que esta indemnizaci¨®n la perciban solo los parlamentarios que se queden en el paro.
Otro de los aspectos a debate es el r¨¦gimen de incompatibilidades. Algunos grupos son partidarios de endurecerlas y no faltan quienes reclaman plena dedicaci¨®n a los parlamentarios.
¡°Aqu¨ª hay una zona de grises que puede ser percibida por la ciudadan¨ªa como la utilizaci¨®n de ciertos privilegios¡±, previene Collar, consciente de que los parlamentarios pueden utilizar informaci¨®n para beneficiar a las personas que acuden a los bufetes de abogados en los que colaboran. ¡°A no ser que se endurezca el regimen de incompatibilidades, es algo muy dif¨ªcil de regular¡±, a?ade.
En el fondo del debate sobre los salarios de las clases dirigentes late el meollo de la cuesti¨®n: ?El trabajo que hacen justifica su sueldo? Los sistemas anglosajones, como apunta Subirats, generan mayor control sobre el absentismo. El parlamentario es el representante de un territorio concreto ¡°y tiene que curr¨¢rselo¡±. ¡°Sociedades civiles m¨¢s fuertes que la nuestra, como es el caso del Reino Unido, controlan de manera m¨¢s eficiente a los pol¨ªticos. La representaci¨®n es m¨¢s personalizada¡±. All¨ª, los diputados trabajan de lunes a jueves en el Parlamento y el viernes y el s¨¢bado se dedican a su circunscripci¨®n. ¡°En Estados Unidos los lobbys est¨¢n permanentemente elaborando estad¨ªsticas de lo que votan congresistas y senadores. Son un mecanismo de control de la ciudadan¨ªa¡±
Controles a los que no son ajenos los expresidentes del Gobierno. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Felipe Gonz¨¢lez perciben sus correspondientes pensiones (80.000 euros) y han sido fichados, respectivamente, como asesores por Endesa (un puesto remunerado con unos 200.000 euros) y Gas Natural (alrededor de 126.000). En este punto, catedr¨¢tico ?ngel Valencia se muestra indulgente. ¡°Son figuras muy importantes y es evidente que deben tener coche oficial, escolta y pensi¨®n. Han sido personajes p¨²blicos y seguir¨¢n si¨¦ndolo toda la vida. Hay que exigirles una conducta y ¨¦tica p¨²blica pero es l¨®gico que impartan conferencia y que las cobren m¨¢s caras que las que imparte un profesor de universidad¡±.
En este camino hacia la regeneraci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas, el mejor ejercicio de control y transparencia de los pol¨ªticos es, seg¨²n Subirats, las iniciativas legislativas populares. Un instrumento del que no se ha hecho uso durante la democracia.
Listas abiertas... o limpias
?C¨®mo castigar a un pol¨ªtico corrupto? Lo obvio es no votarle. Pero los partidos no dan opci¨®n a tachar su nombre. ?Acabar¨ªan con el problema las listas abiertas? ¡°Los partidos y las c¨²pulas dirigentes dif¨ªcilmente aceptar¨ªan un sistema as¨ª. Los comit¨¦s de listas tienen el poder de seleccionar a los candidatos y no parece probable que renuncien a ese poder¡±, dice el soci¨®logo Xavier Coller.
Cambiar el sistema electoral presenta infranqueables resistencias por razones estructurales y estrat¨¦gicas. Adem¨¢s, un cambio sustancial, como la puesta en marcha de listas abiertas, probablemente no ser¨ªa la receta m¨¢s adecuada ni introducir¨ªa factores de libertad para elegir a los candidatos m¨¢s eficientes. ¡°No es una soluci¨®n m¨¢gica¡±, explica el catedr¨¢tico ?ngel Valencia, para quien las listas abiertas ¡°no introducen una mejora sustantiva en la democracia que tenemos¡±. El sistema de listas abiertas se emplea ya en el Senado. Otra cosa son las listas desbloqueadas, que permiten cambiar el orden de los candidatos.
En las elecciones municipales y auton¨®micas del 22-M, los imputados han plagado las candidaturas. Llamativo es el caso del PP valenciano, que incluy¨® en sus listas varios imputados e implicados en casos de corrupci¨®n. El electorado volvi¨® la vista hacia otro lado. El PP revalid¨® su victoria. Desde una perspectiva legal, un imputado no es un condenado. Por eso el debate, como expone el catedr¨¢tico Joan Subirats, es m¨¢s pol¨ªtico que jur¨ªdico. ¡°Por limpieza democr¨¢tica, ser¨ªa deseable que los pol¨ªticos trabajaran en esa l¨ªnea. Aunque cada caso es diferente¡±. Que se lo pregunten al socialista Demetrio Madrid, que dimiti¨® como presidente de Castilla y Le¨®n en 1986 tras ser procesado por un supuesto fraude comercial y del que fue absuelto en 1990.
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