Cuando la justicia funciona
La Corte Penal Internacional, con una rapidez que contradice los t¨®picos sobre la burocracia de estos organismos, procesa al dictador libio por las matanzas de civiles. Se acab¨® la pasividad y la connivencia
Ayer tuvo lugar un acontecimiento importante que quiz¨¢s pas¨® desapercibido para aquellos que consideran que los ¨²nicos problemas que les afectan son los pr¨®ximos. La Sala de Cuestiones Preliminares de la Corte Penal Internacional (CPI) emiti¨® orden de detenci¨®n, por cr¨ªmenes contra la humanidad en Libia a partir del mes de febrero de 2011, contra Muamar el Gadafi, su hijo Said al Islam y el responsable de los servicios de inteligencia militar, Abdullah al Sanussi.
El desinter¨¦s en Espa?a sobre los temas internacionales no es nuevo y tampoco es ¨²nico. En pa¨ªses como Estados Unidos o China, lo internacional ocupa siempre un lugar secundario, salvo en lo que se refiere a los temas en los que hay intereses econ¨®micos en juego. Quiz¨¢s sea la dificultad de comprensi¨®n de los fen¨®menos globales o la urgencia con la que se vive el d¨ªa a d¨ªa la que causa este fen¨®meno. Si as¨ª fuera, ser¨ªa f¨¢cilmente superable. Lo que resultar¨ªa verdaderamente peligroso es que se consolidara la tendencia, constatada ya en algunos pa¨ªses como Espa?a, de la banalizaci¨®n de los problemas vinculados a la defensa de los derechos humanos, de la jurisdicci¨®n universal o de la justicia internacional, present¨¢ndolos como obst¨¢culos diplom¨¢ticos, pol¨ªticos o econ¨®micos para unas adecuadas relaciones bilaterales o para conseguir una ¡°segura¡± convivencia.
Esta tendencia, que ser¨ªa propia de sectores de extrema derecha, no es rechazada, como debiera, por los que, movi¨¦ndose en el espectro de la prudencia pol¨ªtica, anteponen aquellos intereses, disfraz¨¢ndolos de conveniencia y oportunidad para los ciudadanos, frente a los que verdaderamente defienden a la sociedad de quienes la agreden. Por ello, es gratificante ver que, a veces, los organismos internacionales dejan el letargo burocr¨¢tico y se ponen al frente de los acontecimientos para detener la barbarie. Como ha dicho recientemente el fiscal Luis Moreno Ocampo, la importancia del mensaje enviado al mundo con la decisi¨®n de la CPI sobre el dictador libio es de alcance universal, y con ella la Corte reivindica su posici¨®n de administradora de Justicia con may¨²sculas. La sociedad reclama unas instituciones que respondan a los desaf¨ªos del siglo XXI y la CPI encarna como ninguna otra esa posici¨®n.
Mientras tanto, el panorama que se vive en determinados pa¨ªses no es precisamente el m¨¢s alentador. Los ataques a la justicia en Italia desde las m¨¢s altas instancias pol¨ªticas o el bloqueo institucional para la renovaci¨®n del Tribunal Constitucional en Espa?a, atacan a su independencia en forma peligrosa y socavan la confianza de los ciudadanos en los mismos, favoreciendo la posici¨®n de quienes quieren acabar con su credibilidad. De igual forma, el enfrentamiento entre otros actores judiciales del m¨¢s alto nivel desconcierta a los destinatarios de la justicia que se rinden finalmente ante la lentitud y la incomprensibilidad de algunas resoluciones judiciales.
Hace a?os, criticaban a la CPI por su supuesta ineficacia, lentitud y falta de independencia. Las cr¨ªticas no eran sino meros t¨®picos sin m¨¢s base que las prevenciones que se tienen respecto de aquello que no se conoce o porque pensaban que al no estar en su seno determinados pa¨ªses su futuro era dudoso. Sin embargo, esas prevenciones, al menos para nosotros, se han desvanecido como la bruma del amanecer.
El tiempo transcurrido durante los ¨²ltimos meses en los que hemos compartido el trabajo intenso en el seno de la Fiscal¨ªa de la CPI, nos ha permitido comprobar la aplicaci¨®n de un sistema de trabajo digno de imitaci¨®n y seguimiento por otros organismos judiciales locales. La forma en la que se desarrolla la direcci¨®n, el dinamismo y la interacci¨®n con la que se desenvuelven las investigaciones en una fiscal¨ªa que no dispone de polic¨ªa judicial, as¨ª como las garant¨ªas y fundamentaci¨®n de sus resoluciones, deber¨ªan ser ejemplo para muchos.
Aquellas cr¨ªticas deber¨ªan ser sustituidas por el reconocimiento de que el sistema funciona y garantiza una acci¨®n de la Justicia, independiente, ¨¢gil, imparcial, transparente, con controles de calidad y de probidad, y con c¨®digos de conducta que alejan la sombra de la corrupci¨®n.
Los hechos son claros: a finales del pasado a?o, las protestas populares se iniciaban en T¨²nez. Miles de voces se alzaron frente a un r¨¦gimen dictatorial y esencialmente corrupto. Algo que en un principio era local y de contornos espec¨ªficos se extendi¨® geogr¨¢ficamente. Rebas¨® fronteras. A trav¨¦s de los imperceptibles nervios de Internet, las ideas, las experiencias y las esperanzas sobre un mundo mejor m¨¢s democr¨¢tico y transparente avanzaron. Llegaron a Egipto. Se consolid¨® un movimiento que pretend¨ªa acabar tambi¨¦n con un sistema injusto. Miles de personas reclamaron libertad, bienestar, transparencia y justicia, y los consiguieron.
No tard¨® en llegar el viento reformista a la vecina Libia. Y as¨ª, en los primeros meses de 2011, en un pa¨ªs de poco m¨¢s de seis millones de habitantes, el dictador, protegido otrora y recibido con los m¨¢ximos honores por l¨ªderes occidentales, se enfrent¨®, una vez m¨¢s, a su pueblo. Con heroica decisi¨®n, mujeres y hombres de todas las edades salieron a la calle para decir ¡°basta¡± a quien durante casi 42 a?os hab¨ªa tenido secuestrada la democracia en su pa¨ªs y a sus ciudadanos sin derechos y frente a quien ten¨ªa en sus manos el control absoluto de los recursos naturales, los medios de comunicaci¨®n, las finanzas, las telecomunicaciones y todo sector que pudiese resultar estrat¨¦gico en el desarrollo de un pueblo.
Cuatro meses despu¨¦s de la resoluci¨®n de la ONU, los resultados son evidentes y positivos
Ante el ¨¦xito que hab¨ªan obtenido los opositores en los casos tunecino y egipcio, la respuesta del dictador libio a las protestas de los disidentes fue violenta y letal. La represi¨®n y sus consecuencias tuvieron inmediato reflejo a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n extranjeros, que mostraban los horrores de una brutal y salvaje acci¨®n contra los opositores a la dictadura. Nuevamente, la Red fue la que posibilit¨® el conocimiento, a trav¨¦s de im¨¢genes en Bengasi, Misrata o Tr¨ªpoli, de las masacres y los ataques a la poblaci¨®n civil por parte de un r¨¦gimen que simult¨¢neamente pretend¨ªa dar la impresi¨®n de que no suced¨ªa nada. La ocultaci¨®n y el enga?o se instal¨® para tratar de deformar los cr¨ªmenes que se suced¨ªan. Afortunadamente, la globalizaci¨®n de la comunicaci¨®n lo impidi¨®. Y as¨ª pudo quedar constancia, gracias a la valent¨ªa de ciudadanos an¨®nimos, de los ataques mortales a miles de personas que asist¨ªan al entierro de otros asesinados por los represores; o de c¨®mo miles de personas fueron arrestadas y otras muchas desaparecidas, violadas o torturadas en centros clandestinos de detenci¨®n. La justicia estaba ausente, como lo hab¨ªa estado durante toda la dictadura.
Lo que suced¨ªa en Libia trascendi¨® sin dilaci¨®n al mundo entero y la reacci¨®n, en esta ocasi¨®n, fue inmediata en favor de la Justicia. Los ojos del Consejo de Seguridad se volvieron, en forma un¨¢nime por primera vez y en tiempo real, hacia la CPI y la Fiscal¨ªa de la misma. El 26 de febrero, la Resoluci¨®n 1970 emiti¨® un mandato claro y terminante: la justicia internacional deb¨ªa actuar y hacerlo en protecci¨®n de las v¨ªctimas. Poco m¨¢s de cuatro meses despu¨¦s, los resultados son evidentes y positivos.
Entre ambos momentos, un equipo de profesionales, bajo la experta direcci¨®n del fiscal Moreno Ocampo, investig¨® lo que hab¨ªa ocurrido en Libia desde el inicio de las protestas, concret¨® los hechos y estableci¨® la identidad de los presuntos responsables. Todo ello sustentado en m¨¢s de medio centenar de testimonios obtenidos en el curso de 30 misiones a lo largo de m¨¢s de 11 pa¨ªses; en el an¨¢lisis de miles de documentos y v¨ªdeos; en informes de expertos, en libros y en textos legales. El d¨ªa 16 de mayo de 2011, el fiscal present¨® una solicitud de orden de arresto a la Sala de Cuestiones Preliminares, que ayer fue aceptada. El caso contin¨²a y seguir¨¢ hasta la detenci¨®n y enjuiciamiento de los presuntos responsables. En esta ocasi¨®n, la Justicia ha funcionado y ha cumplido las expectativas puestas en ella. El mundo es un poco m¨¢s seguro y se ha demostrado que los tribunales internacionales, aun en las condiciones m¨¢s adversas, pueden cumplir su funci¨®n. Es cierto que otros conflictos, otras represiones esperan una respuesta.
Las palabras del fiscal Jackson en su discurso de apertura del juicio de N¨²remberg, tras la II Guerra Mundial, en 1945, vuelven a cobrar sentido ahora: ¡°El trato que un Gobierno da a su propio pueblo, normalmente no se considera como asunto que concierne a otros Gobiernos o la comunidad internacional de los Estados. El maltrato, sin embargo, de alemanes por alemanes durante el nazismo traspas¨®, como se sabe ahora, en cuanto al n¨²mero y a las modalidades de crueldad, todo lo que la civilizaci¨®n moderna puede tolerar. Los dem¨¢s pueblos, si callaran, participar¨ªan de estos cr¨ªmenes, porque el silencio ser¨ªa consentimiento¡±.
Este art¨ªculo es un homenaje a quienes han trabajado para que la justicia tome el relevo y haga frente a la barbarie de quienes masacran a sus pueblos con la pasividad o connivencia de otros muchos.
Baltasar Garz¨®n Real es magistrado y Dolores Delgado Garc¨ªa es fiscal.
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