Miedo al voto ¡®moro¡¯
A juzgar por algunas reacciones hay algo a¨²n peor, en relaci¨®n con Marruecos, a que las pateras embarranquen en las playas andaluzas o que los gendarmes se apoderen del islote de Perejil: que sus inmigrantes en Espa?a voten en las pr¨®ximas municipales. Desde que la ministra de Exteriores, Trinidad Jim¨¦nez, anunci¨® la firma de un convenio con Rabat para que los marroqu¨ªes residentes en Espa?a participen en las elecciones locales, un nutrido grupo de pol¨ªticos y columnistas, de todas las tendencias, se rasgan las vestiduras, especialmente en Catalu?a. Es all¨ª donde reside un tercio de los 800.000 marroqu¨ªes (550.000 adultos) que viven en Espa?a. El alcalde de Salt (Girona) fue el primero en las filas de CiU en rechazar el voto marroqu¨ª, pero un pol¨ªtico tan cauteloso e influyente como Josep Antoni Duran i Lleida no ha dudado en tachar a la ministra de ¡°fr¨ªvola¡±. Su iniciativa, sostiene, ¡°no tiene ning¨²n sentido¡±. Duran i Lleida no da argumentos para negar a los marroqu¨ªes lo que Espa?a ya concedi¨®, en las ¨²ltimas municipales, a ecuatorianos, colombianos, peruanos, caboverdianos, etc¨¦tera, sin que ning¨²n dirigente de CiU levantase la voz.
Los que s¨ª dan argumentos, a cual m¨¢s peregrino, son los parlamentarios del Partido Popular de Ceuta y Melilla. Alegan que no se debe permitir el voto, especialmente en sus ciudades, a ciudadanos de un pa¨ªs que las reivindica. Arguyen que tampoco puede haber reciprocidad porque hay muchos m¨¢s marroqu¨ªes en Espa?a que espa?oles en Marruecos, una desproporci¨®n que no les preocup¨® cuando se otorg¨® el voto a colombianos y ecuatorianos. Para no ¡°discriminar¡± a los marroqu¨ªes, el presidente ceut¨ª propuso que se proh¨ªba votar en su ciudad a todos los extranjeros. El PSOE se muestra, en ambas ciudades, complaciente con estas posiciones.
En medio de este concierto de declaraciones que rayan la xenofobia, las ¨²nicas voces sensatas emanan del PSC-PSOE. Miquel Iceta y Anna Terr¨®n recalcan que discriminar a los marroqu¨ªes es anticonstitucional. Es adem¨¢s una sandez. En B¨¦lgica y los Pa¨ªses Bajos, donde residen en buen n¨²mero, llevan d¨¦cadas votando sin alterar el paisaje pol¨ªtico. Ante las urnas apenas se diferencian del grueso de la sociedad, aunque, eso s¨ª, nunca respaldan a partidos xen¨®fobos.
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