¡°Vengo a saber qu¨¦ quiere Cristo de m¨ª¡±
Miles de peregrinos de numerosas nacionalidades abarrotan el centro de Madrid
¡°?Estos son los groupies del Papa?¡±. En mitad del Paseo de la Castellana, a dos horas de la misa inaugural y a 500 metros del altar de la plaza de Cibeles, el joven identifica al grupo de peregrinos con el club de fans de un famoso. El grupo de mexicanos no hace caso a la chanza. Juan Carlos P¨¦rez, de 30 a?os y de Jalisco (M¨¦xico), camina apurando su botella de agua. En Cibeles les espera la primera gran muestra de fuerza de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), prevista hasta el 21 de agosto. La misa inaugural convoc¨® ayer a miles de personas que abarrotaron el centro de Madrid.
El mexicano P¨¦rez viene con 50 compatriotas. Todos ellos se cruzan con bocas de metro repletas, dos estaciones de tren y autobuses llenos. Prefieren caminar, pero no por una cuesti¨®n piadosa, como recomienda la gu¨ªa del peregrino. ¡°Comimos mucho. Estamos un poco llenos¡±, confiesa. ?l busca en la jornada ¡°compartir la fe con j¨®venes de otros lugares y sentir la universalidad del cristianismo¡±. Sus compa?eros se arrancan con la ranchera de El Rey: ¡°Con dinero y sin dinero¡¡±. El camino al altar se llena de gritos nacionales, como si fueran hinchadas de una selecci¨®n de f¨²tbol: ¡°Chi-chi-chi- le-le-le¡±, ¡°?Argentina, Argentina!¡±, ¡°?Yo soy espa?ol, espa?ol, espa?ol!¡±. Se mezclan con el cl¨¢sico: ¡°?Esta es la juventud del Papa!¡±.
A ritmo de ranchera, M¨¦xico se cruza con un grupo de italianos al filo de la Plaza de Col¨®n, donde empieza la fila de pantallas gigantes que retransmiten el himno oficial Firmes en la fe (un tema pop) y palabras del Papa con efectos orquestales. M¨¢s de 400 salesianos de distintos puntos de Italia llegaron el lunes a Espa?a. ¡°Hemos aguantado 26 horas en autob¨²s, eso s¨ª que es fe¡±, bromea Federico Spinelli (18), que espera responder a una pregunta en esta cita: ¡°?Qu¨¦ es lo que Cristo quiere de m¨ª?¡±. Mariana Cavarro tambi¨¦n tiene aspiraciones ambiciosas: ¡°Quiero encontrar la serenidad¡±. La organizaci¨®n prev¨¦ reunir m¨¢s de un mill¨®n de personas en el acto central del domingo, la misa que oficiar¨¢ Benedicto XVI en el aer¨®dromo de Cuatro Vientos. ?Se puede encontrar la serenidad entre tanta gente? ¡°Seguro¡±, asiente la italiana.
Los grupos y sus banderas se van acercando a Cibeles, custodiada por polic¨ªas y voluntarios. Se les reconoce por la camiseta verde patrocinada por una caja de ahorros. Apartan del asfalto al que se sale de la senda marcada y hacen cola en los grifos instalados por la organizaci¨®n, abarrotados de peregrinos sedientos. La comitiva sigue hacia la Biblioteca Nacional, con un cartel en la entrada de la Jornada Mundial de la Juventud que tambi¨¦n valdr¨ªa si esto no fuera un acto religioso: ¡°?Te haces preguntas? Aqu¨ª puedes encontrar respuestas¡±.
Hay 150 voluntarios con un paraguas blanco y una misi¨®n: ayudar a los 8.000 sacerdotes y 800 obispos convocados a repartir la comuni¨®n entre los fieles. En el ¨²ltimo tramo hasta el altar, el paseo de Recoletos, no cabe un alma. Hay que caminar apartando cabezas, esquivando peregrinos, empujando. La vista se pierde entre la mara?a de gente hacia los cuatro puntos cardinales. Casi todos son j¨®venes.
La media de edad es de 22 a?os, seg¨²n la organizaci¨®n, pero Mar¨ªa del Carmen Hern¨¢ndez, que agita en¨¦rgica el abanico, rompe la aritm¨¦tica con sus 74 a?os. Ha acogido a cuatro chicas en su casa durante la jornada. ¡°Quiero que la gente vea que no tenemos miedo, que nada nos asusta¡±, explica. La mujer espera no perder detalle de la ceremonia junto a Cibeles. No hay carteles con consignas, solo banderas repetidas. Solo una es ¨²nica, una bandera turca con un m¨¢stil de ocho metros de largo. ¡°Es que somos pocos y no nos podemos perder¡±, dice Antonyo Musabini, de 22 a?os, mientras sujeta el palo con dificultad. Ha llegado hasta aqu¨ª en un exiguo grupo de 23 personas. ¡°En Turqu¨ªa solo hay un 1% de cat¨®licos¡±, se lamenta. Estuvo en Sidney, en las anteriores jornadas de 2008, y repite ahora. ¡°Solo podemos disfrutar de ba?os de multitudes en casos como este, en mi pa¨ªs es dif¨ªcil. Hoy somos muchos, pero el domingo seremos muchos m¨¢s¡±.
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