Los indignados y la democracia
No respetan el pluralismo y su soberbia es desmesurada
Desde el tranquilo observatorio de la hermana Ribadesella en Asturias, la reflexi¨®n sobre las gentes y sobre los acontecimientos de este viejo cronista ante nuestra querida Espa?a aparece con lo que se podr¨ªa considerar una ¡°distancia comprometida¡±. Un querido amigo y compa?ero, el profesor Carlos Fern¨¢ndez Liesa, dice siempre con la ingenua bondad que le caracteriza: ¡°Tienes muchas cosas pero ninguna mortal¡±. Lo cierto es que a mi edad tengo una mala salud de hierro y que por lo que a m¨ª respecta, pienso disfrutar todo lo que el tiempo y el destino me den.
La democracia entre los viejos y los j¨®venes. Nuestra democracia ha sido acusada, vapuleada, desprestigiada, mal interpretada y menospreciada por personajes que no fueron protagonistas y que hablan de la necesidad de una segunda transici¨®n, calificando a nuestro sistema como una continuaci¨®n por otros medios y enmascaramientos del franquismo. No son acusaciones inocentes, son falsas y temerarias, de personajes ambiciosos con af¨¢n de protagonismo y, en muchos casos con una buena formaci¨®n, que hubieran querido estar entonces y no estuvieron o porque estaban form¨¢ndose en Europa o Estados Unidos o simplemente porque eran solo adolescentes en 1977 que empezaban a vivir y pensar. Crean mal ambiente y son objetivamente muy injustos para los que peleamos a pecho descubierto contra el franquismo, sufriendo su represi¨®n durante muchos a?os (detenciones, c¨¢rceles, confinamientos, expulsiones de la Universidad, despidos del trabajo, multas con c¨¢rcel sustitutoria, suspensiones del ejercicio profesional, etc¨¦tera). Decir que fuimos continuadores del franquismo en la Transici¨®n es una calumnia grave. Tampoco aciertan al condenar los comportamientos de gentes como Su¨¢rez, Mart¨ªn Villa, Lavilla y otros muchos que comprendieron que no cab¨ªa franquismo despu¨¦s de Franco y lucharon lealmente, y nosotros con ellos, para traer la convivencia estable y la Constituci¨®n a nuestro pa¨ªs destrozado por 40 a?os de dictadura. Nuestra Constituci¨®n tiene los elementos necesarios para las profundas reformas que se han hecho por los sucesivos Gobiernos y tiene elementos abiertos al progreso y a posibles pol¨ªticas avanzadas. Tenemos, adem¨¢s, un instrumento in¨¦dito que ning¨²n Gobierno en estos a?os ha utilizado en serio, el T¨ªtulo VII sobre Econom¨ªa y Hacienda, que permite una defensa de lo p¨²blico y de la planificaci¨®n, que descarta los vientos econ¨®micos y sociales neoliberales. Una tarea para el candidato Rubalcaba es reivindicar esos valores para el futuro.
Por otra parte, los j¨®venes indignados son en general personas de buena fe que denuncian problemas reales, pero que tienen tan alta opini¨®n de s¨ª mismos que no respetan el pluralismo ni otras opiniones diferentes, y que, con una soberbia desmesurada, creen que pueden partir de cero y reinventar una democracia asamblearia, sin partidos ni elecciones por sufragio universal. No creo que con esas premisas tengan ni adhesiones ni futuro. Adem¨¢s, el peligro del fascismo, al menos en las formas, est¨¢ tambi¨¦n presente.
Rajoy y Rubalcaba. Las encuestas castigan al PSOE y a la pol¨ªtica del presidente, Rodr¨ªguez Zapatero, y de su Gobierno. Hay que buscar un culpable de nuestros males y lincharle. Espero que el tiempo haga justicia y reconozca las aportaciones de progreso social impulsadas por el presidente. En la alternativa que se presenta para las elecciones de noviembre, est¨¢n Rajoy por el PP y Rubalcaba por el PSOE. El primero parece buena persona, y est¨¢ entre los moderados de su partido frente a los radicales extremos que son numerosos y est¨¢n encabezados por mi viejo amigo Jaime Mayor Oreja, y a los que se ha incorporado en algunas intervenciones violentas en los ¨²ltimos tiempos Javier Arenas, que se ha olvidado sin duda de sus or¨ªgenes centristas.
Rajoy sigue los consejos de muchas abuelas, al menos en mis tiempos. Se significa poco y defiende la ¡°tesis¡± de que ¡°en boca cerrada no entran moscas¡±. Me recuerda a aquel personaje, Don Tancredo, que en espect¨¢culos taurinos en mi infancia y juventud, en los a?os cuarenta y cincuenta, se presentaba ante el toro inm¨®vil, como una estatua, pintado de blanco. Cree que as¨ª pueda ganar las elecciones, y quiz¨¢s tenga raz¨®n. El problema, el posible espanto de la gente, y los lamentos por haberle votado, vendr¨¢n cuando abra la boca y comience a recortar los avances sociales que han acumulado los Gobiernos socialistas. Este horizonte lo pueden imaginar los ciudadanos y pueden evitar el mal no vot¨¢ndole.
Rubalcaba es el mejor candidato socialista posible. Es culto, es moderado, es mordaz e incisivo y, sobre todo, es buena gente, modesto pero decidido. Le conozco desde los primeros debates en la ponencia constitucional, cuando, junto con su gran amigo Lissavetzky, nos ayudaba en temas t¨¦cnicos y cient¨ªficos. Luego he seguido su carrera, su trabajo y sus ¨¦xitos, y puedo dar fe de su buen hacer y de la racionalidad de sus propuestas e iniciativas. Ser¨¢ capaz de movilizar al electorado socialista y de amargar el optimismo del PP. Lo har¨¢ tanto si le supera, como si le hace perder la mayor¨ªa absoluta. Como le conozco bien y valoro el esfuerzo que est¨¢ haciendo, espero lo mejor para ¨¦l y para Espa?a.
La revuelta de Londres y Espa?a. Una mezcla de protesta justificada ante las salvajes restricciones sociales y de bandolerismo urbano protagonizado por delincuentes y marginales, son el signo de un descontento profundo y de una falta de horizonte para la juventud en Reino Unido. Es verdad que no se pueden consentir ni justificar los actos de barbarie, de saqueo y de incendio, provocados por unos salvajes que a veces act¨²an como delincuentes. Pero tambi¨¦n es cierto que el primer ministro no puede tranquilizar su conciencia integrando a todos los protestantes en el grupo maldito de los inciviles y los enemigos del sistema. Hay toda una filosof¨ªa conservadora que corta las ayudas sociales, cobra las matr¨ªculas universitarias y desmantela las protecciones a la salud y a la seguridad social, lo que ni siquiera la se?ora Thatcher se atrevi¨® a hacer. Los espa?oles tendr¨¢n que reflexionar ante estas pol¨ªticas salvajes y aplicarse el viejo refr¨¢n: ¡°Cuando las barbas de tu vecino veces pelar, parte las tuyas a remojar¡±. Piensen bien su voto y si no aciertan no se quejen despu¨¦s de que est¨¦n desmantelando los progresos sociales que los Gobiernos socialistas, y solo ellos, establecieron en nuestra democracia. Han sido los votantes obreros y de clase media los que han posibilitado el atroz desmoche de sus derechos y de sus beneficios. Si les votan no se quejen.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho.
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