Canal p¨²blico, sueldo privado
Telemadrid paga muy cara la sumisi¨®n desmedida a la presidenta de la comunidad
Casi por definici¨®n, el sueldo de quienes est¨¢n al servicio de los ciudadanos deber¨ªa ser p¨²blico, es decir, conocido por todos los contribuyentes, que son quienes les pagan. Este principio es v¨¢lido para la n¨®mina de servidores p¨²blicos de la administraci¨®n central y de la auton¨®mica (?no ha tenido que ense?ar, aunque a rega?adientes, su n¨®mina la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre?). Deber¨ªa serlo tambi¨¦n para ese oc¨¦ano de empresas paraestatales y organismos semip¨²blicos donde navegan prebendas pol¨ªticas, sueldos de esc¨¢ndalo y retiros diamantinos.
Una p¨¢gina web ha publicado las retribuciones de los directivos de Telemadrid, cadena auton¨®mica que acumula unas p¨¦rdidas de 245 millones. Resulta que la exdirectora general Isabel Linares, el subdirector ?ngel Mart¨ªn Vizcaino y el jefe de los informativos, Agust¨ªn de Grado, ganaban bastante m¨¢s que Esperanza Aguirre. Entre otros. Y lo ¨²nico que se les ocurre argumentar a los directivos con los sueldos al aire es que se trata de ¡°una filtraci¨®n delictiva de sus datos personales¡±. Telemadrid ha presentado una denuncia porque considera que la filtraci¨®n es un delito.
Pues bien, las retribuciones de todos los directivos de Telemadrid y la relaci¨®n de todos los contratos con las productoras privadas deber¨ªa estar a disposici¨®n de la Asamblea de Madrid, le guste o no al director general de la cadena, Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez. Porque esas son las reglas del juego: quien paga (los ciudadanos de Madrid) tienen derecho a conocer lo que pagan y la rentabilidad (no s¨®lo econ¨®mica) que obtienen. No para alimentar la curiosidad malsana, ni para orquestar campa?as pol¨ªticas, sino para que los madrile?os puedan comparar lo que les cuesta la televisi¨®n que financian y el producto que obtienen.
Parece que en este caso, el balance entre coste y beneficio es p¨¦simo. Telemadrid (¡°la tierra de Mordor donde se extienden las sombras¡± para los periodistas que aspiren a la objetividad) paga muy cara la sumisi¨®n desmedida (hasta lo inveros¨ªmil) a la presidenta de la comunidad y dilapida dinero p¨²blico a manos llenas en ofrecer s¨®lo una visi¨®n del mundo, la m¨¢s pr¨®xima a la derecha radical. No es cuesti¨®n de privacidad, sino de salud p¨²blica.
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