La pelota, en su patio
La izquierda ¡®abertzale¡¯ debe convencer a ETA de que su retirada ha de ser definitiva y unilateral
La izquierda abertzale solicita a ETA el cese definitivo de la violencia. Lo hizo ayer por el procedimiento indirecto de adherirse a las conclusiones de la llamada Conferencia Internacional de Paz celebrada la v¨ªspera y entre cuyas conclusiones figuraba un llamamiento a ETA en ese sentido. La izquierda abertzale da, por tanto, el paso que se le ven¨ªa solicitando. Falta que ETA responda a ese emplazamiento, y que lo haga con claridad. Desde hace un a?o existe una din¨¢mica que lleva al final de ETA. Ese desenlace es m¨¢s probable ahora que a fines de 2010. Porque un regreso de los atentados tendr¨ªa un coste enorme para la izquierda abertzale: electoral y tambi¨¦n de credibilidad, tras meses diciendo que el fin de la violencia era irreversible, que la decisi¨®n de cese de ETA ya estaba tomada, etc¨¦tera.
Es irritante que la izquierda abertzale siga un camino siempre indirecto y sinuoso, pero puede soportarse si sirve al objetivo principal de la disoluci¨®n de la banda. Hace un a?o ETA se negaba a oficializar la tregua permanente que se le solicitaba si no iba acompa?ada de contrapartidas. El grupo del mediador Currin plante¨® un plan que las inclu¨ªa y que, si bien no ten¨ªa ninguna posibilidad de ser aprobado por el Gobierno, dio a ETA la coartada que buscaba para asumir en el comunicado de enero un alto el fuego general, permanente y verificable. Lo cual permiti¨® a Batasuna plantear un nuevo partido cuyos estatutos rechazaban expl¨ªcitamente la violencia como instrumento pol¨ªtico.
Lo mismo ocurri¨® con los presos. No aprobaron directamente el rechazo de la violencia, pero s¨ª la Declaraci¨®n de Gernika que ped¨ªa a ETA un cese ¡°unilateral¡± (es decir, sin condiciones previas). Ahora, la conferencia emplaza a ETA a hacer definitiva su retirada, y de nuevo lo hace siguiendo la l¨ªnea de menor resistencia: como parte de una propuesta que incluye una referencia a compromisos que deber¨ªan adoptar los Gobiernos de Espa?a y Francia. De manera ambigua, porque la tortuosa redacci¨®n evita plantearlo como condiciones de la declaraci¨®n de cese de ETA; se ¡°insta¡± y ¡°sugiere¡± hacer ciertas cosas para alcanzar ¡°una paz duradera¡±.
La ambig¨¹edad sirve para evitar el bloqueo de procesos complejos, pero tiene riesgos: en este caso, que ETA interprete la declaraci¨®n como aval a su pretensi¨®n de condicionar el paso que se le pide a compromisos que romper¨ªan el consenso b¨¢sico existente entre los principales partidos, con el apoyo de la poblaci¨®n, sobre dos asuntos esenciales: que eventuales medidas de reinserci¨®n y gracia para los presos solo podr¨ªan plantearse tras la disoluci¨®n comprobada e irreversible de ETA, y no como condici¨®n de la misma; y que no habr¨¢ nunca una negociaci¨®n de contrapartidas pol¨ªticas. La idea, recuperada en documentos recientes de la izquierda abertzale, de una ¡°nueva transici¨®n¡±, de volver a empezar como si no hubiera pasado nada, es una fantas¨ªa pueril.
Que la conferencia sea o no un paso decisivo hacia el fin de la violencia depende ahora del comunicado que se espera de ETA: de la interpretaci¨®n que d¨¦ a las ambig¨¹edades de la resoluci¨®n de la conferencia. Si busca ganar tiempo con una declaraci¨®n que aplace indefinidamente su disoluci¨®n, el proceso intentado por la izquierda abertzale quedar¨ªa interrumpido: a ella corresponde la responsabilidad de convencer a su antiguo brazo armado de que la disoluci¨®n incondicional es previa a cualquier posible iniciativa.
Y a quienes optan por rasgarse la t¨²nica como respuesta a esas ambig¨¹edades cabe recordarles que la desaparici¨®n de ETA no dispensa de combatir el fanatismo y el desprecio por el pluralismo que subsiste en ese mundo, pero permite hacerlo sin la presencia del asesinato y la coacci¨®n que han condicionado la pol¨ªtica vasca desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas.
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