Presos y v¨ªctimas
Consolidar el fin de la violencia lleva a consensuar el futuro de los etarras condenados y huidos
Los principales l¨ªderes pol¨ªticos vascos y espa?oles (Patxi L¨®pez y Basagoiti, Urkullu, Zapatero y Rajoy, Rubalcaba) han estado a la altura que exig¨ªa el anuncio del fin del terrorismo de ETA en su primera reacci¨®n prudente y alejada de todo partidismo. Ahora se trata de mantener esa sinton¨ªa b¨¢sica a fin de consensuar una pol¨ªtica sobre el fin de la banda que lo haga realmente irreversible; de crear las condiciones para que sea imposible o muy improbable la marcha atr¨¢s.
La principal novedad del comunicado de ETA ¡ªla desaparici¨®n de la referencia a la negociaci¨®n pol¨ªtica¡ª conduce a situar como preferente un planteamiento en el que es decisivo el asunto de los presos. Conviene recordar que cualquier f¨®rmula en t¨¦rminos de paz por presos era hasta hace poco rechazado por ese mundo, que lo despreciaba como ¡°paz sin contenidos pol¨ªticos¡±. Que se hable de cese definitivo en lugar de disoluci¨®n puede tener que ver con ese nuevo enfoque. La banda estar¨ªa diciendo a sus reclusos que no se desentiende de su futuro.
Este camino no implica en ning¨²n caso una negociaci¨®n directa entre ETA y los Gobiernos de Espa?a y Francia. Ning¨²n Gobierno espa?ol, y no digamos franc¨¦s, podr¨ªa a estas alturas reconocer como interlocutor a una banda terrorista sin pagar un alto precio ante su opini¨®n p¨²blica. Encuestas como la publicada aqu¨ª el pasado domingo indican que hay m¨¢s gente contraria que favorable a cualquier beneficio penitenciario aun despu¨¦s de la retirada de ETA. El factor tiempo es lo ¨²nico que puede ir cambiando esa percepci¨®n, por lo que cuanto antes oficialice ETA su disoluci¨®n y entrega de las armas (que es lo que dar¨ªa m¨¢s credibilidad a su renuncia) m¨¢s pronto ser¨¢ posible asumir ese tipo de medidas.
Se comprende que el Gobierno de Zapatero no quiera tomar iniciativa alguna en ese terreno a menos de un mes de unas elecciones que probablemente llevar¨¢n al PP a La Moncloa. Este partido ya ha dicho que no dialogar¨¢ ni tiene nada sobre lo que dialogar con ETA. Se cita el antecedente de los poli-milis, pero en 1981-82 estaba todav¨ªa culminando la transici¨®n y los l¨ªmites de la nueva legalidad eran imprecisos. En cambio, s¨ª puede resultar aprovechable de aquella experiencia la participaci¨®n de abogados de los presos en la gesti¨®n de indultos y otras medidas personales, sin necesidad de di¨¢logo con la banda.
Con todo, la dificultad es ahora mayor, tras 30 a?os de cr¨ªmenes odiosos por los que no solo no piden perd¨®n en su comunicado, sino que ni siquiera consideran necesario mencionar a las v¨ªctimas. Esto refuerza la oposici¨®n de las asociaciones de v¨ªctimas, que se rebelan contra la idea de que baste cambiar de t¨¢ctica por razones de eficacia pol¨ªtica para beneficiarse de lo que consideran impunidad. Es l¨®gico que quien ha tenido una p¨¦rdida irreparable relativice la buena noticia de que ETA no va a volver a matar; eso no devolver¨¢ la vida a sus pr¨®ximos. Tambi¨¦n es l¨®gico que los pol¨ªticos encargados de gestionar el fin de ETA lo tengan en cuenta. Pero no hasta el punto de renunciar a la consolidaci¨®n del escenario sin violencia que de hecho se ha abierto, y para lo que es decisivo encontrar una salida consensuada al problema que significan cientos de presos y huidos, cuya sola existencia constituye un peligro objetivo de que alg¨²n sector de ETA quiera volver a las andadas.
El camino ser¨¢ largo, y es muy probable que los propios jefes de la banda intenten prolongarlo todo lo posible. Lo que m¨¢s les atra¨ªa del proceso irland¨¦s era precisamente que durase mucho (15 a?os hasta la renuncia definitiva del IRA). Pero aqu¨ª no ha habido un enfrentamiento entre dos comunidades, lo que permite un desenlace mucho m¨¢s r¨¢pido si se act¨²a con prudencia, sin sectarismo y sin dogmatismo.
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