Una pol¨ªtica exterior sin rupturas
El Gobierno de Rajoy deber¨ªa aprovechar todas las lecciones aprendidas en pol¨ªtica exterior por nuestra democracia. Hay que racionalizar el gasto y pelear por nuestros intereses con europe¨ªsmo y visi¨®n global
Consumado el hundimiento del Partido Socialista en las elecciones generales, se ha abierto un vac¨ªo en torno a la visi¨®n progresista acerca de Europa y el mundo forjada durante las dos legislaturas anteriores. En Espa?a, algunos pactos que sustentaban nuestro Estado social de derecho est¨¢n saltando por los aires como consecuencia de la reforma expr¨¦s de la Constituci¨®n que fija un techo de endeudamiento, la creciente desafecci¨®n de una parte considerable de la ciudadan¨ªa m¨¢s joven o la fractura de solidaridad entre las regiones. Si el presidente Rajoy lograse pronto el pl¨¢cet de los mercados, podr¨ªa hacer uso de su mayor¨ªa absoluta para poner a Espa?a en un rumbo diferente, con otras prioridades, otros compa?eros de viaje y otro estilo. Pero este pa¨ªs no puede permitirse otra ruptura m¨¢s: la nueva Administraci¨®n deber¨ªa definir junto a las fuerzas pol¨ªticas y sociales una hoja de ruta sobre ad¨®nde vamos y c¨®mo. Esta vez nos la jugamos.
Algunos cambios en la esfera internacional, de confirmarse, podr¨ªan tentar al Gobierno del PP a guiarse por la ley del m¨¢s fuerte. El primero es la renacio-nalizaci¨®n en Europa, donde Alemania y la maltrecha Francia se imponen descaradamente sobre el m¨¦todo comunitario. Como respuesta, la ¡°europeizaci¨®n¡± de Espa?a se plantear¨ªa ¡ªde acuerdo a una pr¨¢ctica aznarista¡ª como una pelea encarnizada con Bruselas, o m¨¢s bien con Merkozy, por la confianza perdida y nuestros intereses sectoriales, relegando a un segundo plano la pelea por un Tesoro ¨²nico, un Banco Central robusto o los eurobonos. Otra tendencia es el lento declive del proyecto bolivariano en Latinoam¨¦rica, que pende de la enfermedad del presidente Ch¨¢vez. Aqu¨ª puede surgir la tentaci¨®n de apropiarnos indebidamente del modelo brasile?o Lula-Dilma, o de los prometedores experimentos de Humala en Per¨² o Santos en Colombia, para justificar un apoyo directo a los grupos opositores internos o una confrontaci¨®n diplom¨¢tica. Otro factor que podr¨ªa debilitarnos es una deriva de la primavera ¨¢rabe hacia un invierno islamista en Egipto o Libia; una guerra en Siria o incluso (Netanyahu mediante) en Ir¨¢n. Respecto al vecino marroqu¨ª, habr¨¢ que cuidar el lenguaje, pues una reaparici¨®n del espectro de Perejil ¡ªcomo resultado de una crisis migratoria o una provo-caci¨®n¡ª supondr¨ªa un fatal paso atr¨¢s. En Estados Unidos, un hipot¨¦tico triunfo republicano en las presidenciales en noviembre de 2012, podr¨ªa acelerar un choque del d¨®lar con el euro, m¨¢s tensi¨®n con Oriente Pr¨®ximo y China, y un retroceso en medio ambiente, comercio, o la reforma del Fondo Monetario Internacional y las Naciones Unidas. Finalmente, si el G-20 se atasca en hallar una salida a la crisis, y los emergentes se descuelgan de las instituciones de Bretton Woods, ello perjudicar¨ªa especialmente a pa¨ªses con poco margen de maniobra como Espa?a, y nos meter¨ªa, esta vez s¨ª, en un rinc¨®n de la Historia. En todos los frentes anteriores, una mala gesti¨®n arruinar¨ªa importantes logros alcanzados estos a?os.
Es preciso dejar atr¨¢s el s¨ªndrome de 1996 puesto de manifiesto por el PP en la campa?a electoral. Los retos de entonces no son comparables a los de ahora por una raz¨®n fundamental: hoy ya no existe pol¨ªtica exterior, sino m¨²ltiples pol¨ªticas que se cruzan y tienen una dimensi¨®n regional y global. Tampoco debemos caer en la melancol¨ªa por una supuesta ¡°edad de oro¡±, europea y europe¨ªsta ¡ªlos grandes Delors, Mitterrand, Gonz¨¢lez, Kohl¡ª, pues esta nunca existi¨®: siempre ha habido en el camino de la integraci¨®n fr¨ªo c¨¢lculo de intereses y vientos geopol¨ªticos a sortear. Esa mirada atr¨¢s solo ofusca nuestro an¨¢lisis ¡ªpues hoy el desaf¨ªo es incalculablemente mayor, y tambi¨¦n lo es el grado de integraci¨®n europeo, como parad¨®jicamente nos muestra la crisis de la deuda¡ª, y tiene un efecto pol¨ªtico paralizante. La crisis est¨¢ mostrando la interdependencia entre las tres Europas: el dueto franco-alem¨¢n, los rezagados de la banlieu europea ¡ªportugueses, griegos, italianos¡ª y los 10 fuera del euro, entre ellos los influyentes Reino Unido, Suecia, o Polonia. Ninguna de las tres puede navegar a espaldas de las dem¨¢s, como pronto veremos en la negociaci¨®n de las perspectivas financieras 2013-2020.
Hace 30 a?os, Europa era el ¨²nico horizonte posible para Espa?a; hoy es el ¨²ltimo agarradero que le queda a nuestro pa¨ªs. M¨¢s all¨¢ de c¨®mo evolucione la prima de riesgo espa?ola, nuestro objetivo no es solo evitar caer por la borda del euro, sino tratar de que los Veintisiete remen en la misma direcci¨®n. Una pol¨ªtica exterior ¡°aut¨®noma¡± no consiste en un qu¨¦ hay de lo m¨ªo: as¨ª, la pelea por nuestros intereses en el marco de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) ha de ir acompa?ada de un compromiso de renovaci¨®n medioambiental e inversi¨®n en nuevo tejido productivo y empleo, de acuerdo a la misma Estrategia 2020 que hemos apoyado en Bruselas.
Pero un giro tambi¨¦n puede abrir oportunidades nuevas. La diplomacia econ¨®mica anunciada por el PP podr¨ªa constituir un grand¨ªsimo acierto: reportar¨¢ indudables r¨¦ditos econ¨®micos y confianza, sea impulsando la industria cultural en espa?ol o contratos de alta tecnolog¨ªa en mercados emergentes. Adem¨¢s, la entrada de entidades privadas y pymes en la acci¨®n exterior puede liberar recursos p¨²blicos. De paso, la defensa de nuestras empresas en Marruecos, Venezuela o Cuba, servir¨ªa como freno adicional para posibles aventuras. Pero la proyecci¨®n exterior no puede estar al servicio de la econom¨ªa: Europa significa Gobierno econ¨®mico, pero tambi¨¦n m¨¢s y mejor democracia. Hay que reforzar los Parlamentos europeo y espa?ol, al tiempo que se reconecta con demandas de la sociedad respecto a las finanzas o las instituciones globales; al final, un debate p¨²blico de calidad se traduce en riqueza. Existe un d¨¦ficit democr¨¢tico real, que este Gobierno deber¨ªa tomarse muy en serio.
En la era Rajoy el dinero del contribuyente va a configurar un territorio pol¨ªtico sujeto a enormes tensiones. Aqu¨ª, una racionalizaci¨®n de los recursos podr¨ªa resultar positiva. Es el caso de nuestra cooperaci¨®n al desarrollo, que, a pesar del meritorio esfuerzo socialista, requiere menos esl¨®ganes y m¨¢s eficacia: sobre todo, coherencia entre pol¨ªticas ¡ªagr¨ªcola, tecnol¨®gica, comercial, migratoria, inversora¡ª y coordinaci¨®n con las comunidades aut¨®nomas. Si se hace as¨ª, podremos despojarnos sin mala conciencia del objetivo del 0,7% ¡ªconvertido ya en un mero fetiche¡ª y de la vieja ¡°obligaci¨®n moral¡± de ayudar, para convertir el desarrollo en una pol¨ªtica p¨²blica integral. El mismo principio puede servir para fusionar programas de las Cumbres Iberoamericana y Euro-Latinoamericana, situ¨¢ndonos a la vanguardia de una nueva ola de inversi¨®n europea de valor a?adido en la regi¨®n. En la vecindad mediterr¨¢nea, confrontada a un cambio pol¨ªtico hist¨®rico, esta Espa?a de t¨¦cnicos cualificados en paro tiene credenciales suficientes como para movilizarse a fondo en programas de fortalecimiento del Estado, de partidos pol¨ªticos, y empresas. Nuestro servicio diplom¨¢tico, que necesita una seria reforma, podr¨ªa contribuir tambi¨¦n a esta tarea, bajo doble bandera espa?ola y europea.
Al nuevo Gobierno le corresponde aprovechar las lecciones aprendidas en estos ¨²ltimos 15 a?os. No valen atajos f¨¢ciles ni viejas formas de entender la pol¨ªtica exterior. No actuamos en vac¨ªo: con el PP Espa?a se incorpor¨® al euro, se ensay¨® una estrategia global, nos abrimos a Asia y al mundo hispano de Norteam¨¦rica. Igualmente, en las dos legislaturas socialistas Espa?a pele¨® por el Tratado europeo, materializ¨® su voz en el G-20, puso en valor una imagen-pa¨ªs amable, se curti¨® en Afganist¨¢n, Somalia o Libia. No se han perdido posiciones; m¨¢s bien nos hemos reposicionado continuamente entre cambios vertiginosos. Es tiempo de un gasto m¨¢s racional, pero tambi¨¦n de una visi¨®n europe¨ªsta y global. Cuando se abren v¨ªas de agua en la nave y la tripulaci¨®n enloquece, alguien tiene que cantar la canci¨®n.
Vicente Palacio es director adjunto del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior Espa?ola (Opex) de la Fundaci¨®n Alternativas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.