La derrota

Vaya, vaya. De acuerdo que nadie dice en p¨²blico lo que confiesa en privado. Pero se agradece el intento de que las dos posiciones, la p¨²blica y la privada, convivan con un m¨ªnimo de coherencia. Nunca me pareci¨® Zapatero el gran hombre de Estado que otros ve¨ªan en ¨¦l y algunas veces hube de callarme porque, al principio, cuando la burbuja de la felicidad a¨²n flotaba y la pol¨ªtica pod¨ªa permitirse el lujo de manifestarse a trav¨¦s de gestos, el bautizado como ZP provocaba tal encandilamiento en sus defensores que se te revolv¨ªan agresivos si al gur¨² le pon¨ªas alguna pega. Pero aun no habiendo participado en el coro de entusiastas jam¨¢s creo que le dedicar¨¦ palabras tan duras como las que algunos socialistas pronuncian ahora en p¨²blico contra ¨¦l. Ahora, claro. Porque durante los a?os zapaterianos el descontento de la vieja guardia socialista solo se dejaba o¨ªr en las sobremesas de algunos restaurantes y en las esquinas de algunos pasillos.

La victoria tiene cien padres y la derrota es hu¨¦rfana. Eso es tan viejo como Napole¨®n, pero no deja de provocar asombro comprobar que el ser humano es tan fiel a su condici¨®n que permite que una frase pronunciada hace dos siglos no caduque. He escuchado a Alfonso Guerra reflexionar en voz alta en la SER sobre las razones profundas de la derrota socialista. La pregunta es, ?por qu¨¦ pasaron ¨¦l y otros de su cuerda siete a?os reflexionando en voz baja por las esquinas? Tal vez su actitud haya contribuido tambi¨¦n al desastre. Lo que desde luego no me parece honesto es atribuir las razones de la derrota a la afici¨®n de Zapatero por llenar sus Gobiernos de jovencitos y mujeres. ?Es que la mediocridad tiene edad o sexo? Para empezar, Guerra y Gonz¨¢lez eran escandalosamente j¨®venes cuando llegaron al poder. Para terminar¡­ Ahora resulta que de la crisis socialista va a tener la culpa Bibiana A¨ªdo.

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