?Viva Espa?a! ?¡®gora¡¯ Euskadi!
La propuesta de Jos¨¦ Bono es razonable, aun cuando tal vez hubiese venido bien que fuera acompa?ada de un reconocimiento de las razones hist¨®ricas por las cuales, aun no siendo catalanistas, galleguistas o abertzales, a muchos dem¨®cratas espa?oles el viva Espa?a se les atraganta, por sus antecedentes en el ¡°espa?olismo¡± de la era de Franco. Confieso que a lo largo de mi vida he gritado muchas veces ¡°gora Euskadi¡± o ¡°gora Euskadi askatuta¡±, mientras desde los tiempos lejanos del servicio militar forzoso bajo Franco nunca he lanzado un ¡°viva Espa?a¡±, y a¨²n entonces, con otros compa?eros dem¨®cratas y/o vascos, me limitaba a mover los labios, del mismo modo que en la jura de bandera el beso era sustituido por un topetazo. No era Espa?a lo que pon¨ªa en cuesti¨®n, sino un r¨¦gimen escudado detr¨¢s del patrioterismo y de sus s¨ªmbolos.
Pero aquello queda medio siglo atr¨¢s, aun cuando las brasas perduren, l¨®gicamente alimentadas por los movimientos nacionalistas, que sobre todo en el caso vasco se encuentran muy a gusto cultivando la seudo-historia frente al ¡°Estado espa?ol¡±. Al juicioso Urkullu no le perturba que hasta finales del Antiguo R¨¦gimen la Corona afirmase recurrentemente su soberan¨ªa por encima de los privilegios de las provincias ¡ªnada de ¡°territorios hist¨®ricos¡±¡ª hasta el punto, por ejemplo, de cambiar en 1805 la frontera con Navarra, adjudicando Fuenterrab¨ªa e Ir¨²n al reino: el PNV sigue hablando de independencia originaria, San Sabino dixit, y piensa recuperarla dentro de cuatro a?os. Cuando Artur Mas propone el establecimiento enmascarado del ¡°concierto econ¨®mico¡± para Catalu?a, tras una ¡°consulta¡± a la gibraltare?a, habla con toda naturalidad de un acto de justicia hist¨®rica, como si la adjudicaci¨®n no menos hist¨®rica del mercado espa?ol a las producciones catalanas nunca hubiera existido. De hecho, la realidad espa?ola como tal no existe para ellos, y muchos dem¨®cratas han optado desde 1975 por comulgar con ruedas de molino dando por buenas esas falsas evidencias, creyendo que todo estaba resuelto con la actitud reverencial de que un castellanohablante tenga que decir Lleida, mientras el catalanista habla de Saragossa, o la Academia de la Lengua Vasca del aberrante ¡°Madril¡±. Nada de eso. La imposici¨®n de lo irracional dif¨ªcilmente lleva a otra cosa que a generar m¨¢s sinraz¨®n. La damnatio Hispaniae ha superado las fronteras de los particularismos.
De ah¨ª que sea pertinente la observaci¨®n de Bono, no incitando a que todo el mundo grite ¡°?viva Espa?a!¡±, sino a que un futuro l¨ªder del PSOE no le d¨¦ verg¨¹enza dar ese viva. Recordemos que casi ayer sufrimos la ceremonia de la confusi¨®n encabezada por Zapatero, generando una vez m¨¢s el caos con su aval a priori al Estatut. Con insensateces como aquella de pontificar que ¡°la naci¨®n es un concepto discutido y discutible¡±, sin que la Constituci¨®n, su Constituci¨®n, contara para nada entonces al determinar la jerarqu¨ªa entre naci¨®n y nacionalidades. Menos mal que ya no le toca conmemorar la Constituci¨®n de C¨¢diz: debidamente asesorado, quiz¨¢s partir¨ªa de decir que la guerra de Independencia nunca existi¨®.
Nada mejor que la inmediata r¨¦plica del socialista guipuzcoano Eguiguren para probar la pertinencia de normalizar la adhesi¨®n a ¡°Espa?a¡±. Eguiguren bien pudo haberle corregido, asumiendo el ¡°viva Espa?a¡±, a fin de destacar su compatibilidad con eventuales vivas a Catalu?a, Euskadi o Galicia. No era esa su intenci¨®n. Al no entrar la Constituci¨®n en su itinerario de aproximaci¨®n a la izquierda abertzale, los vivas a Euskadi y a Catalu?a surgen como alternativas a la naci¨®n espa?ola. Le impulsa la urgencia de encuadrar al socialismo de Euskadi en el ¡°marco vasco de decisi¨®n¡± y de lograr que el PSE se sit¨²e en el terreno de la actual Amaiur, frente al Gobierno de Madrid, con Currin incluido, sin olvidar la mesa de negociaci¨®n pol¨ªtica propuesta por Otegi. De las v¨ªctimas y amenazados, cuenta ante todo ¨¦l, que ya puede ir a la Parte Vieja donostiarra, olvidando que si anteriormente no pod¨ªa hacerlo es porque sus deseados socios se comportaban como perfectos nazis. Resulta as¨ª l¨®gica su inmediata reacci¨®n a Bono.
Y sobre las palabras est¨¢n los intereses econ¨®micos. Falta siempre en Espa?a echar cuentas, antes de que los problemas estallen, de que el juez no tenga otro remedio que investigar a Urdangarin, o de que Mas monte su consulta de coacci¨®n pol¨ªtica. ?Cu¨¢nto suponen en t¨¦rminos cuantitativos los privilegios fiscales de Euskadi y Navarra, hoy en mejor posici¨®n en la crisis, supuestamente por estar mejor administradas? Esto es ya inevitable por razones hist¨®ricas, pero hace falta conocerlo para valorar la aspiraci¨®n catalana.
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