Sin ¡®ley Sinde¡¯ y sin sentido de Estado
?De verdad alguien en el PSOE cree que los j¨®venes han abandonado a ZP por las descargas? Es justo reconocer que la ministra ha mantenido la coherencia de sus posiciones hasta el final
El segundo Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no pasar¨¢ a la historia como un ejemplo de convicciones. No pretendo defender la conveniencia de haber aprobado el reglamento de la ley Sinde por un Gobierno en funciones. Hab¨ªa argumentos razonables en ambos sentidos, pero ninguno para impulsar una ley, su reglamento, concitar todos los apoyos legales, el acuerdo del Partido Popular y dejar, en el ¨²ltimo momento, su aplicaci¨®n pr¨¢ctica en un caj¨®n.
Creo sinceramente que durante esta legislatura el debate sobre lo que es l¨ªcito e il¨ªcito en Internet ha dado un paso de gigante. La industria cultural se equivocaba cuando exig¨ªa sanciones contra los internautas que realizaban intercambios de archivos o descargas de obras sin el permiso de sus autores, en l¨ªnea con la entonces reciente Ley Hadopi francesa. La industria estaba at¨®nita, no solo por las p¨¦rdidas que les causaba la pirater¨ªa, sino por c¨®mo, a?o tras a?o, las operadoras de telefon¨ªa hac¨ªan caja cobrando por la conexi¨®n a Internet a precios por encima de la media europea, gracias a la facilidad con la que se pueden abrir negocios con material il¨ªcito en la Red, algo imposible sin la permisividad del Gobierno, del PP primero y del PSOE despu¨¦s.
En Espa?a tenemos leyes que impiden hacer negocios con obras ajenas desde hace muchos a?os, en la Red o fuera de la Red. Pero los sucesivos Ministerios de Industria han preferido mirar hacia otro lado mientras las operadoras hac¨ªan las inversiones necesarias para desarrollar una costosa red de ADSL sin ayudas p¨²blicas, financiadas a base de cuotas de usuarios precisamente gracias a la promoci¨®n encubierta de una importante oferta de contenidos gratuitos, sin que importase que algunos de ellos pudieran ser ilegales.
Poco le ha importado a alg¨²n operador que su oferta de contenidos legales fuera una ruina, mientras fuera una ruina tambi¨¦n la del resto de portales legales. Estos nunca podr¨¢n competir con el aut¨¦ntico negocio, que es el alquiler de la Red.
Durante esta legislatura, el debate sobre lo que es l¨ªcito o no en Internet ha dado un paso de gigante
As¨ª estamos, pagando muy caro el acceso a Internet para acceder a contenidos basura, lo que supone un retraso inaceptable en el desarrollo de nuestra sociedad de la informaci¨®n, y una importante p¨¦rdida de posiciones competitivas frente a pa¨ªses de nuestro entorno econ¨®mico.
Pero los usuarios nunca hemos tenido la culpa, m¨¢s bien somos las v¨ªctimas de la tard¨ªa apuesta de nuestra cultura por la Red y de un modelo de desarrollo tecnol¨®gico mediocre. Como son v¨ªctimas cientos de emprendedores que han intentado crear negocios legales en la Red, y a quienes les resulta imposible competir con una floreciente industria de webs ilegales, bien financiadas con publicidad y liberadas del pago de impuestos y de los derechos de las obras con las que comercializan.
El modelo espa?ol de cierre de p¨¢ginas web ha inspirado la nueva legislaci¨®n inglesa
La industria cultural reaccion¨®. Abandon¨® la persecuci¨®n de los usuarios y se centr¨® en la regulaci¨®n de este tipo de competencia desleal y consentida que son las p¨¢ginas de enlaces con contenidos il¨ªcitos. Lo hizo con la esperanza de reconvertir parte de su canal de distribuci¨®n f¨ªsico en nuevas plataformas online de contenidos legales.
Fruto de este movimiento naci¨® la mal llamada ley Sinde, una peque?a actualizaci¨®n de dos leyes anticuadas (Sociedad de la Informaci¨®n y Propiedad Intelectual) que, salvando m¨¢s garant¨ªas legales que ning¨²n otro procedimiento conocido, permite llegar al cierre de una web que se lucre con el trabajo ajeno, como todos los d¨ªas se cierran webs de productos milagro, de contenidos de pederastia o las que incitan a la violencia.
Pero las operadoras, molestas con el Gobierno por otros asuntos, no movieron ficha. Y esa fascinaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n tradicionales por los linchamientos medievales en la Red al amparo del anonimato, hicieron de estos ocho art¨ªculos una de las regulaciones m¨¢s absurdamente pol¨¦micas de la legislatura.
Pero la ley se aprob¨®, pronto har¨¢ un a?o, con el apoyo de PSOE, PP y CiU. Su reglamento adem¨¢s logr¨® el informe favorable de la Comisi¨®n Europea, del Consejo Fiscal, del Consejo General del Poder Judicial y del Consejo de Estado.
Durante este a?o, el modelo espa?ol de cierre de p¨¢ginas webs con contenidos il¨ªcitos ha inspirado la nueva legislaci¨®n inglesa, la estadounidense, las primeras medidas estudiadas por la Comisi¨®n Europea y tras el fracaso del modelo franc¨¦s, incluso nuestros vecinos se plantean cambiar las sanciones, no a quienes descargan, sino a quienes comercializan obras sin el permiso de sus autores.
La ley Sinde es una ley impulsada por un Gobierno socialista. Este pod¨ªa no haberlo hecho, pues hab¨ªa argumentos razonables para, por ejemplo, reformar en profundidad la Ley de Propiedad Intelectual (anticipando esc¨¢ndalos como el de la SGAE), pero el Gobierno, tras muchas dudas, acept¨® apoyar no solo al mundo de la cultura, sino al de los negocios legales en la Red, y lo hizo con el apoyo de m¨¢s del 90% del Parlamento.
Pod¨ªa no haber tramitado el reglamento, pero lo tramit¨® y logr¨® todos los apoyos legales, incorporando todas las garant¨ªas exigibles y unas cuantas m¨¢s para que la Red siga siendo un espacio de libertad, pero tambi¨¦n de respeto a la libertad ajena.
Pod¨ªa no haber solicitado el apoyo del PP para aprobar la medida tras las elecciones generales, estando ya en funciones, pero lo hizo, y lo logr¨® porque son muchas las empresas que, estos d¨ªas, est¨¢n tomando decisiones de inversi¨®n o de cierre de negocios en un mercado hostil.
?Qu¨¦ sentido tiene ahora traicionar la confianza de todos aquellos con quienes se ha recorrido este largo proceso? ?De verdad hay alguien en el PSOE que crea que los j¨®venes han abandonado a Zapatero por las descargas, cuando tenemos un 40% de paro juvenil? ?De verdad un partido de Gobierno piensa que puede alg¨²n d¨ªa ir de la mano de personas cuyas convicciones dem¨®cratas son del tipo ¡°no les votes¡±? ?De verdad hay alguien que crea que la izquierda tiene futuro si sacrifica la cultura por el populismo del ¡°todo gratis¡±?
En todo caso, este debate absurdo (pero siempre hay quienes se entretienen con lo absurdo) ya lo sustanci¨® el Gobierno hace un a?o. ?Qui¨¦n le habr¨¢ aconsejado que defraude antes a tirios y ahora a troyanos?
Es una frase manida la de que gobernar exige convicciones. Sin convicciones siempre hay un viento que sopla m¨¢s fuerte, y el que sopl¨® a la oreja del presidente, en el ¨²ltimo momento, no lo hizo precisamente a favor de los m¨¢s d¨¦biles. El Gobierno, en este tema, ha actuado sin sentido de Estado, dando bandazos, y es justo reconocer el esfuerzo de una ministra que ha mantenido la coherencia de sus posiciones hasta el final.
Tras conocerse la decisi¨®n, algunos usuarios de Internet se felicitaban de su reci¨¦n conquistado ¡°poder popular¡± sin dejar de insultar al presidente, al Gobierno y al PSOE. Conocidos y menos conocidos creadores, at¨®nitos ante la falta de palabra de un pol¨ªtico sin convicciones, depositan ya su confianza en un partido, el PP, que siempre les fue ajeno. Y lo que realmente es importante, directivos de empresas que hab¨ªan confiado sus planes de inversi¨®n y de empleo, en la puesta en marcha de una regulaci¨®n que impida que otros se lucren con las obras que ellos comercializan, hoy tienen claro que este es un pa¨ªs por el que es dif¨ªcil apostar.
Son muchas las ¡°patatas calientes¡± que Rajoy se encuentra ¡°sobre la mesa¡±. Roosevelt acu?¨® el concepto de los 100 primeros d¨ªas como el tiempo del que dispon¨ªa un Gobierno para tomar medidas de calado, como ¨¦l mismo hizo para hacer frente a la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta. No s¨¦ si Rajoy tendr¨¢ tanto tiempo.
Joan Navarro es soci¨®logo, exdirector de la Coalici¨®n de Creadores y vicepresidente de Asuntos P¨²blicos de Llorente y Cuenca.
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