Pol¨ªticas sin futuro
Europa debe buscar impulsos para crecer si no quiere morir de inanidad
Los primeros nombramientos de Rajoy, en especial el de Jes¨²s Posada como presidente del Congreso, confirman que, por encima de todo, no quiere salidas de tono ni osad¨ªas. Oyendo a la gente de bien, de Rajoy se espera que siga la pol¨ªtica que inici¨® Zapatero el infausto 10 de mayo de 2010 (y que el PP rechaz¨® en aquel momento) pero que la lleve a las ¨²ltimas consecuencias; es decir, hasta donde mande la se?ora Merkel. Y que consiga para Espa?a un papel de protagonismo en la escena internacional que con Zapatero se ha perdido por completo. La democracia espa?ola ha tenido dos presidentes de consumo interno, Su¨¢rez y Zapatero, y dos presidentes de consumo internacional, Gonz¨¢lez y Aznar. Falta saber d¨®nde la historia ubicar¨¢ a Rajoy. Desde luego, mientras la austeridad alemana sea el dogma incuestionado que aglutina Europa es dif¨ªcil ser alguien sin plantar cara a la canciller. Y si Sarkozy se ha estrellado en el intento, Rajoy lo m¨¢s probable es que ni lo pruebe.
El dibujo que se va imponiendo en los medios de comunicaci¨®n apunta a un 2012 extremadamente duro. En recesi¨®n, por lo menos durante los dos primeros trimestres, algunos anticipan un oto?o conflictivo si, como es previsible, el paro alcanza incluso cuotas superiores a las actuales y la econom¨ªa sigue estancada. De ser as¨ª, se confirmar¨ªa la dificultad que tiene la pol¨ªtica para seguir el ritmo de los acontecimientos. Europa sigue pegada a la austeridad y ha convertido en reuni¨®n hist¨®rica ¡ªalguien me dec¨ªa que es ya la cuarta jornada para la historia de la Uni¨®n Europea desde mayo de 2010¡ª la cena en que se decidi¨® imponer la mordaza de una regla de oro constitucional al gasto p¨²blico de los Estados. Sin embargo, cada d¨ªa son m¨¢s las voces que dicen que Europa tiene que buscar impulsos para crecer si no quiere morir de inanidad.
De los furores del converso Zapatero pasamos a la discreta administraci¨®n de las cosas de Rajoy. En el actual clima de pesimismo, todo el mundo se resigna, pensando que ya vendr¨¢n tiempos mejores. Pero tengo la sensaci¨®n de que estamos perdiendo de vista las profundas transformaciones que el mundo est¨¢ sufriendo. Encallados en la crisis de la deuda, no nos damos cuenta de lo que se mueve. De que las primaveras ¨¢rabes han robado a Europa la vitalidad pol¨ªtica y est¨¢n produciendo efectos interesantes en el mundo globalizado, hasta el punto de que los contagios han puesto de los nervios a los aut¨®cratas como Putin y los d¨¦spotas chinos que parec¨ªan ser los grandes beneficiarios de la crisis financiera. Europa, que tradicionalmente era la que remov¨ªa el mundo, se encuentra que otros le est¨¢n desbordando en atrevimiento, y que los ciudadanos de pa¨ªses sin tradici¨®n democr¨¢tica ponen en evidencia a l¨ªderes autoritarios ante los que los dirigentes europeos se han inclinado mil veces.
No se toma conciencia de que la democracia est¨¢ en juego en la medida en que la gesti¨®n de la crisis ha hecho m¨¢s evidente que nunca que nuestros gobernantes se mueven entre dos servidumbres: la del dinero y la de sus intereses por la conservaci¨®n del poder. Y que, como escribe Andr¨¦ Glucksmann, ¡°la corrupci¨®n mundializada es un peligro mayor que el nuclear¡±. El empe?o en plantear la crisis como una cuesti¨®n de expertos bloquea la confianza de los ciudadanos en la pol¨ªtica y desdibuja la democracia.
Como tampoco se quiere ver que las relaciones sociales cambian con las innovaciones tecnol¨®gicas. La pol¨ªtica sigue ajena a la horizontalidad que emana de las redes. Y nadie se preocupa de ver si hay ense?anzas posibles de los modos en que las personas se organizan en sus ¨¢mbitos de influencia directa para afrontar las dificultades.
De modo que unos siguen confiando en que los expertos desanuden el conflicto, y otros, como Sarkozy, siguen so?ando en la autoridad incontestada que rompa el nudo gordiano con un golpe pol¨ªtico maestro. Me temo que ni una ni otra opci¨®n llevan a ninguna parte en los tiempos que corren. Falta lo contrario de lo que se vislumbraba: osad¨ªa para volver a poner la pol¨ªtica democr¨¢tica en primer plano. Gente capaz de ir algo m¨¢s all¨¢ del an¨¢lisis. De hacer una s¨ªntesis integradora. An¨¢lisis quiere decir tambi¨¦n disgregaci¨®n. Y eso probablemente exige una revisi¨®n profunda de los instrumentos, empezando por los propios partidos. Los socialistas que est¨¢n de congresos, con la ventaja de morar en la oposici¨®n y con la necesidad de refundarse, podr¨ªan ser pioneros. Sin embargo, no emiten ning¨²n signo que permita confiar en que se den cambios de calado.
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