Las cartas de Rubalcaba
En principio, el pr¨®ximo congreso del PSOE deb¨ªa conducir a la resoluci¨®n de tres cuestiones: elecci¨®n del sucesor de Zapatero, qu¨¦ estrategia pod¨ªa adoptar el partido frente a la gesti¨®n de la crisis por el PP y en qu¨¦ medida lograr¨ªa el PSOE analizar y explicar las causas end¨®genas que llevaron a los desastres de 2011. La primera era en apariencia la m¨¢s simple, ya que desde los meses que precedieron al 20-N resultaba claro que la sucesi¨®n consistir¨ªa en una partida con dos jugadores, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Carme Chac¨®n. La segunda resultaba decisiva para saber si el PSOE iba a ce?irse a un diguem no permanente, con aderezos m¨¢s o menos demag¨®gicos, o ser¨ªa capaz de rehacer su discurso, con todas las r¨¦moras que hoy afectan a la socialdemocracia, planteando una alternativa razonable y atrayente a la pol¨ªtica de recortes a ultranza del PP. Y, finalmente, estaba el tema central de la fractura que el PSOE abri¨® en los ¨²ltimos a?os frente a la sociedad espa?ola y, en particular, ante su electorado. Dicho de otra manera, si el PSOE iba a estar en condiciones de plantear, al igual que los socialistas franceses, un debate plural dentro del partido, unos cauces de comunicaci¨®n con el exterior y el fin de un tipo de liderazgo que sofocaba la menor disidencia. Todo ello sobre la base de una revisi¨®n cr¨ªtica de la etapa que se cerr¨® en noviembre.
No hizo falta mucho tiempo para comprobar que el aparato, agrupado a¨²n en torno a Zapatero, y de cara al futuro, detr¨¢s de Rubalcaba, estaba poco dispuesto a permitir que con el pretexto del Congreso fuera puesta en tela de juicio su supervivencia. Para empezar, el calendario pre-congresual ser¨ªa corto, enlazando con las elecciones andaluzas, con el consiguiente llamamiento al patriotismo de partido: quien propiciara un debate a fondo cargaba con la responsabilidad de una nueva derrota. El debate de ideas qued¨® aplazado hasta 2013, con un congreso internacional de utilidad dudosa. Y a toda costa fue declarado anatema cualquier intento de cuestionar lo m¨¢s m¨ªnimo la pol¨ªtica practicada por Zapatero o de iniciar una nueva etapa en la vida del partido. Al manifiesto Hay mucho PSOE por hacer, de Carme Chac¨®n y los treinta, sucedi¨® de inmediato el Yo estuve all¨ª oficialista, mostrando el orgullo de haber actuado bajo la direcci¨®n del expresidente, y de paso sugiriendo la deslealtad de quienes tambi¨¦n estuvieron y ahora critican.
Rubalcaba no interviene personalmente. Deja la tarea para sus seguidores, cuid¨¢ndose de que all¨ª donde alcance su influencia solamente sea o¨ªda su voz y la de los suyos, con la presencia de Chac¨®n convenientemente mermada (as¨ª como la de sus valedores m¨¢s destacados). Concede aquello que carece de repercusiones inmediatas, como las primarias para el futuro lejano, pero en cuanto la amenaza se concreta, como en la propuesta de un debate cara a cara, iniciativa de Chac¨®n, de inmediato surge el recurso a ¡°la direcci¨®n¡±, la cual no encuentra antecedente alguno a semejante cosa ¡ªFrancia debe estar muy lejos¡ª y adem¨¢s, apunta, para debatir ya est¨¢n los militantes. Conclusi¨®n: debate prohibido. Prietas las filas. Rubalcaba siempre se caracteriz¨® por ser un hombre poco dado a admitir discrepancias y cr¨ªticas, algo tal vez adecuado para su etapa de ministro del Interior. Otra cosa es que hoy esa alergia a la democracia interna resulte positiva, m¨¢s a¨²n cuando Carme Chac¨®n tampoco entra?a demasiado riesgo. Bajo Zapatero ya se vivi¨® un largo per¨ªodo de ¡°unidad¡±, y sin examinar las causas del desastre mal podr¨¢ producirse el ¡°cambio¡±.
Ah¨ª est¨¢ para probarlo el dec¨¢logo oficialista an¨®nimo, con sus ¡°diez razones para apoyar a Rubalcaba¡±. Lo ¨²nico claro es que Rubalcaba debe ser el elegido, porque ¡°las personas tambi¨¦n importan¡±, y mientras ¨¦l es un pol¨ªtico estupendo, podr¨ªa repetirse para el PSOE el riesgo de Bono o Rosa D¨ªez. El resto es una sucesi¨®n de t¨®picos y generalizaciones. Rubalcaba propone ¡°el cambio inteligente¡±, sin mayor concreci¨®n, ¡°un liderazgo compartido¡±, ya que ¡°no es tiempo de un l¨ªder sino de muchos¡± (sic), ¡°un proyecto socialista renovado¡±, europe¨ªsta, progresivo y defensor de un Estado de bienestar, ¡°un nuevo modelo de partido¡±, con participaci¨®n de las bases en las decisiones (magn¨ªfico), ¡°un proyecto nacional que mantenga el mismo discurso en todos los territorios¡± ¡ª?qu¨¦ har¨¢ con el PSC?¡ª, y sobre todo ¡°un liderazgo solvente¡±. Objetivo omnipresente, la continuidad: unidad, ¡°mantener lo que funciona¡±, ¡°recuperar la credibilidad y la confianza¡±: el PSOE ¡°no necesita refundarse¡±. La designaci¨®n de Rubalcaba ser¨¢ su garant¨ªa.
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