Mensajes
El objetivo estrat¨¦gico del PP es evitar que el presidente se queme cargando con la crisis
La semana pasada, aplicando la pol¨ªtica del palo y la zanahoria, el Gobierno de Rajoy ha emitido por boca del ministro Montoro dos mensajes contradictorios. Por una parte, ofreci¨® prestar liquidez a los Gobiernos territoriales que se hallen pr¨®ximos al incumplimiento de pagos. Pero como eso significaba incurrir en el llamado riesgo moral (tolerancia con la impunidad de los infractores), en seguida amenaz¨® con perseguir penalmente a los cargos p¨²blicos que vulneren la sagrada austeridad presupuestaria. ?En qu¨¦ quedamos? ?No revela esto una flagrante contradicci¨®n en el discurso p¨²blico de este Gobierno?
En esta ¨¦poca de democracia mediatizada, la principal virtud del gobernante es la habilidad en el manejo de la comunicaci¨®n pol¨ªtica. Gobernar es tomar decisiones y hacerlas cumplir, lo que exige poder de convicci¨®n (soft power) adem¨¢s de coerci¨®n (hard power). Pero ambos poderes se basan en la eficacia comunicativa, necesaria tanto para seducir como para intimidar, pues el poder de las amenazas depende de la credibilidad con que son formuladas. As¨ª que, tanto para hacerse querer como para hacerse temer, hay que controlar la coherencia de los mensajes que se emiten, seg¨²n ense?an los manuales de m¨¢rketing. Mucho m¨¢s en esta ¨¦poca de mercantilizaci¨®n de la pol¨ªtica, cuando son los mercados, y no los ciudadanos, los destinatarios ¨²ltimos de esos mensajes. Cuando Montoro anunci¨® que se iba a aflojar la presi¨®n sobre las comunidades aut¨®nomas m¨¢s deficitarias, semejante mensaje pod¨ªa ser mal entendido por los mercados externos. De ah¨ª que al d¨ªa siguiente Montoro se viera obligado a emitir otro mensaje antit¨¦tico de austeridad a ultranza, destinado a compensar y anular el anterior. Y con ese objeto anunci¨® una campa?a de persecuci¨®n criminal contra los gobernantes deficitarios, emulando as¨ª la obsesi¨®n punitiva de la canciller Merkel contra los impenitentes pa¨ªses deudores del sur. Una burda chapuza que revela la falta de rigor de su incoherente estrategia comunicativa. ?Cu¨¢l es esta?
Al parecer, el objetivo estrat¨¦gico del discurso popular es evitar que el presidente del Gobierno se queme cargando personalmente con el coste de la crisis. Para ello, y dado que por la boca muere el pez (como demostr¨® la deriva de Zapatero), Rajoy se encierra en el mutismo discursivo delegando las explicaciones en sus ministros m¨¢s locuaces (como el propio Montoro, que asume por defecto el papel de vicepresidente econ¨®mico), encargados de culpar de todo a la herencia recibida y de adelantarse a los mercados adoptando iniciativas preventivas (como la de criminalizar el d¨¦ficit presupuestario). Pero al hacerlo as¨ª, y al no haber ning¨²n vicepresidente capaz de asumir la responsabilidad de las decisiones, el resultado es una cacofon¨ªa que revela la ausencia tanto de discurso pol¨ªtico como de pol¨ªtica econ¨®mica, lo que a¨²n es peor.
Y lo malo es que, al disponer de mayor¨ªa absoluta, se creen con licencia para anunciar toda clase de medidas, por arbitrarias que sean. Como el ¨²ltimo disparate del arbitrista Montoro, con su propuesta de criminalizar el incumplimiento de la austeridad presupuestaria. Semejante figura delictiva es de imposible articulaci¨®n legal, crear¨ªa una extraordinaria inseguridad jur¨ªdica y adem¨¢s, a juzgar por la trayectoria del PP, s¨®lo se aplicar¨ªa contra sus adversarios pol¨ªticos. Y esto, adem¨¢s de implicar un antidemocr¨¢tico abuso de poder, supondr¨ªa una ileg¨ªtima judicializaci¨®n de la pol¨ªtica, al imponer el control judicial de aquellas actuaciones de los poderes p¨²blicos que solo deben ser controladas por los electores, por el poder legislativo y por la intervenci¨®n general del Estado. Pues en esas condiciones, ?qui¨¦n se atrever¨ªa a aceptar el cargo de concejal, de consejero o de ministro de Hacienda (aparte del propio Montoro, claro), a riesgo de que la polic¨ªa judicial le condujese ante la Inquisici¨®n fiscal acusado de un delito de lesa austeridad?
Lo cual me lleva a pensar que una propuesta tan irracional como esa s¨®lo se formula de cara a la galer¨ªa, pero no tanto como un globo sonda (destinado a tantear las posibles reacciones adversas), sino como una cortina de humo (para encubrir ante los mercados la tolerancia del incumplimiento presupuestario de las comunidades aut¨®nomas decidida por el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal) y sobre todo como montaje de una demag¨®gica campa?a populista de persecuci¨®n punitiva del presunto despilfarro fiscal. Y al parecer ha tenido ¨¦xito, pues ha encontrado el f¨¢cil aplauso de la sociedad civil, a juzgar por la vox populi que circula por la calle, la red o los medios. Una campa?a de persecuci¨®n populista que emula a la desatada en Alemania por la prensa sensacionalista contra el presunto despilfarro de los PIGS, pero que en Espa?a se pretende desatar no s¨®lo contra los apestados socialistas sino sobre todo contra los sufridos servicios p¨²blicos que el PP se propone recortar, estrangular y privatizar.
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