"Si el Supremo condena a Garz¨®n ser¨¢ el hazmerre¨ªr"
El abogado Hugo Relva, observador del juicio contra el juez, califica de "locura" el proceso
Hugo Relva (La Plata, 1963) tiene casi la misma sed de justicia que de mate. El abogado experto en derechos humanos, consejero jur¨ªdico de Amnist¨ªa Internacional desde hace ocho a?os, viaja de su Argentina natal a todas partes con la infusi¨®n de yerba y, si la ha olvidado, hace lo posible por encontrar en el lugar a alg¨²n compatriota que se la suministre. La lucha contra la impunidad que mueve su trabajo le ha llevado con su organizaci¨®n por medio mundo, de Kosovo a Sierra Leona, y ahora a Madrid. Dos razones le tienen soliviantado esta soleada ma?ana de lunes: no lleva encima ni un sorbo de mate y a Espa?a le ha tra¨ªdo un juicio que en su opini¨®n es una locura, el proceso que comienza hoy contra el juez Baltasar Garz¨®n por investigar los cr¨ªmenes del franquismo.
A falta de mate, Relva se explica delante de un humeante caf¨¦ con leche. Ha venido a participar como observador internacional en el proceso que se celebra en el Tribunal Supremo, junto con media docena de miembros de ONG. Garz¨®n hab¨ªa solicitado que declarara como testigo, pero el tribunal lo rechaz¨®. El jurista tiene claro lo que hubiera asegurado ante los siete magistrados de haber podido testificar: ¡°La investigaci¨®n de cr¨ªmenes de lesa humanidad por parte de cualquier juez jam¨¢s, jam¨¢s puede constituir una conducta delictiva¡±. La ley de Amnist¨ªa de 1977, a?ade, no impide investigar los delitos cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo. Aunque lo hiciera, arguye el abogado, ser¨ªa una norma nula. ¡°Contravendr¨ªa las obligaciones que el derecho internacional impone a Espa?a, como es la indagaci¨®n de cualquier violaci¨®n de derechos humanos¡±, afirma mientras intercala los tragos de cafe¨ªna con un jugo de naranja. Ni un bocado pega a los bollos que esperan encima de la mesa: los dos cruasanes sobreviven intactos a la charla.
La investigaci¨®n de cr¨ªmenes de lesa humanidad por parte de cualquier juez jam¨¢s puede constituir una conducta delictiva
El menudo letrado, al que le divierte montar en bici con su hija de 12 a?os, habla suave, bajito, aunque diga cosas graves. As¨ª cuenta el desconcierto ante la causa contra Garz¨®n entre tantos colegas latinoamericanos, que no se explican qu¨¦ est¨¢ haciendo Espa?a con el franquismo despu¨¦s del papel que ha desempe?ado en la justicia universal. ¡°Los jueces se quejan de que si esto lo hicieran ellos ser¨ªa un oprobio para la humanidad... Si el Supremo condena a Garz¨®n va a ser el hazmerre¨ªr de los tribunales¡±.
El jurista apura el caf¨¦ y se?ala los dos acontecimientos que han marcado los 25 a?os que lleva trabajando para Amnist¨ªa Internacional: con terror recuerda la imagen de cientos de ni?os con las manos amputadas que encontr¨® en su viaje a Sierra Leona. El gesto le cambia completamente cuando se refiere al juicio que conden¨® en 2009 al expresidente peruano Alberto Fujimori a 25 a?os de c¨¢rcel por violaci¨®n de derechos humanos. ?l presenci¨® la lectura de la sentencia acompa?ado de los familiares de las v¨ªctimas del exmandatario. ¡°A todos les faltaba un hijo, y no vi odio en esa gente, no vi rencor. El clamor era justicia¡±, describe entusiasmado.
Las v¨ªctimas, defiende, tienen ¡°derecho a la verdad¡±, aunque ello suponga la reapertura de sucesos inc¨®modos. ¡°?De qu¨¦ otro modo si no es reabriendo heridas se puede alcanzar la paz?¡±, inquiere. El castigo a Fujimori le satisfizo una temporada. ¡°De tiempo en tiempo encontrar gotas de justicia calma la sed¡±. Pero ya ha vuelto a tener sed: de mate y de justicia.
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