Ni los chinos trabajan

Por la avenida principal del pol¨ªgono comercial de Cobo Calleja (Fuenlabrada), el m¨¢s grande de Espa?a, apenas circulan coches. Solo una motocicleta pilotada por un chino recorre de arriba a abajo la calle transportando peque?os paquetes. Los chinos, propietarios de la mayor¨ªa de negocios de este singular pol¨ªgono, han decidido secundar el paro. Lo hacen m¨¢s por miedo y precauci¨®n que como protesta a la reforma laboral aprobada por el Gobierno. "Hoy no trabajamos. Hay huelga", dice un joven chino vestido con un plumas de marca y un cigarrillo Camel en la boca. Son las nueve de la ma?ana y el chico est¨¢ acompa?ado por tres compa?eros que esperan junto a un muelle de carga. Una hora m¨¢s tarde descargan cajas de un cami¨®n.

A la misma hora, otro grupo de asi¨¢ticos abre la persiana de uno de los amplios locales comerciales. Descubren un establecimiento de art¨ªculos de pesca. Solo una joven sabe hablar espa?ol con fluidez: "No entendemos muy bien las leyes", dice cuando se le pregunta por la huelga. "Hoy no abrimos, trabajaremos dentro", afirma desconfiada. Lo cierto es que el pol¨ªgono est¨¢ desangelado, lejos de su fren¨¦tica actividad diaria en la mayor concentraci¨®n de comerciantes chinos de Madrid. Las centenares de furgonetas y camiones que desembocan cada d¨ªa en la zona se reducen a una docena.

Hace algo m¨¢s de un a?o, el exministro de Fomento, Jos¨¦ Blanco, inaugur¨® el Plaza Oriente, el que iba a ser el centro comercial m¨¢s importante de Espa?a. Hoy los farolillos rojos est¨¢n apagados, los r¨®tulos de caracteres chinos lucen solitarios y los locales cerrados. La huelga ha tenido efecto en Cobo Calleja. De los m¨¢s de 350 almacenes comerciales del pol¨ªgono solo una docena se ha atrevido a abrir a media ma?ana.

Como los locales est¨¢n cerrados, peque?as cuadrillas de chinos charlan despreocupados en las esquinas. Apenas logran responder "yo no s¨¦ nada" cuando se les pregunta por la crisis, la huelga o la actividad del pol¨ªgono. Cobo Calleja recibe habitualmente mas de 4.000 contenedores a la semana. "La huelga es por la crisis. Est¨¢ muy mal todo Cobo Calleja, muy mal", dice un hombre de origen asi¨¢tico antes de montarse en un BMW de alta gama y hacer aspavientos con la mano para cortar la conversaci¨®n. Ni idea de la reforma laboral.

El camarero del bar El Diario, en la avenida principal del pol¨ªgono, est¨¢ aprendiendo palabras en chino para atender mejor a sus clientes. "Se nota mucho la huelga. Tienen miedo porque otras veces vinieron piquetes y les amenazaron", dice mientras sirve un caf¨¦ a un hombre de origen asi¨¢tico. "Est¨¢n dentro de las naves. Esos no paran", asegura un grupo de operarios de una fabrica cercana que no ha secundado el paro.

Beatriz trabaja en uno de los pocos locales abiertos. Sus jefes proceden de China y no entienden de huelgas. "Llevamos abiertos desde septiembre y si podemos abrir para vender pues abrimos", cuenta esta dependienta de la flamante tienda de ropa, llamada Tanna. Cuenta, bajo la atenta mirada de una joven asi¨¢tica, que el resto de empresarios chinos se han puesto de acuerdo para no abrir. "No esperamos muchos clientes, pero hay que trabajar", a?ade.

Una caravana formada por cinco coches con pegatinas de sindicatos recorre el pol¨ªgono. Lanzan mensajes desde un altavoz para apelar a la huelga. "Han venido a desayunar, se han tomado un caf¨¦ y se han marchado", dice el camarero de El Diario con la esperanza de que ma?ana sus clientes vuelvan a llenar el local.

Talleres mec¨¢nicos, negocios de cerrajer¨ªa, suministros de pintura... comercios de bolsos, zapatos, regalos, utensilios para mascotas, permanecen con las persianas bajadas y las puertas cerradas. Algunos clientes llegan al lugar y tienen que darse la vuelta al descubrir que casi todo est¨¢ cerrado. Es el caso de un hombre que tiene una empresa de rodamientos que se ha acercado a Cobo Calleja a por repuestos. "Cre¨ª que iba a estar abierto. Voy a esperar un rato a ver si deciden abrir", asegura paciente.

Una pareja de polic¨ªas municipales discute con un empresario chino. Al parecer les han llamado por un problema con un contrato de alquiler de una carretilla elevadora. Una mujer de origen asi¨¢tico se acerca a preguntar qu¨¦ ha pasado. "No tiene nada que ver con la huelga, es un problema legal", le tranquiliza un guardia de seguridad de la empresa de vigilancia del pol¨ªgono. La mujer sonr¨ªe da media vuelta y dice:"Yo hoy no trabajo. He ido al gimnasio de Parla". Y hace un gesto para sacar m¨²sculo con el brazo. "Se han puesto todos de acuerdo para no abrir. Lo har¨¢n por la tarde, cuando todo se tranquilice. Pero est¨¢n dentro de los locales ordenando sus mercanc¨ªas", zanja el guarda despreocupado porque hoy tendr¨¢ menos trabajo.