El laboratorio andaluz
Andaluc¨ªa decide experimentar con una alianza entre PSOE e IU en medio de la oleada conservadora en Espa?a y Europa. Las dos formaciones saben que su acuerdo supone una esperanza para la izquierda y que su gesti¨®n estar¨¢ en el punto de mira del Gobierno de Rajoy
A las ocho de la tarde del pasado domingo, el destino de Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n y Javier Arenas parec¨ªa decidido de forma inexorable. El sepelio pol¨ªtico del primero estaba organizado: sus cr¨ªticos en el PSOE estaban dando las ¨²ltimas puntadas a una sublevaci¨®n que iba a cuajar en las siguientes horas con la petici¨®n de una gestora. El segundo se dispon¨ªa a extirpar una dolorosa espina que le mortificaba desde hace 18 a?os: al fin ser¨ªa presidente de la Junta de Andaluc¨ªa y se quitar¨ªa de encima la etiqueta de sempiterno candidato frustrado. Ya ning¨²n bar¨®n o baronesa del PP receloso de su influencia interna podr¨ªa mirarle por encima del hombro y pensar: ¡°Y t¨², ?a qui¨¦n has ganado?¡±
Pero, ay, las urnas juguetearon con la teor¨ªa de la predestinaci¨®n. Gri?¨¢n, al que se daba por desahuciado, se convirti¨® hora y media despu¨¦s en un referente del PSOE, en el dirigente socialista que sin discusi¨®n tiene mayor poder institucional¡ en un l¨ªder. Arenas, por contra, fracasaba de nuevo en su intento de llegar a la ambicionada cima y alimentaba la leyenda de perdedor pese a ganar las novenas elecciones auton¨®micas andaluzas.
En los primeros compases de la tarde, todo indicaba que se cumplir¨ªa el pron¨®stico que hab¨ªan apuntado casi todas las encuestas publicadas en las ¨²ltimas semanas (incluida la de EL PA?S), es decir, que el PP ampliar¨ªa su enorme poder en Espa?a con el control de Andaluc¨ªa, un territorio tradicionalmente hostil a la derecha. Gri?¨¢n lleg¨® al hotel en el que celebr¨® la noche electoral del 25-M a las ocho de la tarde, junto a su esposa Mar¨ªa Teresa Caravaca, que ha estado a su lado casi toda la campa?a. Consciente de que pod¨ªa pasar a la historia como el primer candidato del PSOE que llevaba a su partido a la oposici¨®n, vio un ambiente de resignaci¨®n. Dos horas antes, Arenas ya estaba en la sede de su partido, un coqueto edificio de tres plantas situado en una c¨¦ntrica calle de Sevilla, convencido de que esta vez s¨ª, a la cuarta, se sentar¨ªa en el Palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa.
Gri?¨¢n habl¨® por tel¨¦fono con Rubalcaba y recalc¨® su acierto de separar los comicios andaluces del 20-N
Fue una noche hist¨®rica, pero no con el final vaticinado. Nada m¨¢s cerrar las urnas, Canal Sur, la televisi¨®n p¨²blica auton¨®mica, dio un primer indicio al adelantar un sondeo que auguraba que el PP pod¨ªa quedarse sin la mayor¨ªa absoluta. En el PSOE se lo creyeron y algunas caras empezaron a cambiar. En el PP no le dieron ning¨²n valor. La mayor¨ªa absoluta est¨¢ en el bolsillo, dec¨ªan. El segundo indicio lleg¨® sobre las nueve menos diez de la noche, cuando la p¨¢gina web de la Junta empez¨® a arrojar informaci¨®n del escrutinio: con el 14% ganaba el PSOE. Nadie le dio demasiada importancia, ni en uno ni en otro lado. Eran los sufragios de los municipios m¨¢s peque?os, donde la fortaleza socialista es mayor.
A las nueve y diez, con algo m¨¢s del 30% del recuento, los socialistas segu¨ªan por delante. La perplejidad se instal¨® en su sede; la estupefacci¨®n en la del PP. Pero, ?no estaba cantada la mayor¨ªa absoluta de Arenas? No. El electorado andaluz estaba sorprendiendo a propios y extra?os.
Andaluc¨ªa ser¨ªa un pa¨ªs medio de la Uni¨®n Europea de los 27 por poblaci¨®n y superficie
El PSOE introdujo los nuevos avances de resultados en un programa inform¨¢tico que clav¨® el desenlace final. Casi nadie daba cr¨¦dito y se desat¨® la euforia. Gri?¨¢n habl¨® por tel¨¦fono con el l¨ªder del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, al que recalc¨® que su decisi¨®n de separar las elecciones andaluzas de las generales del 20 de noviembre (un movimiento estrat¨¦gico al que se opuso la direcci¨®n federal socialista) hab¨ªa sido un acierto. En cierta manera, Gri?¨¢n, un dirigente de solvencia intelectual, pero de car¨¢cter voluble e incontrolable, se resarc¨ªa del congreso federal que aup¨® a Rubalcaba a la secretar¨ªa general del PSOE a principios de febrero. Gri?¨¢n apoy¨® a Carme Chac¨®n y su imagen fue la del perdedor. Ahora no, ahora era la del ganador. Y el mensaje a Rubalcaba estaba dado.
En la sede del PP tardaron algo m¨¢s en entender qu¨¦ estaba ocurriendo. El estupor inicial se transform¨® en un escalofr¨ªo cuando a las nueve y media, ya con m¨¢s del 60% de los votos escrutados, sus dirigentes comprendieron que no hab¨ªa margen para alcanzar el Gobierno. Arenas iba a ganar por primera vez unas elecciones auton¨®micas en Andaluc¨ªa, s¨ª, pero no iba a tener mayor¨ªa absoluta, el ¨²nico veredicto que le garantizaba el ¨¦xito.
Arenas, uno de los pol¨ªticos en activo m¨¢s veteranos de Espa?a, brillante y astuto para su partidarios, fullero y taimado para sus adversarios, se dio de bruces con la realidad. Junto a media docena de colaboradores se puso a trabajar en el discurso que dar¨ªa a las 22.20 en el balc¨®n de la sede del PP andaluz. Ten¨ªa esbozado el de ganador y gobernante y el de ganador¡ sin gobierno. Y en estos 50 minutos dio los retoques a este ¨²ltimo. Es cierto que introdujo matices de ¨²ltima hora porque en ning¨²n caso esperaba quedarse a tanta distancia de la mayor¨ªa absoluta (le faltaron cinco diputados). La decepci¨®n en la sede del PP fue brutal. No solo ten¨ªa todas las encuestas a favor, sino que adem¨¢s hab¨ªa una conjunci¨®n planetaria (el hartazgo ciudadano tras 30 a?os de Gobierno del PSOE, el caso de corrupci¨®n de los ERE, la tasa de paro, la divisi¨®n interna de sus adversarios...) que le hab¨ªa hecho pensar en una victoria rotunda. En su fuero interno, no obstante, ten¨ªa presente el a?o 1996, cuando tambi¨¦n los sondeos le daban como vencedor y se llev¨® el bofet¨®n de las urnas. A lo largo del domingo, Pedro Arriola, el gur¨² electoral del PP, le hab¨ªa confirmado que esta vez San Telmo era suyo. Pero lleg¨® otro bofet¨®n. ¡°Si no ganamos esta vez, no ganamos nunca¡±, susurraba un trabajador en la sede del PP.
?Qu¨¦ pas¨® el 25-M? Lo primero, una paradoja: quien gana, pierde (Arenas); quien pierde, gana (Gri?¨¢n). El electorado andaluz, contracorriente, ha frenado el avance que parec¨ªa imparable del PP de Mariano Rajoy y ha dejado abierta la opci¨®n de un gobierno PSOE-IU, todo un experimento en medio de la oleada conservadora en Espa?a y Europa. ¡°En las generales tuvimos un voto prestado del PSOE que quer¨ªa echar a Zapatero y que ahora no hemos tenido. Adem¨¢s, han sido claves la subida de impuestos y la reforma laboral¡± del Gobierno, resume un alto dirigente del PP.
Las urnas sit¨²an a la izquierda ante un reto enorme: Andaluc¨ªa, con una poblaci¨®n de 8,4 millones de habitantes y una superficie de m¨¢s de 87.000 kil¨®metros cuadrados, ser¨ªa un pa¨ªs mediano en la Uni¨®n Europea de los 27. Su poblaci¨®n supera la de 12 estados de la UE y su superficie, la de 13. Es como si el ensayo se hiciera en Austria, un pa¨ªs muy similar en habitantes y extensi¨®n a Andaluc¨ªa.
En un mapa pol¨ªtico casi monocolor en el que las recetas ante la crisis son unidireccionales (ajustes y m¨¢s ajustes), Andaluc¨ªa va a convertirse en un laboratorio para la izquierda espa?ola. Hagan lo que hagan PSOE e IU (en breve empezar¨¢n a negociar un Gobierno de coalici¨®n o un pacto de legislatura) todo ser¨¢ analizado con lupa. Porque si algo est¨¢ claro es que el l¨ªder de IU, Diego Valderas, no va a permitir que se repita el escenario de Extremadura, donde el PP manda con la anuencia izquierdista, ni va a desaprovechar la ocasi¨®n que ya tuvo su formaci¨®n en 1994 de gobernar con el PSOE en Andaluc¨ªa.
Hace 18 a?os, no fragu¨® y empez¨® la llamada legislatura de la pinza. Este periodo acab¨® abruptamente dos a?os despu¨¦s con un adelanto electoral que permiti¨® al PSOE subir en esca?os, prescindir de IU y pactar con el Partido Andalucista, una formaci¨®n menos dogm¨¢tica. Los andaluces no han perdonado a IU aquel flirteo con el PP hasta el pasado domingo y Valderas sabe que muchos de los votos que recibi¨® proceden del PSOE. ¡°IU y la derecha son como el agua y el aceite¡±, repite y repite Valderas.
Los socialistas prefieren sin titubeos un Gobierno de coalici¨®n porque aporta una dosis de estabilidad que no ofrece un pacto de legislatura. La hip¨®tesis de pactar en el Parlamento iniciativa a iniciativa, ley a ley, con IU es real, pero un tormento en la gesti¨®n de un Gobierno con pocos recursos presupuestarios y que estar¨¢ bajo estrecha vigilancia del Ejecutivo de Mariano Rajoy. El acuerdo al que lleguen Gri?¨¢n y Valderas ser¨¢ tambi¨¦n un espejo en el que se mirar¨¢n las federaciones de PSOE e IU en el resto de Espa?a. ¡°Es el momento de la pol¨ªtica con may¨²sculas y tenemos que estar a la altura de las expectativas¡±, afirma un dirigente socialista.
La posici¨®n de los empresarios, que pese a algunos trompicones siempre han tenido una relaci¨®n fluida con los socialistas andaluces, ser¨¢ clave en el futuro inmediato. De momento, su respuesta es desalentadora para lo que est¨¢ por venir. El ya expresidente de la patronal de Sevilla, Antonio Galad¨ª, que dimiti¨® esta semana por un conflicto interno, lanz¨® el siguiente mensaje en su despedida: ¡°Es para echarse a temblar. En una tierra sedienta de inversiones, ?qui¨¦n va a ser el osado que se atreva a invertir?¡±.
Estas sombras de duda sobre un pacto de la izquierda se acrecientan si se tiene en cuenta que en IU hay personajes ex¨®ticos como el l¨ªder jornalero Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, conocido por sus incendiarias soflamas antisocialistas, contra el capitalismo, la banca, los terratenientes, sus gui?os a la izquierda abertzale¡ Todo un fil¨®n para los que van a caricaturizar cualquier decisi¨®n de la nueva Administraci¨®n auton¨®mica.
La lectura montaraz que sectores de la derecha m¨¢s radical han hecho de los resultados electorales en Andaluc¨ªa es un primer s¨ªntoma de que PSOE e IU no van a tener ni un minuto de tregua. Esta derecha ha rescatado los t¨®picos m¨¢s vejatorios sobre los andaluces cuando las urnas han dictaminado en el sentido inesperado. Esta semana se ha hablado del ¡°estercolero¡± andaluz, de ¡°clientelismo¡±, de ¡°voto cautivo¡±, de ¡°caciquismo¡±, de ¡°nepotismo¡±, de ¡°sociedad mediatizada¡±, ¡°enferma¡±, ¡°subsidiada y connivente con la corrupci¨®n¡±; se ha equiparado a Andaluc¨ªa con Corea del Norte, con Grecia¡ Un muestrario de excesos (y desconocimiento) del que se ha desmarcado el PP, que entiende que este es el peor camino que puede emprender. ¡°Son opiniones muy equivocadas¡±, ha dicho Antonio Sanz, secretario general del PP andaluz.
Tras el 25-M, solo el presidente del PP de Almer¨ªa, Gabriel Amat, ha sacado los pies del tiesto, precisamente en un acto en presencia de Arenas. ¡°He conocido solo dos Gobiernos en Andaluc¨ªa: la dictadura y el PSOE. Y este ¨²ltimo es peor¡±, dijo Amat, quien fue reconvenido al instante y, al rato, rectific¨®. ¡°Es el primer fallo que he tenido en toda mi carrera pol¨ªtica¡±, dijo a modo de excusa.
Aunque en el PP andaluz conviven almas diferentes de la derecha (la portavoz parlamentaria, Esperanza O?a, compar¨® en campa?a Andaluc¨ªa con Gaza), Arenas siempre ha cultivado el discurso m¨¢s moderado, sabedor de que solo por esa v¨ªa pod¨ªa penetrar en una poblaci¨®n con una memoria inclinada hacia la izquierda. En los 19 a?os que lleva como gran referencia de la derecha andaluza, Arenas ha procurado ir centrando a su partido para romper la desconfianza que todav¨ªa despierta el PP en una parte del electorado andaluz, que desde que empez¨® la transici¨®n se ha identificado de forma mayoritaria con los socialistas y que en las ¨²ltimas citas electorales hab¨ªa mostrado un desapego creciente.
En la campa?a andaluza se enfrentaron el discurso del PP de ¡°paro, despilfarro y corrupci¨®n¡± frente al del PSOE del miedo a los recortes, a la reforma laboral y al poder omn¨ªmodo de la derecha. Y se diga lo que se diga, los andaluces resolvieron con una fina sabidur¨ªa el complicado dilema del 25-M: han castigado al PSOE (ya no es la primera fuerza en la comunidad y pierde m¨¢s de 600.000 votos en cuatro a?os); otorgan una oportunidad hist¨®rica a IU y se han negado a dar al PP un poder total en Andaluc¨ªa y en Espa?a.
?D¨®nde fueron los votos?
La amplia victoria del PP, anticipada en las reci¨¦n celebradas elecciones auton¨®micas por los sondeos, se sustentaba en tres condiciones: a) una alta fidelidad de los votantes del PP; b) la opci¨®n por la abstenci¨®n de una sustancial parte de los votantes socialistas; y c) un trasvase importante de votos desde el PSOE a IU, pero tambi¨¦n, aunque en menor medida, al PP. Las tres se hab¨ªan cumplido ya tanto en las elecciones municipales de mayo de 2011 como en las generales de noviembre del a?o pasado y, de forma clara y reiterada, los datos de encuesta ven¨ªan indicando que volver¨ªan a cumplirse este pasado domingo. Sin embargo, no ha sido totalmente as¨ª.
La primera de las condiciones s¨ª parece haberse cumplido: el 90% de quienes en las auton¨®micas 2008 votaron por el PP han vuelto a hacerlo ahora. Esta tasa de fidelidad es, por cierto, la misma que se registr¨® en las generales del 20N y viene a cuestionar frontalmente la hip¨®tesis de que el 25 de marzo se produjera un cierto desentendimiento electoral entre los votantes populares. Evidentemente, estamos comparando los resultados de ahora con los de las elecciones auton¨®micas inmediatamente anteriores celebradas en 2008: adem¨¢s de no haber nunca dos elecciones id¨¦nticas, la experiencia demuestra con rotundidad que cada tipo de elecci¨®n (general, europea, auton¨®mica o municipal) tiene en nuestro pa¨ªs unas peculiaridades y din¨¢micas internas propias que hacen dif¨ªcil ¡ªy en ocasiones enga?osa¡ª la comparaci¨®n directa de unas con otras o la transposici¨®n inmediata y sin m¨¢s entre ellas de posibles pautas o rasgos. La comparaci¨®n que, en consecuencia, realmente procede en el caso de los resultados andaluces de este pasado domingo no es con los del 20N, sino con los de hace cuatro a?os. Y aun as¨ª, con una importante cautela: las auton¨®micas de 2008 se celebraron, como ha sido usual en esta regi¨®n, al mismo tiempo con las generales, lo que les proporcion¨®, en cuanto a participaci¨®n, el beneficio de un "efecto arrastre" que ahora, en cambio, no ha existido. Resulta as¨ª precipitado atribuir demasiada significaci¨®n al hecho de que la participaci¨®n actual (62.2%) haya sido inferior a la de 2008 (72.7%) porque, en cambio, resulta ser m¨¢s elevada que la registrada en las de 1990 (el ¨²nico precedente de elecci¨®n auton¨®mica celebrada en Andaluc¨ªa en solitario): en aquella ocasi¨®n vot¨® el 55.3%.
La segunda condici¨®n se ha cumplido a medias: todo indica que una parte sustancial (si bien menor que la prevista) del electorado socialista ha optado por la abstenci¨®n. Y lo mismo ha ocurrido con la tercera: se ha producido un sustancial trasvase de votos del PSOE a IU, como ya ocurriera el 20N, pero a diferencia de lo acaecido entonces no cabe detectar trasvase significativo alguno de votantes del PSOE hacia el PP. En consecuencia, la fidelidad de voto del electorado popular ha permitido que su partido resultara el m¨¢s votado, pero no ha sido suficiente para conseguirle la mayor¨ªa absoluta, que solo parece alcanzable en conjunci¨®n con un flujo de salida de votantes socialistas (en direcci¨®n a Izquierda Unida, pero tambi¨¦n, al PP) m¨¢s importante que el que ha tenido lugar.
De los 4,5 millones de votos emitidos en las andaluzas de 2008, unos 650.000 han optado ahora por quedarse en casa: sin duda se trata, en buena medida, de ese voto ya aludido que logra arrastrar hasta la urna auton¨®mica la coincidencia temporal con una elecci¨®n general y que, por tanto, ahora no se ha movilizado, haciendo as¨ª que la abstenci¨®n alcance un total de 2.3 millones, en n¨²meros redondos.
En el caso del PSOE, ?cu¨¢l ha sido la suerte de los 2.2 millones de votos (en n¨²meros redondos) que consigui¨® en 2008? La mayor parte (1,5 millones) han vuelto a optar por sus siglas, lo que supone una fidelidad de voto del 70%, llamativa porque resulta ser entre 10 y 15 puntos superior a la que, seg¨²n los distintos sondeos, se estimaba como m¨¢s probable. Y en esa reanimada fidelidad de voto radica, como ya ha quedado apuntado, la clave principal de esta elecci¨®n: la movilizaci¨®n a ¨²ltima hora de un apreciable contingente de votantes socialistas, oculto o dubitativo durante semanas, ha impedido el desplome que los sondeos hab¨ªan detectado y que hubiera abierto el camino a la mayor¨ªa absoluta del PP. Unos 120.000 votos antes socialistas han pasado ahora a IU y otros 90.000 pueden haber recalado fundamentalmente en UPyD y, en mucha menor medida, en alg¨²n otro partido. Los casi 400.000 votos socialistas restantes, hasta completar los originarios 2,2 millones de 2008, habr¨ªan optado en esta ocasi¨®n por la abstenci¨®n, ya que parece sumamente improbable que, a diferencia de lo que ocurri¨® en las generales de noviembre, se haya producido un trasvase de ese voto, en magnitud perceptible, hacia el Partido Popular.
En el caso del PP, ya ha quedado indicado que un llamativo 90% de los 1,7 millones de votos logrados en 2008 han vuelto a corresponderle ahora. Adem¨¢s, unos 150.000 votantes populares de 2008 parecen haber optado en esta ocasi¨®n por la abstenci¨®n y puede haberse producido un moderado intercambio de votantes con otros partidos.
Finalmente, en el caso de IU, a sus 317.000 votantes de 2008 habr¨ªan venido ahora a sumarse unos 120.000 que hace cuatro a?os votaron al PSOE, completando as¨ª los casi 440.000 votos conseguidos. Un resultado, en porcentaje (11.3%), claramente mejor que el obtenido en las elecciones de 2008 (de hecho es su mejor resultado en las ¨²ltimas cuatro elecciones auton¨®micas celebradas en Andaluc¨ªa) pero algo peor, tambi¨¦n en porcentaje, que el logrado en 1990 (12.7%), ¨²nica ocasi¨®n en la que las auton¨®micas se celebraron en solitario. O
Jos¨¦ Juan Toharia, Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz y Josep Lobera son miembros de Metroscopia.
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