?Es conveniente la reinserci¨®n?
La sentencia de Bildu desautoriza el informe en que se basa la condena a Otegi
El Ministerio del Interior ha presentado un plan destinado a favorecer la reinserci¨®n de los presos de ETA que ha suscitado el rechazo de las asociaciones de v¨ªctimas. El colectivo de presos ha respondido advirtiendo que cualquier planteamiento basado en el arrepentimiento ¡°nace muerto¡±. Y la banda ha transmitido, a trav¨¦s de los autodenominados ¡°verificadores¡± (del cese de ETA), su reclamaci¨®n de una negociaci¨®n directa con el Gobierno para avanzar hacia ¡°soluciones definitivas¡±.
El cese de la violencia sin disoluci¨®n organizativa deja abierta la posibilidad de una vuelta atr¨¢s. El papel de la pol¨ªtica antiterrorista actual ser¨ªa convertir en improbable tal hip¨®tesis. Un factor decisivo para ello ser¨¢ que los eventuales partidarios de regresar a la violencia no cuenten con la que ha sido siempre su bandera m¨¢s seguida: la de los presos. Eso implica no la liberaci¨®n de los reclusos, como reclaman la banda y su entorno, pero s¨ª que exista una din¨¢mica de reinserci¨®n en marcha. Sin embargo, una reforma del C¨®digo Penal introducida en 2003 dificulta extraordinariamente esa posibilidad.
El asunto viene de lejos: en los a?os 80 se pusieron en marcha pol¨ªticas activas de reinserci¨®n destinadas a facilitar la disoluci¨®n de ETA (p-m), incluyendo los disidentes que no hab¨ªan aceptado la retirada. Esas pol¨ªticas se intentaron trasladar luego a ETA (militar), con poco ¨¦xito.
A partir de un momento dado, el PP propuso poner fin a esa v¨ªa. El argumento era que mantener permanentemente abierta esa puerta de salida sin apenas coste estimulaba el ingreso en la banda dada la impunidad que ofrec¨ªa. La propuesta era poner una fecha tope a la posibilidad de acogerse a la oferta del Gobierno a partir de la cual no bastar¨ªa la ruptura con ETA para beneficiarse de la libertad condicional y otras medidas de reinserci¨®n. El PP llevaba en su programa de 1996 el cumplimiento ¨ªntegro de las penas, pero mantuvo pol¨ªticas de reinserci¨®n individual, como la planteada en 1999 para el regreso de 300 exiliados sin causas abiertas.
La direcci¨®n de la banda, que ya en 1986 hab¨ªa asesinado a Yoyes cuando intentaba reintegrarse en la vida civil, siempre ha estado en contra de cualquier v¨ªa individual de reinserci¨®n. Ahora intenta mantener unidos a los presos en torno a la esperanza de una salida colectiva que les evite los costes personales de tener que evidenciar su distanciamiento. Y plantea como alternativa una negociaci¨®n directa con el Gobierno sobre las ¡°consecuencias del conflicto¡±, entre las que incluye, adem¨¢s de la amnist¨ªa, la retirada de territorio vasco de las Fuerzas de Seguridad. Considerar ¡°t¨¦cnica¡±, por oposici¨®n a pol¨ªtica, una negociaci¨®n con ese contenido parece una broma. Seguramente intentan utilizar la negociaci¨®n sobre presos como paso previo a la de las ¡°soluciones definitivas¡±: autodeterminaci¨®n y Navarra.
La respuesta democr¨¢tica a ese desaf¨ªo pasa por un consenso entre Gobierno y oposici¨®n, incluyendo los nacionalistas, similar al que funcion¨® de hecho tras la ruptura de la tregua de 2006 y cuyo eje fue la negativa a cualquier negociaci¨®n. Solo cuando se convencieron de que no la habr¨ªa, los de Otegi dieron el paso de exigir al brazo armado el cese unilateral. La situaci¨®n es ahora similar en relaci¨®n a la disoluci¨®n. Es posible que sean los propios presos quienes, cuando comprueben que no va a haber negociaci¨®n de contrapartidas a la disoluci¨®n ¡ªsin la que no puede haber medidas de reinserci¨®n¡ª pasen a exig¨ªrsela a ETA.
Hay sectores de la sociedad espa?ola que piensan que los condenados por terrorismo no deben tener la posibilidad de acogerse a medidas de reinserci¨®n. Pero si se piensa que es deseable favorecerla, como se deduce de la propuesta de Interior, compartida por casi todos los partidos, ser¨¢ necesario allanar los obst¨¢culos puestos en su momento para dificultar el acceso a esa v¨ªa. Un m¨ªnimo realismo pol¨ªtico lleva a no ignorar que el arrepentimiento, la condena del pasado terrorista, la posibilidad de pedir perd¨®n a las v¨ªctimas, se sit¨²an despu¨¦s, y no antes, de la decisi¨®n de abandonar la violencia. Por eso, no parece lo m¨¢s inteligente dar por cerrado el asunto diciendo: reinserci¨®n, s¨ª, pero con esas y otras condiciones previas, destinadas en realidad a impedirla.
Tambi¨¦n ha habido falta de realismo en la resoluci¨®n del Tribunal Supremo sobre la condena de Otegi y los otros procesados en el sumario de Bateragune. Aunque le rebajan la pena, sigue siendo de m¨¢s de seis a?os por intentar reconstruir Batasuna por orden de ETA. Algo absurdo desde lo que hoy es una evidencia pol¨ªtica: que el desenlace de su iniciativa fue forzar a ETA a declarar el cese de la estrategia terrorista. Evidencia avalada jur¨ªdicamente por la sentencia del Constitucional sobre Bildu, que desautoriza el informe que atribuye a ETA el dise?o, como si fuera un invento ins¨®lito, de la estrategia electoral de frente soberanista.
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