El contubernio que prepar¨® la democracia
Los protagonistas evocan el congreso de M¨²nich que, hace 50 a?os, reuni¨® a toda la oposici¨®n al franquismo
La dictadura los llam¨® "vendepatrias y traidores", las manifestaciones alentadas por el franquismo pidieron incluso la horca para ellos y un destacado periodista de aquel r¨¦gimen, Emilio Romero, escribi¨® que Franco "se los com¨ªa con patatas". Sufrieron el exilio o el destierro, la p¨¦rdida de empleos y hasta el desprecio de sus vecinos al regresar de un congreso europe¨ªsta celebrado en 1962 en M¨²nich (Alemania). La prensa franquista calific¨® aquel congreso como "contubernio", que seg¨²n el diccionario de la RAE significa "cohabitaci¨®n il¨ªcita o alianza o liga vituperable". Desde aquella fecha, los opositores a la dictadura hicieron bromas y chanzas con la palabra y cualquier conspiraci¨®n contra el franquismo se defin¨ªa como contubernio.
Viajaron hasta M¨²nich 118 espa?oles pertenecientes a todas las fuerzas de la oposici¨®n al franquismo que, por primera vez desde la Guerra Civil, escenificaron en la capital b¨¢vara la reconciliaci¨®n nacional, al tiempo que proclamaron su apuesta por la democracia y por Europa. Las primeras elecciones democr¨¢ticas (1977) tardaron 15 a?os en llegar, y unos meses m¨¢s tarde se aprobaba la Constituci¨®n.
"Los valores del congreso de M¨²nich est¨¢n recogidos en la Constituci¨®n de 1978", se?al¨® solemne Fernando ?lvarez de Miranda, el pasado jueves en Madrid. Este veterano pol¨ªtico democristiano, nacido en Santander en 1924 y que fue m¨¢s tarde presidente del Congreso de los Diputados (1977-1979) y Defensor del Pueblo (1994-1999), ejemplifica la trayectoria de los participantes en aquel IV Congreso del Movimiento Europeo. En unas jornadas en la Casa de Am¨¦rica, en Madrid, para celebrar el medio siglo de aquel congreso, celebrado entre el 5 y el 8 de junio de 1962, ?lvarez de Miranda resumi¨® as¨ª la reacci¨®n de la dictadura: "Franco tem¨ªa que se reconciliaran los dos bandos de la Guerra Civil porque al r¨¦gimen le interesaba recordar constantemente el conflicto, que no se borrara el enfrentamiento. Por eso el contubernio de M¨²nich result¨® tan peligroso para el franquismo. No ¨ªbamos a derrocar a la dictadura, pero sentamos las bases de la democracia y del europe¨ªsmo".
La mayor¨ªa del centenar largo de dirigentes de la oposici¨®n congregados en M¨²nich proced¨ªa del interior de Espa?a y militaba en las filas mon¨¢rquicas, democristianas, liberales, socialistas y nacionalistas del Pa¨ªs Vasco y de Catalu?a. Los comunistas enviaron observadores a la cita, aunque no participaron directamente en el contubernio. Viajaron en tren, en coche o en avi¨®n, salvando dificultades administrativas, y en la capital de Baviera se encontraron con dirigentes del exilio, como el l¨ªder del PSOE, Rodolfo Llopis, que hab¨ªan abandonado Espa?a en 1939, al final de la Guerra Civil.
Bayonetas y papeletas
La repercusi¨®n en Europa de la cumbre de la oposici¨®n espa?ola en M¨²nich desat¨® las iras del r¨¦gimen franquista. Prensa, radio, la incipiente televisi¨®n y el omnipresente No-Do lanzaron toda su artiller¨ªa contra los asistentes al ¡°contubernio¡±. La campa?a de desprestigio de aquellos ¡°vendepatrias¡± que, en algunos casos, hab¨ªan apoyado la sublevaci¨®n militar de 1936 y luego se hab¨ªan distanciado del franquismo, la encabez¨® el propio Franco.
En septiembre de 1962, en una visita a Palencia, Franco clam¨® desde el balc¨®n del Ayuntamiento: ¡°Este r¨¦gimen no lo hemos conquistado con papeletas, sino a punta de bayoneta¡±. Toda una declaraci¨®n de principios y un aviso para la oposici¨®n. Habr¨ªa que esperar 15 a?os, toda una generaci¨®n, para que llegara la democracia.
"Claro que hubo recelos entre dirigentes del interior y del exilio, de la derecha y de la izquierda", recuerda Carlos Bru, que fue eurodiputado del PSOE y uno de los impulsores del movimiento europe¨ªsta en Espa?a. "Pero era natural", agrega, "que los hubiera. Lo importante fue que se superaron buscando el consenso. El camino hacia la democracia y hacia Europa era lo que nos un¨ªa a todos".
Las conclusiones de M¨²nich, avaladas por el conjunto del movimiento europe¨ªsta de los pa¨ªses democr¨¢ticos, subrayaron el reconocimiento de los derechos humanos, las libertades pol¨ªticas y sindicales y la identidad de las regiones, entre otras cuestiones. El debate entre Monarqu¨ªa o Rep¨²blica fue soslayado, tras duras negociaciones, y se opt¨® por un consenso en clave democr¨¢tica. De este modo, el socialista Llopis confes¨® al mon¨¢rquico Joaqu¨ªn Satr¨²stegui: "Si una futura Monarqu¨ªa respeta la democracia, el PSOE respetar¨¢ una Monarqu¨ªa parlamentaria".
Esta reconciliaci¨®n entre gentes que hab¨ªan combatido en la guerra en trincheras distintas, como Satr¨²stegui y Llopis, resultaba muy da?ina para el franquismo. "El r¨¦gimen nos regal¨® todo tipo de adjetivos ya que el contubernio fue para ellos una conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica, comunista y separatista vasca". Desde una silla de ruedas, pero con el entusiasmo intacto, el socialista Jos¨¦ Federico de Carvajal, que fue presidente del Senado entre 1982 y 1989, exclama: "Los viejecitos de M¨²nich, con m¨¢s de 80 a?os, estamos dispuestos a volver cuando haga falta".
Ahora no tendr¨ªa consecuencias, pero en 1962 la polic¨ªa franquista esperaba en estaciones y aeropuertos a los participantes en el contubernio. Algunos fueron desterrados a las islas Canarias, como ?lvarez de Miranda y Satr¨²stegui, que pasaron un a?o confinados en Fuerteventura. Otros fueron obligados a exiliarse, como el funcionario Carmelo Cembrero, que vivi¨® en Luxemburgo y en Bruselas, y que en una siniestra medida perdi¨® su empleo en el Instituto Nacional de Estad¨ªstica por "incomparecencia en el trabajo". Sin comentarios.
Represalias profesionales, separaciones familiares, carreras truncadas y persecuciones policiales fueron peajes que tuvieron que pagar los del contubernio. Ahora bien, ninguno se arrepinti¨® de haber puesto una primera piedra en la recuperaci¨®n de la democracia. Como dice Carvajal, los pocos supervivientes volver¨ªan a hacerlo. Carlos Barros de Lis, hijo de Jes¨²s, uno de los promotores de M¨²nich, define el sentimiento de las siguientes generaciones: "Todos los que asistieron a M¨²nich fueron all¨ª por ideales. Es la lecci¨®n que tenemos que aprender para recuperar hoy los ideales".
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