Hacia la normalizaci¨®n en Euskadi

Han pasado m¨¢s de 16 meses desde que Sortu, el partido de la izquierda abertzale, fue presentado en sociedad en un acto p¨²blico en Bilbao. Y este plazo ha servido para confirmar la voluntad expresada el d¨ªa de su presentaci¨®n, el 8 de febrero de 2011, por el dirigente de la izquierda radical Rufi Etxeberria y el abogado I?igo Iruin, arropados por hist¨®ricos dirigentes de la antigua Batasuna, de apuesta exclusiva de las v¨ªas pol¨ªticas, de rechazo expreso a la violencia de ETA y de asunci¨®n de las premisas de la Ley de Partidos, como rezan sus estatutos.

En estos m¨¢s de 16 meses, la izquierda abertzale ha cumplido esos compromisos. Alg¨²n atisbo de kale borroka ha sido inequ¨ªvocamente condenado por los representantes de la izquierda radical. Su regreso a las instituciones, a trav¨¦s de la coalici¨®n Bildu con otros partidos independentistas legales, le ha permitido recobrar, de forma muy notable, su presencia en los Ayuntamientos, en las Juntas Generales y en la Diputaci¨®n de Gipuzkoa, y con la coalici¨®n Amaiur ha recuperado su participaci¨®n en el Congreso y el Senado.

Con su presencia relevante ¡ªun 25% de los votos en las elecciones generales en Euskadi¡ª y su actitud institucional, estos meses ha confirmado su apuesta por la normalidad pol¨ªtica.

Todas las encuestas de Euskadi coinciden en que una amplia mayor¨ªa de vascos deseaba su legalizaci¨®n. Ayer mismo, el lehendakari, Patxi L¨®pez, antes de que se anunciara la noticia, manifest¨® su deseo de que fuera legal. Se daban, por tanto, todas las condiciones, legales y pol¨ªticas, para que Sortu fuera legal.

Con la legalizaci¨®n de la izquierda abertzale como partido culmina el cumplimiento de un antiguo sue?o mayoritario en el Pa¨ªs Vasco en los a?os de plomo, el de que el terrorismo de ETA desapareciera y el independentismo defendiera sus ideas legalmente; el sue?o de la normalizaci¨®n pol¨ªtica.

Este sue?o culmina hoy con la legalizaci¨®n de la izquierda abertzale. Pero empez¨® su andadura cuando la izquierda radical present¨®, en noviembre de 2009, la ponencia Zutik Euskal Herria, en la que defend¨ªa la apuesta por las v¨ªas pol¨ªticas y rechazaba la violencia. Una ponencia que, cuatro meses despu¨¦s, fue votada por las bases de la izquierda abertzale, y que Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria forzaron a ETA a que la asumiera, lo que hizo el 20 de octubre del pasado a?o con el anuncio del cese definitivo de la violencia.

Es tambi¨¦n verdad que, antes, en 2002, la izquierda abertzale tuvo que ser ilegalizada por los tribunales por ser el brazo pol¨ªtico de ETA y que esa traves¨ªa del desierto le empuj¨® a comprometerse en favor de las v¨ªas pol¨ªticas y rechazar la violencia de ETA.

La decisi¨®n es un importante acierto en clave pol¨ªtica porque demuestra la grandeza de la democracia al reconocer a quienes cumplen con sus reglas ¡ªla de la Ley de Partidos y la del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo¡ª, aunque en el pasado las hayan vulnerado gravemente.

Sirve, asimismo, como pedagog¨ªa en el propio mundo del nacionalismo radical, en el sentido de que la democracia espa?ola sabe ser generosa con quienes cumplen con sus normas, sea cual sea su pasado. Lo que, a su vez, elimina argumentos victimistas a la izquierda abertzale. Y desautoriza a quienes pretenden utilizar las instituciones para dar rienda suelta a sus deseos de venganza.

En este ¨²ltimo sentido, la legalizaci¨®n de Sortu es un avance hacia la normalidad y la convivencia en el Pa¨ªs Vasco que ayuda a la consolidaci¨®n del final de ETA. La izquierda abertzale tiene, ahora, m¨¢s argumentos ante una hipot¨¦tica tentaci¨®n de sus sectores m¨¢s radicales de romper con las reglas de juego.

Esta decisi¨®n judicial deja al descubierto un contrasentido como es la permanencia en prisi¨®n de Arnaldo Otegi, por pertenencia a banda terrorista, cuando fue el l¨ªder de la izquierda independentista que impuls¨® el camino de esta por las v¨ªas pol¨ªticas que ayer fue reconocido por los tribunales.

Por ¨²ltimo, la legalizaci¨®n de Sortu deb¨ªa de servir de acicate a los presos de ETA para que, igual que la izquierda abertzale, asuman la legalidad. Y de ese modo facilitar su propia salida de prisi¨®n con su voluntad de reinserci¨®n individual y de cumplimiento de la justicia, lo que servir¨ªa para consolidar el final de la violencia en Euskadi.