El desterrado que lleg¨® a ser presidente del Congreso
Peces-Barba se ha convertido ya para siempre en un s¨ªmbolo de la reconciliaci¨®n que alumbr¨® la transici¨®n democr¨¢tica
Durante el estado de excepci¨®n de 1969 las autoridades franquistas desterraron a Gregorio Peces-Barba, durante unos meses, a un peque?o pueblo de Burgos por sus actividades pol¨ªticas contra la dictadura. Cuando ya era presidente del Congreso de los Diputados, 16 a?os despu¨¦s, Peces-Barba quiso visitar Santa Mar¨ªa del Campo durante un viaje oficial a Burgos. Acompa?¨¦ al pol¨ªtico socialista en aquel viaje, como su jefe de prensa, y nada m¨¢s bajar del coche un oficial de la Guardia Civil se cuadr¨® y pronunci¨® el ritual de "sin novedad, se?or presidente". Peces-Barba sonri¨® y contest¨® al oficial: "Ya veo que ha progresado usted mucho. Me alegro de verle".
Mientras camin¨¢bamos por las calles del pueblo le pregunt¨¦ sobre la identidad de aquel oficial de la Guardia Civil. "Era el cabo que me vigilaba durante mi destierro en Santa Mar¨ªa del Campo", me respondi¨® el presidente. Fue un viaje plagado de an¨¦cdotas que revelaron los inmensos cambios que hab¨ªa vivido Espa?a desde la dictadura a la democracia y que pusieron de manifiesto el talante de reconciliaci¨®n y de di¨¢logo que siempre marcaron la trayectoria pol¨ªtica y universitaria de unos de los padres de la Constituci¨®n de 1978.
Peces-Barba charl¨® con unos vecinos que asist¨ªan, entre asombrados y orgullosos, al regreso al pueblo de aquel joven desterrado que hab¨ªa jugado a las cartas con el cura y el boticario y que hab¨ªa vuelto convertido en presidente del Congreso, nada menos que la tercera autoridad del Estado. Recibido en el Ayuntamiento de Santa Mar¨ªa del Campo, el alcalde se ufan¨® de su intuici¨®n hist¨®rica y exclam¨® entre los aplausos de los vecinos. "Ya dec¨ªa yo cuando estabas desterrado, Gregorio, que t¨² llegar¨ªas muy lejos".
Yo soy el presidente de Manuel Fraga y de Juan Mari Bandr¨¦s, o sea, que ya sab¨¦is c¨®mo ten¨¦is que comportaros", dec¨ªa a sus colaboradores
Gregorio Peces-Barba se ha convertido ya para siempre en un s¨ªmbolo de la reconciliaci¨®n que alumbr¨® la transici¨®n democr¨¢tica y que hizo posible redactar una Constituci¨®n de consenso en 1978, una Carta Magna que ha sobrevivido m¨¢s que ninguna otra en la convulsa historia contempor¨¢nea de Espa?a. Fue elegido presidente del Congreso casi por unanimidad en 1982 en una legislatura en la que el PSOE contaba con una ampl¨ªsima mayor¨ªa absoluta y, por tanto, no necesitaba del apoyo de otros grupos. Todo un term¨®metro del carisma de un Peces-Barba que el ¨²nico consejo que daba a sus colaboradores en aquella etapa era el siguiente: "Yo soy el presidente de Manuel Fraga y de Juan Mari Bandr¨¦s, o sea, que ya sab¨¦is c¨®mo ten¨¦is que comportaros".
Cat¨®lico sin dogmatismos, brillante y culto, socarr¨®n e incisivo cuando las circunstancias lo requer¨ªan, leal con sus amigos y respetuoso con sus rivales, Peces-Barba llev¨® a la pol¨ªtica las virtudes de los universitarios de la vieja escuela. Profesor antes que pol¨ªtico, la obra de la que se sent¨ªa m¨¢s orgulloso, al margen de la Constituci¨®n, se refer¨ªa, sin duda, a la creaci¨®n de la Universidad Carlos III de Madrid.
La docencia fue su pasi¨®n mientras su militancia en el socialismo respondi¨® a su visi¨®n de un mundo m¨¢s justo, libre y solidario. Todav¨ªa recuerdo la extra?eza de los periodistas parlamentarios cuando anunci¨®, en 1986, que no repetir¨ªa como presidente del Congreso y que dejar¨ªa la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica para regresar a la Universidad. Una promesa que, por supuesto, cumpli¨®. Todo un ejemplo para estos tiempos de profesionalizaci¨®n y envilecimiento de la pol¨ªtica. Como su admirado Manuel Aza?a, Gregorio Peces-Barba siempre puso por delante los imperativos morales, una ¨¦tica entre el cristianismo y el socialismo que marc¨® una vida fecunda que servir¨¢ de ejemplo para muchos espa?oles.
Miguel ?ngel VIllena, periodista de EL PA?S trabaj¨® con Gregorio Peces-Barba como jefe de prensa.
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