Primero salt¨® Yohan, luego...
Los Couton se despistaron y cercados por las llamas se tiraron al vac¨ªo
Lo ¨²ltimo que Yohan Couton, un ni?o franc¨¦s de nueve a?os, oy¨® antes de lanzarse al mar desde las rocas de Portbou se lo dijo su hermana Oc¨¨ane. ¡°?Venga, salta!¡±, le grit¨®. En su huida desesperada del fuego que el domingo acorral¨® a decenas de personas cuando circulaban por la carretera, ambos llegaron a un acantilado. Detr¨¢s iban sus padres y su otra hermana, Laura. Yohan salt¨® y solo tiene unas costillas rotas. Pero el p¨¢nico y la impresi¨®n le han dejado sin palabras, mudo. Su hermana Oc¨¨ane, de 14 a?os, y su padre Pascal, de 46, cayeron al mar poco despu¨¦s y murieron.
La familia Couton no tuvo suerte. Podr¨ªan haber decidido no ir hasta El Pert¨²s, seguramente para hacer compras, ese domingo desde Argel¨¨s-sur-Mer (Francia), donde pasaban tres semanas de vacaciones. All¨ª les sorprendi¨® el inicio del incendio que ha calcinado 14.000 hect¨¢reas en tres d¨ªas en el Alt Empord¨¤ (Girona) y se vieron obligados a dar media vuelta. El matrimonio formado por Pascal (el marido) y Pascale (la mujer, de 40 a?os) resolvi¨® entonces ir a pasar el d¨ªa a Portbou. Una fatalidad.
Iban en su coche, ya de vuelta por la tarde a Francia por la sinuosa carretera de Portbou, cuando se vieron acechados por las llamas. El incendio se acercaba por una ladera del monte y el fuego ¡°les quemaba la piel¡±. Es lo que le han explicado a Maryse, cu?ada de Pascale, que sali¨® a toda prisa el domingo con su marido desde Francia hacia el Hospital Josep Trueta de Girona, donde est¨¢n ingresados Pascale, Laura y Yohan. Maryse llora sin parar. ¡°Este domingo ¨ªbamos a vernos todos para celebrar las buenas notas de las ni?as¡±, explica. Mantienen una relaci¨®n muy cercana, hasta viven en casas contiguas en Saint-Avertin, en el centro de Francia.
Maryse y su marido no han salido del hospital. No quieren abandonar a Pascale, ingresada en la sexta planta con m¨²ltiples contusiones y una cadera dislocada, pero ya fuera de peligro tras pasar dos d¨ªas en la UCI. Abajo, en la planta de pediatr¨ªa, se recupera Yohan. Laura, de 18 a?os, que duerme en la misma habitaci¨®n con su hermano, tiene la rabadilla rota. La joven sigue en el hospital ¡°por causas humanitarias¡±: para que pueda cuidar a su hermano y estar cerca de su madre.
Maryse est¨¢ obsesionada por saber ¡°c¨®mo murieron Pascal y Oce¨¤ne¡±, si sufrieron. Ha ido reconstruyendo la tragedia con los retazos de lo que le han contado sus familiares, aunque no es f¨¢cil. ¡°Mi pobre peque?a Laura no me puede explicar bien¡±, dice. Y Yohan est¨¢ ¡°mudo¡±, en estado de shock por lo que ha vivido.
Volv¨ªan a Francia por la carretera de Portbou cuando se vieron acechados por las llamas
¡°Estaban en la carretera y empezaron a ver c¨®mo se acercaban las llamas¡±, explica. El fuego rondaba tan cerca que el calor se pod¨ªa sentir en el interior del coche. No eran los ¨²nicos: hasta 50 veh¨ªculos estaban atrapados en la N-260. Presas del p¨¢nico, con el humo envolvi¨¦ndoles y el viento zumbando, empezaron a bajar la monta?a a trompicones en busca del mar o de un camino hacia el pueblo. Varias decenas de personas hicieron lo mismo y se salvaron al alcanzar un antiguo camino en desuso que llega hasta una playa.
Pascale y Laura ayudaban al padre, que sufr¨ªa una leve discapacidad que le imped¨ªa correr fruto de un accidente cerebrovascular de cinco a?os antes. Lo llevaban casi en brazos. Yohan y Oce¨¤ne iban un poco adelantados. ¡°Siguieron a la gente en medio del p¨¢nico, con cuidado para que Pascal no se cayese¡±, relata Maryse. Pero en alg¨²n momento se desviaron. Mientras que el resto de la gente gir¨® a la derecha, ellos fueron hacia la izquierda, y se toparon con que el camino, empinado, de tierra y sin ¨¢rboles a los que agarrarse, no ten¨ªa continuidad. No pod¨ªan seguir bajando.
El primero en saltar fue Yohan. La siguiente fue Pascale, que se tir¨® al ver que su hijo estaba en el mar. Dice que a partir de ese momento ¡°vio todo negro¡± y perdi¨® el conocimiento. El viento soplaba con mucha fuerza. Estaban magullados, con los zapatos destrozados, aterrorizados. Aqu¨ª el relato se vuelve confuso. Maryse dice que Pascal y Laura no saltaron, sino que resbalaron. Resbal¨® ¨¦l y ella cay¨® al intentar sujetarle. No saben qu¨¦ pas¨® con Oce¨¤ne. Su cad¨¢ver lo encontraron despu¨¦s que el de Pascal, flotando en el mar. Seg¨²n algunos testigos, la familia salt¨® al vac¨ªo desde 20 metros.
Desde el pueblo, varias personas les gritaron para que no saltaran. ¡°Supongo que no lo oyeron¡±, se lamenta Maryse. La madre y los dos hijos tienen todav¨ªa espinas de cactus por todo el cuerpo. Maryse, ¡°la tata¡±, albergaba la esperanza de que Pascal y Oce¨¤ne estuviesen con vida en alg¨²n otro hospital. Pero el lunes por la ma?ana un m¨¦dico le dio la mala noticia. Oce¨¤ne cumplir¨ªa 15 a?os el 15 de agosto.
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