Manuel Peris, un luchador por la independencia de la justicia
Su presencia e influencia en la organizaci¨®n y configuraci¨®n de la justicia en Espa?a fue realmente intensa
El viernes pasado, 24 de agosto, de madrugada y a los 85 a?os de edad, nos dej¨® para siempre Manuel Peris G¨®mez. Hac¨ªa alrededor de dos meses que se encontraba afectado de una enfermedad pulmonar, pero la verdad es que quienes le conoc¨ªamos y pod¨ªamos hablar con ¨¦l de vez en cuando no nos imagin¨¢bamos un desenlace tan r¨¢pido.
Fue tan intensa su presencia e influencia en la organizaci¨®n y configuraci¨®n de la justicia en Espa?a en los ¨²ltimos tiempos de la dictadura y en la Transici¨®n, que imagin¨¢bamos nos acompa?ar¨ªa muchos a?os m¨¢s. Su lucidez, mantenida hasta el ¨²ltimo momento, y su actualizado conocimiento y preocupaci¨®n por la protecci¨®n de los derechos humanos y libertades p¨²blicas avalaban esta convicci¨®n. Pero no ha podido ser as¨ª y hoy nos corresponde afrontar esta penosa realidad y rendir a su recuerdo el reconocimiento, m¨¢s que merecido, por toda una vida dedicada a hacer efectiva la garant¨ªa de aquellos derechos y libertades como elemento b¨¢sico del Estado de derecho, seg¨²n est¨¢ admitido desde los albores del Estado constitucional.
Manuel Peris, en efecto, fue uno de los principales impulsores del movimiento judicial contra el r¨¦gimen de privaci¨®n de libertades que signific¨® la dictadura franquista. Este movimiento, que despu¨¦s cristalizar¨ªa en Justicia Democr¨¢tica, se inici¨® en Barcelona, de cuya Audiencia Provincial era Peris magistrado, en 1968, se organiz¨® en el ¨¢mbito judicial de la misma ciudad y en Madrid a partir de 1970 y comenz¨® su actuaci¨®n en 1972. Lo integraron un al principio corto y despu¨¦s nutrido n¨²mero de jueces, fiscales y secretarios judiciales que, con considerable riesgo personal y profesional, acometieron un decidido posicionamiento, con trascendencia en el ¨¢mbito jurisdiccional de cada uno, en defensa de los derechos humanos y libertades fundamentales.
Ha de tenerse en cuenta que Manuel Peris y quienes con ¨¦l integraron el movimiento de Justicia Democr¨¢tica ten¨ªan en contra no solo el desarrollo de su actividad jurisdiccional o parajurisdiccional en un r¨¦gimen pol¨ªtico, como he dicho antes, de privaci¨®n de libertades, sino que tuvieron que luchar con un C¨®digo Penal que castigaba precisamente, como delitos contra la seguridad interior del Estado, el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales por los ciudadanos. Y no solo eso, sino que tambi¨¦n una intitulada Ley de Orden P¨²blico y un Tribunal del mismo nombre cerraban el cerco a la posibilidad ciudadana del citado ejercicio. Por eso, la actividad desarrollada por Justicia Democr¨¢tica al analizar y publicar ¡ªclandestinamente, porque, como es obvio, no hab¨ªa otra forma de hacerlo¡ª la situaci¨®n y estado de la justicia entre los a?os 1971 y 1975 revisti¨® una importancia de primer orden.
En estos escritos, que pudieron publicarse en 1977 (Los Jueces contra la Dictadura, editorial Tucar), se denunciaba la falta de independencia judicial para enjuiciar jurisdiccionalmente lo que entonces se conceptuaba como delito o infracci¨®n administrativa (Ley de Orden P¨²blico) y que en realidad no era otra cosa, como he dicho antes, que el ejercicio de derechos y libertades reconocidos en cualquier pa¨ªs democr¨¢tico y en instrumentos internacionales (vgr, en la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, de la ONU, de 1948 y, en nuestro entorno europeo, en el Convenio para la Protecci¨®n de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, hecho en Roma en 1950). En todos ellos ¡ªen los aludidos escritos¡ª, la influencia de Manuel Peris, que fue alma de Justicia Democr¨¢tica en Valencia y en Madrid, fue decisiva. En realidad, su contenido responde plenamente a la obra que public¨® en 1976 (Juez, Estado y Derechos Humanos, Ed. F. Torres), un completo estudio sobre la posici¨®n del juez en la protecci¨®n y salvaguarda de los derechos fundamentales y libertades p¨²blicas como pieza esencial del Estado de derecho. Por eso fue muy oportuno el reconocimiento a toda esta intensa labor de que fue objeto en el ¨²ltimo congreso de la asociaci¨®n Jueces para la Democracia, celebrado en Valencia el 31 de mayo pasado.
No puede olvidarse su destacada labor como vicepresidente de 1985 a 1990, en el segundo Consejo General del Poder Judicial de la democracia, que presidiera el ilustre catedr¨¢tico Antonio Hern¨¢ndez Gil. Su actividad y la aut¨¦ntica defensa de la independencia judicial y de la operatividad de la justicia, con planes de ayuda que se hicieron efectivos y con la creaci¨®n y dotaci¨®n de ¨®rganos de apoyo, dejaron profunda huella. Tampoco su actuaci¨®n como juez y magistrado. En todos los ¨®rganos jurisdiccionales en que estuvo destinado (juzgados de Chelva, ?lora, Alzira, Nules y juez decano de los juzgados de Valencia y Audiencia Territorial de Valencia y, tras su vicepresidencia en el Consejo, Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana) qued¨® la impronta de su buen hacer profesional. Su prestigio como magistrado fue reconocido por la fina y directa percepci¨®n de los asuntos sometidos a su consideraci¨®n y por la calidad de la doctrina sentada en sus sentencias.
Pero no solo se nos ha ido con su muerte un fino jurista, un excelente magistrado, un luchador por la libertad y los derechos de los ciudadanos, un aut¨¦ntico intelectual de izquierdas y claro renovador de la justicia, en el mejor sentido de potenciar su independencia y operatividad, sino tambi¨¦n un hombre de gran cultura, con una bien conocida devoci¨®n por la m¨²sica cl¨¢sica ¡ªde la que era un experto conocedor, y lo saben bien en la Sociedad Filarm¨®nica de Valencia, de la que fue presidente¡ª, por la historia, la poes¨ªa y la literatura e, igualmente, un hombre sencillo ¡ªlo m¨¢s opuesto a la soberbia¡ª, un hombre generoso y bueno y, en definitiva, una gran persona.
Pascual Sala S¨¢nchez es presidente del Tribunal Constitucional.
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