La nueva Converg¨¨ncia
Converg¨¨ncia es un partido moderado que naci¨® y creci¨® para formar y consolidar el statu quo del r¨¦gimen salido de la Transici¨®n. En su ideario fundacional, el nacionalismo catal¨¢n se conjugaba con la tradici¨®n social cristiana y con el respeto a la tradici¨®n y a las costumbres. Siempre fue un partido de orden, con un s¨®lido apoyo en las clases medias. Sus adversarios, de derecha o de izquierda, lo vieron como una garant¨ªa de estabilidad. UCD, PSOE y PP acudieron a sus servicios siempre que los necesitaron y casi nunca recibieron un no. De pronto, la Converg¨¨ncia pospujolista ha dado un paso hacia la ruptura del Estado de las autonom¨ªas. Tan instalada est¨¢ la imagen de un partido h¨¢bil en las componendas y prudente donde los haya, que nadie hizo caso de las se?ales que sus dirigentes emit¨ªan. En el ¨¢mbito del independentismo imperaba la sospecha de que a la hora de la verdad CiU acabar¨ªa dando un paso atr¨¢s, como siempre. Las ¨¦lites econ¨®micas este verano a¨²n juraban que Artur Mas nunca emprender¨ªa aventuras de riesgo. Y en Madrid tuvieron que o¨ªr el discurso del presidente el d¨ªa despu¨¦s de la manifestaci¨®n por la independencia para darse cuenta de que algo hab¨ªa cambiado.
Converg¨¨ncia, ?se ha vuelto loca? Sencillamente, sus bases sociales han evolucionado y sus dirigentes tambi¨¦n. El primer indicio de ruptura con el pujolismo lo dio Artur Mas cuando fue designado delf¨ªn, introduciendo un discurso ajeno a la cultura del nacionalismo catal¨¢n: el liberalismo econ¨®mico. El Partido Popular de Aznar ya lo hab¨ªa incorporado a su doctrina. Sobre esta base, el entendimiento entre PP y CiU en materia econ¨®mica ha sido siempre muy fluido. Pero la verdadera ruptura lleg¨® cuando, en tiempos del tripartito, los dirigentes que forman el n¨²cleo m¨¢s pr¨®ximo a Mas no se recataban en decir que estaban en pol¨ªtica con un objetivo: la independencia de Catalu?a. Nadie se lo tom¨® en serio, porque imperaba la idea de que CiU siempre cae del lado del poder establecido. Tampoco se quiso entender la se?al que dio el presidente catal¨¢n cuando fue a votar en la consulta popular sobre la independencia que montaron algunas organizaciones sociales. Ahora llegan las prisas y el rasgamiento de vestiduras.
Lo que ocurre en Catalu?a es una ruptura nacional protagonizada por gente de orden
La reacci¨®n m¨¢s recurrente es achacar el cambio al malestar por la crisis y a las dificultades de CiU para gestionarla. Pero es olvidar lo b¨¢sico: que Artur Mas y su gente son independentistas y que las bases de Converg¨¨ncia, que en su mayor¨ªa siguen siendo conservadoras, han asumido la independencia como una posibilidad real. Por una serie de cambios generacionales, sociales y culturales, la independencia ha conquistado la hegemon¨ªa en el catalanismo. Ha sido un proceso r¨¢pido, que empez¨® con la crisis del Estatuto del 2006, es decir, en pleno tripartito. Algunos ven en ello una presunci¨®n de volatilidad. Artur Mas ha dado el paso hacia la ruptura y algunos hablan de poca claridad. Tengo la sensaci¨®n de que es un reflejo del pasado, de cuando la ambig¨¹edad era la naturaleza propia de Converg¨¨ncia.
El giro de Artur Mas le permite dominar el escenario pol¨ªtico catal¨¢n. Y plantear las elecciones dejando el fracaso econ¨®mico social de su gesti¨®n (m¨¢s paro, m¨¢s d¨¦ficit, m¨¢s deuda, a pesar de los recortes) a un lado. Mas busca cargarse de razones democr¨¢ticas para el combate que viene. Sabe que su ¨²nica arma, ante las previsibles resistencias de Espa?a, es una mayor¨ªa muy cualificada que sea incontestable en el marco de la Europa democr¨¢tica. El primer paso son las elecciones, en las que se puede configurar una amplia mayor¨ªa en torno a la propuesta de refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Con matices, estar¨¢n por ella, adem¨¢s de CiU, Esquerra e Iniciativa, y el PSC corre riesgo de ruptura si no acepta el principio de la consulta. Lo dem¨¢s lo veremos en las urnas. Creo que con cierta ligereza se da por asegurada una mayor¨ªa absoluta de CiU. Sin duda, habr¨¢ un fen¨®meno de arrastre a favor suyo, pero la crisis existe y hay gente que lo pasa muy mal. Artur Mas se ha puesto al frente de un movimiento social que buscaba transformaci¨®n pol¨ªtica. A los partidos que no quieren este camino les corresponde convencer con propuestas alternativas. Refugiarse en el discurso de la manipulaci¨®n es de perdedores. Mas no es ning¨²n l¨ªder radical. Es un dirigente conservador en lo econ¨®mico y en lo moral, que ha entendido que hay una mayor¨ªa para la ruptura. No es una revoluci¨®n, ni siquiera una revuelta. Es una ruptura nacional, protagonizada por gente de orden.
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