El regreso del cicl¨®n
Los resultados de Alternativa le abren la puerta con fuerza para que d¨¦ testimonio de otra manera de hacer pol¨ªtica desde la izquierda
La figura de Xos¨¦ Manuel Beiras Torrado es tan at¨ªpica que, para empezar, naci¨® dos veces. La primera, en un a?o imborrable para la memoria colectiva, 1936, y a esa ¡°primera vida¡± corresponde tambi¨¦n su nacimiento, desde la m¨¢s temprana adolescencia, como esperanza blanca del c¨ªrculo galleguista que a?os despu¨¦s fundara la editorial Galaxia. En vista de su inteligencia, se propusieron forjarle como el l¨ªder pol¨ªtico que Galicia precisar¨ªa en un futuro, cuando los rigores tenebrosos del franquismo tuvieran que abrir espacio al empuje inexorable de la Historia. Fue formado, as¨ª, con la impronta de un pr¨ªncipe que, sin embargo, a la primera de cambio y a la inversa del tradicional cuento, se convirti¨® en rana por propia decisi¨®n. Lo pag¨® muy caro.
El joven Beiras cultiv¨® unas relaciones privilegiadas en ese c¨ªrculo ilustrado del galleguismo, empez¨® a tocar el piano, se titul¨® en Derecho y en Econ¨®micas y, para completar su formaci¨®n, sus mentores le costearon una beca en Par¨ªs. Es entonces cuando aquel proyecto de pr¨ªncipe descubre el marxismo, herramienta primordial de su trabajo posterior, pero que marca unas primeras distancias con sus mentores. O atraso econ¨®mico de Galicia (1973) le dio alas ¨Cel libro fue recibido con la avidez de un best-seller , los 3.000 ejemplares de la primera impresi¨®n se agotaron en tres d¨ªas, una proeza para la ¨¦poca-, pero, finalmente, en la polarizaci¨®n de reforma o ruptura que cobra la pol¨ªtica espa?ola, muerto Franco, Beiras apost¨® por la ruptura y se estrell¨®, con su PSG en lo pol¨ªtico, frente a un parvenu del socialismo renovado, Francisco V¨¢zquez, y en lo personal, por su conflicto de pareja, que se retroalimenta con la causa pol¨ªtica para acabar todo ello agrandando el abismo abierto por sus antiguos mentores y amigos: le consideran irrecuperable, lo a¨ªslan absolutamente, le ignoran como si nunca hubiera existido. La rana desciende a los infiernos. ?l mismo, con 41 a?os, se identifica como un fraude sin salida.
Esa peripecia por los infiernos psic¨®ticos le dura cuatro a?os, que coinciden con lo m¨¢s granado de la Transici¨®n. Cuando vuelve a su ser, a finales de 1981, han sucedido episodios tan relevantes como el 23-F. Tambi¨¦n ha estado ajeno a las primeras elecciones auton¨®micas de Galicia. Pero lleg¨® al cabo su segundo nacimiento, la eclosi¨®n que ¨¦l mismo identifica con el gozo de estar vivo, acompa?ado por lo que m¨¢s pueda parecerse a un estado de inocencia, con la felicidad en su sentido m¨¢s propio, y encuentra una ¡°vivencia plena y absoluta de la libertad, la desaparici¨®n de toda clase de prejuicios, convenciones y tab¨²es¡±, de la que ya no se apear¨¢.
No hay, desde ese renacimiento, escenario que le intimide. Da el zapatazo en el Parlamento de Galicia, emulando al del sovi¨¦tico Kruchev en la sede de Naciones Unidas, cuando era diputado ¨²nico del BNG, y el gesto a¨²n ha tenido eco ahora en la formulaci¨®n del ej¨¦rcito zapatista de Alternativa Galega de Esquerda; ha llenado y seducido a los auditorios de sus m¨ªtines, desde siempre -"si yo me aburro, se aburre la audiencia"-, con dotes de un actor principal, pertrechada su oratoria de inflexiones medidas y la did¨¢ctica del profesor, y entra al trapo de los debates, en fin, con la l¨®gica aplastante que le permiten su experiencia y sabidur¨ªa. Solo le ha faltado un escenario de gobierno, de gobernante.
Aunque llev¨® al BNG a su apogeo -los 18 esca?os de 1997-, no logr¨® su prop¨®sito primordial de desalojar a Fraga de la Xunta, la peste Fraga que populariz¨® en aquella campa?a. Tampoco en las siguientes elecciones (2001), la quinta vez que se present¨®. Pero no deja espacio a la melancol¨ªa. Abandon¨® el BNG para embarcarse, ayer mismo como quien dice y con muchas prisas, en la Alternativa cuyos resultados conocemos hoy y que le abren la puerta con fuerza para que d¨¦ testimonio de otra manera de hacer pol¨ªtica desde la izquierda, a la que ¨¦l ha venido afeando por su desarme ideol¨®gico, especialmente en las instituciones. Con ¨¦l llega un rearme que presenta, como siempre, en un discurso abigarrado y profuso, que multiplica los conceptos y las explicaciones para desaz¨®n de los periodistas que le entrevistan, obligados luego al quebradero de la s¨ªntesis. El lugar del proletariado en el marxismo cl¨¢sico est¨¢ ocupado hoy, sostiene Beiras, por el sujeto hist¨®rico heterog¨¦neo que forman los movimientos sociales surgidos de la opresi¨®n, en sus m¨²ltiples expresiones, de la globalizaci¨®n.
El ¡°esc¨¦ptico contumaz¡± que se declara no evita el mayor peso de su vocaci¨®n de viejo marxista por cambiar el mundo, ya sea para participar en el Foro Social Mundial de Porto Alegre o en la ¨²ltima campa?a electoral. Pese a la vejez se mantiene intelectualmente como el cicl¨®n que fue siempre. ¡°Dicen que estoy para ir al geri¨¢trico¡±, coment¨® en esta campa?a: ¡°No me importar¨ªa una temporada, lo necesario para levantar tambi¨¦n a los viejitos contra esa chusma¡±. Aurichu, incesante compa?era desde que le ayud¨® a salir de los infiernos y que, como las madres de aquellas folcl¨®ricas en sus giras, tampoco ella ha dejado nunca de acompa?arle en los bolos mitineros, r¨ªe resignada. ¡°Ten¨ªamos la vida tranquila, ordenada: ahora volvemos a esta agitaci¨®n, pero no hay quien le pare¡±, dice en falsa queja. Beiras ya se declaraba feliz antes de saber cualquier resultado. De lo que haga en el Parlamento, que nadie se enga?e: hasta que el cuerpo aguante.
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