Malos tiempos para la campechan¨ªa
El Rey se muestra cercano y preocupado por los suyos, pero un formato encorsetado impide arrancarle confidencias. Ya que no cab¨ªa una entrevista agresiva, se habr¨ªa agradecido una charla m¨¢s relajada. Manda la prudencia.
Nadie esperaba una entrevista impertinente. No tocaba un cara a cara como el de Ana Pastor con Dolores de Cospedal tras el cual el PP pidi¨® la cabeza de la periodista; mucho menos algo similar a cuando I?aki Gabilondo dio las buenas noches y espet¨® en fr¨ªo a Felipe Gonz¨¢lez: ¡°?Organiz¨® usted los GAL?¡±. No ¨ªbamos a ver esta noche a un monarca acorralado por preguntas inc¨®modas, porque ya de entrada se dijo que esta entrevista se planteaba como un di¨¢logo sosegado dentro de un programa especial sobre el Rey y su generaci¨®n, y que los asuntos m¨¢s espinosos (Urdangar¨ªn, Botsuana) no ser¨ªan planteados. Con eso cont¨¢bamos, pero anoche la primera frase del entrevistador Jes¨²s Hermida fue "perm¨ªtame que le felicite" y el tono permaneci¨® as¨ª de amable en los 22 minutos de di¨¢logo. ¡°Vuestra majestad¡±, se dirig¨ªa repetidamente el respetuoso periodista, al que el monarca tuteaba como acostumbra.
Si no esper¨¢bamos una entrevista agresiva, al menos habr¨ªamos agradecido una conversaci¨®n relajada. Pero tampoco. Todo fue medido, encorsetado. Planos muy calculados, sobrios, no daban opci¨®n a que la c¨¢mara capture un gesto, un detalle que delate algo. Las preguntas, todas del tipo ¡°de qu¨¦ est¨¢ m¨¢s orgulloso¡± o ¡°qu¨¦ nombre pondr¨ªa a su generaci¨®n¡±, fueron en alg¨²n momento repetitivas, lo que es dif¨ªcil de perdonar en una charla tan breve y con tantos temas ausentes.
Sin duda, el Rey gana en las distancias cortas. Llegaba a la entrevista en el momento m¨¢s complicado de su mandato y seguramente cumpli¨® sus objetivos: mostrarse cercano al ciudadano que sufre la crisis, solidarizarse con su penuria, reivindicar la obra pol¨ªtica de la Transici¨®n y los beneficios del consenso y lanzar alguna advertencia contra el rupturismo catal¨¢n. Don Juan Carlos explota su simpat¨ªa personal, eso que llaman campechan¨ªa, aunque con la edad y las operaciones se le ve corporalmente m¨¢s r¨ªgido, tiene la voz m¨¢s ronca y, claramente, es m¨¢s prudente en lo que comparte con la audiencia. Ya no grabar¨ªa un documental como el que le hizo en 1992 para la ITV brit¨¢nica Selina Scott, quien se meti¨® tanto en la intimidad de la familia real que acab¨® ayudando al monarca a arrancar su moto.
El tiempo corre en contra de la campechan¨ªa. Un pa¨ªs desmoralizado por el empobrecimiento s¨²bito no encajar¨ªa del mismo modo nada que pudiera entenderse como una frivolidad de su jefe de Estado. Los consensos sociales de la transici¨®n en torno a la figura real se han debilitado; la Rep¨²blica ya no es tab¨² en el debate. En la estrategia real que sigui¨® al traspi¨¦ en ?frica, y que pas¨® por una petici¨®n de disculpas sin precedentes, don Juan Carlos se dedica a preocuparse por sus compatriotas e inyectar algo de esperanza. Un rey m¨¢s concienciado. M¨¢s cuidadoso.
Jes¨²s Hermida, que es una instituci¨®n del periodismo espa?ol -el hombre que nos cont¨® la llegada del hombre a la Luna, el primer gran corresponsal televisivo, modernizador del medio en la p¨²blica y la privada- no necesita m¨¢s medallas, pero ayer no gan¨® ninguna nueva. Chirri¨® que TVE presumiera tanto en la introducci¨®n de su director de informativos, Julio Somoano, de haber logrado una entrevista que su redacci¨®n persigue "desde hace una d¨¦cada¡±. Fue en 2000, al cumplirse 25 a?os de reinado, cuando Victoria Prego entrevist¨® al rey por ¨²ltima vez en la televisi¨®n p¨²blica y logr¨® arrancarle confidencias m¨¢s interesantes sobre la transici¨®n, el golpe de Estado o su relaci¨®n con los presidentes del Gobierno.
Esta vez no tocaba ninguna revelaci¨®n sorprendente. Escuchamos al Rey y entendimos su mensaje sin aprender nada nuevo sobre ¨¦l. No cab¨ªa esperar una entrevista tan explosiva como la que el mismo Juan Carlos I dio a Newsweek en abril de 1976, en la que se escrib¨ªa: ¡°En opini¨®n del Rey, Arias es un desastre sin paliativos, que se ha convertido en el soporte de los leales a Franco, conocidos como el b¨²nker¡±. Eso s¨ª que era un titular.
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