Empobreceos y ser¨¦is competitivos
Ahora que se multiplican los llamamientos en l¨ªnea de que "juntos podemos" conviene atender a cu¨¢l es la tarea que se nos propone o si m¨¢s que una tarea es mera sumisi¨®n y docilidad
Sin mula ni buey pero todav¨ªa envuelto en pa?ales y recostado en un pesebre, as¨ª acabamos de conmemorar el nacimiento de Jes¨²s, fiesta mayor de los cristianos. El domingo llegaron los Reyes Magos, cuya denominaci¨®n de origen ha dejado de ser Oriente para fijarse en Huelva, sin que a los onubenses se les haya subido a la cabeza. Pero no cabemos de gozo por la mejora de los ¨ªndices de competitividad de la econom¨ªa espa?ola lograda, seg¨²n explicaba Joaqu¨ªn Estefan¨ªa en su columna del pasado domingo, m¨¢s que por nuevos avances en la eficiencia de los procesos como resultado del empobrecimiento de los trabajadores empleados en ellos.
As¨ª que est¨¢bamos ense?ados en que si no nos hici¨¦remos como ni?os no entrar¨ªamos en el reino de los cielos; tambi¨¦n en que era m¨¢s dif¨ªcil que un rico entrara en el reino de los cielos que un camello pasara por el ojo de una aguja. Viv¨ªamos desde el concilio de Trento bajo la par¨¢bola del rico Epul¨®n y el pobre L¨¢zaro, al que le negaban las migajas que ca¨ªan de la mesa del potentado pero que recibir¨ªa el ciento por uno, al llegar al seno de Abraham. Siempre sospechando de los afanes de prosperidad, que ven¨ªan a ser afanes de condenaci¨®n; mientras, los protestantes encontraron la manera de poner el foco en la par¨¢bola de los talentos y se entregaron al deber de buscarles la rentabilidad ¨®ptima.
Por fin, de manera inesperada, de la mano de los tecn¨®cratas y de la espiritualidad laureanista, se inici¨® la reconciliaci¨®n de los espa?oles con el dinero, hasta entonces sospechoso salvo si proced¨ªa de un designio providencial por herencia inevitable. Se produjo un cambio de paradigma que terminaba con la admiraci¨®n por las manos muertas, del prestigio de una familia basado en el n¨²mero de generaciones que lleva sin trabajar. El af¨¢n de prosperar pas¨® a estar bien considerado aqu¨ª abajo, adem¨¢s de convertirse en un signo de predestinaci¨®n para la vida eterna. En estas est¨¢bamos cuando en una voltereta sorprendente, llega el azote de la crisis, a la que sirven de fulminante las hipotecas subprime, y nos dicen que por nuestra propia seguridad permanezcamos asustados y nos apliquemos la m¨¢s estricta austeridad.
Esa ha sido la receta de la canciller de Alemania, ?ngela Merkel, adoptada por la Uni¨®n Europea y convalidada por el FMI, el cual ahora acaba de reconocer en un informe de sus primeros economistas graves errores en las previsiones de crecimiento y multiplicadores fiscales. Se?ala Joaqu¨ªn Estefan¨ªa que el informe hace una cr¨ªtica demoledora de las recetas de austeridad que propugn¨® y que en Europa por cada euro no gastado se han destruido 1,5 euros de actividad. Pero ni siquiera este informe del FMI altera el punto de vista de la CEOE que ayer volv¨ªa a la carga pidiendo endurecer la reforma laboral, que a¨²n no ha cumplido un a?o, y reclamaba seguir avanzando en las medidas de flexibilidad y de moderaci¨®n salarial. Unas recetas que traer¨ªan m¨¢s paro y mayor empobrecimiento en aras de la competitividad y que impulsar¨ªan otro invento, el de la sociedad de consumo sin consumidores.
Ahora que se multiplican los llamamientos en l¨ªnea de que "juntos podemos" conviene atender a cu¨¢l es la tarea que se nos propone o si m¨¢s que una tarea es mera sumisi¨®n y docilidad. Porque arrecia el proyecto de los ultraliberales para quienes, como escribe Tzvetan Todorov en La experiencia totalitaria, ¡°el Estado s¨®lo debe intervenir para favorecer el libre funcionamiento de la competencia, para engrasar los engranajes de un reloj natural (el mercado), aunque el resultado sea que se queden al margen los perdedores, aut¨¦nticos desechos del sistema, condenados a la pobreza y al desprecio, que son considerados los culpables de su desgracia¡±, de modo que carecer¨ªa de sentido recurrir al Estado para que los ayudase.
Observemos los empe?os de recortes y de reformas, donde con el bote de humo de la austeridad se puede avanzar sin riesgo, una vez difuminada la raya que separa las obligaciones impuestas por la precariedad, de los designios ideol¨®gicos elegidos. Atendamos enseguida a la adhesi¨®n ciega que los ultraliberales exigen para sus postulados, venerados como verdades cient¨ªficas o convertidos en dogmas de una religi¨®n secular.
Los fervorosos de la cofrad¨ªa se consideran exentos de toda responsabilidad. En cuanto a d¨®nde pueden llevarnos las medidas del Gobierno liberal de Rajoy en ¨¢mbitos como la Sanidad, la Educaci¨®n o las pensiones, una vez privatizado lo que haya de negocio, se recomienda repasar el legado de la se?ora Margarita Thatcher con ferrocarriles a la moda ugandesa o echar un vistazo a los nuevos tomos del Diccionario Biogr¨¢fico de la Academia de la Historia. Atentos.
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