El digno precario
Javier L¨®pez Menacho repasa en un libro su ins¨®lita vida laboral El periodista trabaj¨® disfrazado de chocolatina o como encuestador de moteros
Ha sido chocolatina, galleta, s¨¢ndwich... Ha cobrado por ello sueldos ¨ªnfimos. Lo contrataban empresas que a su vez contrataban con otras empresas que adem¨¢s hab¨ªan contratado con otras... Ha sido un trabajador por cuenta ajena y lo sigue siendo, pero nunca le vio la cara al que lo empleaba de verdad.
Durante a?o y medio hizo todo eso Javier L¨®pez Menacho en las calles de Barcelona. Es de C¨®rdoba, sus padres viven en Jerez y ahora tiene 30 a?os. Es periodista, siempre quiso ser escritor. Ha sido precario ¡°para pagar la habitaci¨®n, que mide el ancho de mis manos, y para no pedir dinero a mi padre¡±. As¨ª, como mascota, se presenta en el libro en el que cuenta su vida laboral. Yo, precario ha sido editado por Libros del Lince y ya su editor, Enrique Murillo, ¡°que es como un padre¡±, le ha avisado de que se imprime una segunda edici¨®n.
Cuando sali¨® el libro, su padre, que fue cura en Jerez hasta que se enamor¨®, llor¨® al tel¨¦fono. Ahora ¨¦l no quiere hacer ¡°un circo¡± de su historia; est¨¢ ¡°orgulloso¡± de haber llegado al editor, al prologuista (Manuel Rivas) y a la prensa por ¡°caminos derechos, los que marc¨® Murillo¡±, y no en funci¨®n ¡°de ninguna artima?a¡± que no hubiera cre¨ªdo digna. Ese aspecto de muchacho noble y simp¨¢tico, dicharachero y respetuoso, gana enseguida al que tiene delante. ¡°Me dec¨ªan que era simp¨¢tico¡±, y por eso, ¡°y porque hablaba andaluz¡±, le dieron algunos de los trabajos.
El primer trabajo precario fue en el metro. Ten¨ªa que controlar el fraude. Se sentaba en un escal¨®n y apuntaba las veces que la gente se saltaba el controlador. Ocho horas al d¨ªa. ¡°Era para un estudio de mercado. Yo se?alaba d¨®nde defraudaba m¨¢s la gente y all¨ª pon¨ªan m¨¢s guardias¡±. Era demasiado chico (1,70) para ser mascota, as¨ª que no lo quisieron como pollo de Gallina Blanca, pero pronto salv¨® esa dificultad gracias a su simpat¨ªa. ¡°Ah, andaluz, vente¡±. No saber catal¨¢n tambi¨¦n era un h¨¢ndicap para ser encuestador, ¡°pero me apunt¨¦ a catal¨¢n, y con lo poco que supe salv¨¦ tambi¨¦n ese escollo¡±.
Se pag¨® las clases con el paro, pero cuando este se acab¨® lo ayudaron sus padres. El padre es maestro jubilado, su madre sigue con sus labores. ¡°Era un cura rojillo. Se enamor¨® de mi madre y se sali¨®. Luego estudi¨® Filosof¨ªa, hizo oposiciones, y as¨ª ha estado, de funcionario. Tiene m¨¦rito mi padre: siendo pobre, les dio carrera a los tres hijos: una chica, que es maestra interina, mi hermano y yo; somos mellizos. Mi hermano es el cr¨ªtico m¨¢s feroz que tengo. Es periodista, pero ahora dise?a¡±.
El padre pens¨® que su hijo estaba siendo vejado: ¡°T¨², dentro de una mascota¡±. ¡°Yo me siento muy digno¡±, le contest¨®
¡°El precario se acostumbra a lo precario¡±. El padre lo llam¨® un d¨ªa. Sinti¨® que su hijo estaba siendo vejado, ¡°t¨² dentro de una mascota¡±. Le dijo que no, que yo me sent¨ª dign¨ªsimo, ¡°pero te parte el alma que tu padre llore. No, padre, le dije, yo me siento muy digno, y ma?ana seguir¨¦ de mascota, no se me caen los anillos¡±.
Fue encuestador. ¡°Ten¨ªa que buscar a alguien que tuviera una moto de determinada marca, y si se somet¨ªa a la encuesta le daba 12 euros¡±. Otra vez ¨¦l mismo sirvi¨® como encuestado. De fragancias. De consumidor de tabaco. Pero no fumas. ¡°Haces de todo¡±, dice. Le pagaban en bonos de 20 euros, y con eso iba acumulando para la comida, para la habitaci¨®n... Ese rumbo lo llev¨® a ser chocolatina... ¡°Llam¨¦ a la empresa que me pod¨ªa contratar. Les hizo gracia que hablara andaluz. ¡®Uy, qu¨¦ gracioso¡¯, me dijeron otra vez¡±... Cuando estuvo frente a su empleadora, esta le pregunt¨® enseguida: ¡°?Parla catal¨¤?¡±. ¡°Me cogieron¡±. Pero si no habla catal¨¢n. ¡°Bueno, los enga?as un poquito, maquillas la realidad¡±.
Luego, como chocolatina, era el que m¨¢s hablaba para llamar la atenci¨®n de los consumidores. ¡°Hablaba como Aznar, en chicano, hac¨ªa de oso Yogui, era Simpson... A los ni?os les molaba much¨ªsimo que me enrollara as¨ª con ellos... Un ni?o, Marcos, se sinti¨® tan seducido que se neg¨® a reconocer que dentro de la chocolatina hubiera un hombre. ?l cre¨ªa que ah¨ª dentro estaba cada uno de los personajes que yo le hiciera creer que hab¨ªa¡±.
En la empresa que le contrat¨® para ser chocolatina fue donde tardaron siete meses en pagarle. ¡°Me salt¨¦ la cadena de mando, escrib¨ª una carta por correo electr¨®nico a los verdaderos due?os de la cosa; se enfadaron conmigo y se acab¨® el curro¡±. En medio del paro, ¡°un dinero que me deb¨ªan de un trabajo anterior en Valencia me sirvi¨® para ir tirando¡±. Luego surgi¨® un trabajo, el de auditor de m¨¢quinas de tabaco. Dos euros por m¨¢quina, dieciocho bares el primer d¨ªa. Ten¨ªa que avisar qu¨¦ se consum¨ªa m¨¢s, qu¨¦ faltaba. ¡°Me miraban muy mal en los bares¡±. A la salida de uno de ellos, un hombre quiso atracarlo, ¡°a la luz del d¨ªa, me dijo que me iba a rajar. Me dio miedo, sal¨ª corriendo. No volv¨ª a hacer ese trabajo¡±.
Hay gente que dice que leer el libro le ha dado esperanzas
Luego fue promotor de ¡°una famosa empresa de tel¨¦fonos¡±, sorteaba una bicicleta, y a aquellos que se prestaban a participar en el concurso ¡°les regalaba un zumo de naranja¡±. En el tren, de Barcelona a Terrassa. ¡°Me sal¨ªa fatal, porque el tren subi¨® de precio y yo ten¨ªa que pagarlo con los 4,50 euros que me pagaban a la hora... El tren val¨ªa siete euros ida y vuelta¡±.
Hasta que fue speaker de los partidos de la selecci¨®n espa?ola en la Eurocopa. ¡°Narraba los partidos en los cines, y a cada jugada importante ten¨ªa que anunciar un coche. Cincuenta euros la sesi¨®n. Como Espa?a gan¨®, gan¨¦ bastante¡±.
No hizo esos trabajos para narrar su vida de precario. ¡°Los hice para sentirme digno. Ahora creo que he escrito un libro digno. Y hay gente que dice que leerlo le ha dado esperanzas¡±. Sus maestros son Jordi Carri¨®n (que le dej¨® ir gratis a sus clases de cr¨®nica), Hunter Thompson, Mart¨ªn Caparr¨®s, Rodrigo Fres¨¢n... Se sent¨® a firmar su primer aut¨®grafo de escritor este ¨²ltimo lunes en el caf¨¦ Gij¨®n de Madrid. Antes hab¨ªa contado que su padre llor¨®, ahora de alegr¨ªa, cuando el editor lo llam¨® para decirle que su hijo el precario ya iba por la segunda edici¨®n.
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