El debate sobre la Corona desborda la agenda de Gobierno y partidos
La necesidad de cambios desborda a los principales partidos Dirigentes pol¨ªticos defienden actualizar la instituci¨®n
La fatiga de los materiales por el paso del tiempo es un principio b¨¢sico de la ingenier¨ªa. En el caso de la Monarqu¨ªa, los casi 35 a?os transcurridos desde su instauraci¨®n no explican por s¨ª solos el notable desgaste de la instituci¨®n. La imputaci¨®n de la infanta Cristina en el caso Urdangarin ha desbordado el debate sobre la Corona, despu¨¦s de una acumulaci¨®n de traspi¨¦s y esc¨¢ndalos que han acelerado el desgaste y han llevado a medios extranjeros a utilizar titulares como: ¡°Tiembla la Corona en Espa?a¡±.
La Corona ha pasado de ser un asunto tab¨², al margen de la agenda pol¨ªtica, a ser objeto de pol¨¦mica y cr¨ªtica p¨²blica, con un reflejo claro en un descenso de su valoraci¨®n en todas las encuestas. La controversia desborda a los partidos y se habla abiertamente de cambios en distinto grado. Por primera vez es casi un¨¢nime la opini¨®n de quienes defienden cambios en la instituci¨®n. Los matices de esos cambios van desde los que proponen retoques legales y de funcionamiento en la Casa del Rey, pasando por quienes hablan abiertamente de la abdicaci¨®n de don Juan Carlos, hasta llegar a los que cuestionan la propia Monarqu¨ªa. Entre los primeros, y con muchas prevenciones, se incluye el Gobierno de Mariano Rajoy, que acepta, aunque sea arrastrando los pies y empujado por todos, una regulaci¨®n muy limitada de la Casa del Rey en la Ley de Transparencia, tras negar reiteradamente que eso fuera posible.
La tesis de la abdicaci¨®n es manejada ya en privado por destacados dirigentes pol¨ªticos, incluidos algunos del PP, que sostienen que ese proceso deber¨ªa acompa?ar a la reforma del funcionamiento de la instituci¨®n. Y en la ¨²ltima opci¨®n est¨¢n los grupos minoritarios, que se estrellan contra la abrumadora mayor¨ªa parlamentaria de PP m¨¢s PSOE, que mantienen posiciones firmes de defensa de la Corona como garant¨ªa de estabilidad, aunque sea con cambios en su regulaci¨®n y estatus.
El episodio de la cacer¨ªa de elefantes, la relevancia p¨²blica de Corinna zu Sayn-Wittgenstein y, sobre todo, la investigaci¨®n judicial por un caso de corrupci¨®n que, seg¨²n el juez, tuvo lugar en los aleda?os de la Zarzuela, han acelerado el deterioro. La crisis econ¨®mica y la desafecci¨®n ciudadana hacia las instituciones act¨²an como lupa que agranda notablemente el problema. Lo fundamental es que en los ¨²ltimos a?os se ha levantado parcialmente el velo de silencio y opacidad sobre la Casa del Rey; se publican informaciones sobre el caso Corinna; la amiga del Rey irrumpe de forma no aclarada con entrevistas estelares; se investiga en un juzgado; se amplifica el eco en redes sociales lib¨¦rrimas y en el Parlamento se piden cuentas por primera vez sobre la Casa Real. Todo eso estaba escondido bajo la alfombra levantada ahora. La veda se ha abierto y se avecinan episodios m¨¢s tortuosos sobre los Pr¨ªncipes.
¡°Somos muy conscientes del deterioro de la imagen p¨²blica de las instituciones y de la Corona en los ¨²ltimos a?os. Todas las encuestas, tanto las p¨²blicas como las que manejamos nosotros internamente, muestran esa tendencia negativa y por supuesto, ese deterioro nos preocupa mucho, afecta a nuestras actuaciones¡±, admite un portavoz de la Casa del Rey. La Monarqu¨ªa reinstaurada en 1975 se fundament¨® exclusivamente en don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa, y la opini¨®n p¨²blica solo tom¨® como referencia su actuaci¨®n. Seg¨²n el diputado de IU Gaspar Llamazares, el problema reside en lo que fue considerado una virtud clave: el juancarlismo. ¡°El Rey era el activo de la Corona, ahora que ya no lo es se convierte en lastre por desgaste de su imagen personal y la p¨¦rdida galopante de prestigio¡±, explica.
La naturaleza y la biolog¨ªa cumplieron su inexorable funci¨®n y las fotos de la familia real incluyeron cada vez a m¨¢s miembros, lo que ampliaba el margen de error y la exposici¨®n. Con los a?os, se han ido cayendo caras de esas fotos (Jaime de Marichalar, I?aki Urdangarin y la infanta Cristina), hasta el punto de que en la web oficial de Casa del Rey no hay ahora imagen de grupo alguna en la pesta?a de familia real.
Para el expresidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, pese a todo, la Monarqu¨ªa es una instituci¨®n consolidada. ¡°Las grandes democracias, las sociedades democr¨¢ticas avanzadas, son aquellas que han sabido consolidar sus instituciones, las m¨¢s relevantes para la democracia misma. Y en Espa?a la Monarqu¨ªa lo es. En nuestra memoria a¨²n reciente est¨¢ el papel desempe?ado por el Rey en la reconciliaci¨®n, en el impulso de la Transici¨®n, en la elaboraci¨®n y aprobaci¨®n de una Constituci¨®n que garantiza los principios del Estado de derecho, en la propia salvaguarda de esa democracia reci¨¦n conquistada frente a la amenaza que supuso el golpe del 23-F. Est¨¢ tambi¨¦n el aprecio e identificaci¨®n exterior de la Espa?a democr¨¢tica con la figura del Rey¡±, asegura Zapatero a este peri¨®dico.
¡°Por eso, creo que la democracia parlamentaria espa?ola est¨¢ tan ligada a la Monarqu¨ªa, y en concreto a la trayectoria de Juan Carlos I, como la propia Monarqu¨ªa a aquella. En su origen, en el fundamento de su legitimidad y en su respectivo desarrollo futuro. Sabemos, asimismo, que esas democracias m¨¢s avanzadas son las que sirven a sociedades abiertas, cr¨ªticas y autocr¨ªticas, con voluntad de cambio y de perfeccionamiento. Esta tarea, la de mejorar la democracia y nuestras instituciones, debe estar igualmente presente en nuestro debate colectivo (aunque no me corresponda a m¨ª ya participar en ¨¦l en primera l¨ªnea)¡±, dice el expresidente. Ese activo del 23-F y su contribuci¨®n a la llegada de la democracia han dejado de ser importantes para una mayor¨ªa de espa?oles, seg¨²n la soci¨®loga Bel¨¦n Barreiro, expresidenta del CIS.
Barreiro explica que hay ya varias generaciones de espa?oles que nacieron en democracia y no valoran ese activo. ¡°La Monarqu¨ªa es una instituci¨®n no democr¨¢tica, y por eso precisa de un refuerzo que le daba esa gesti¨®n del Rey. El problema es que ahora ya no existe ese refuerzo y la Monarqu¨ªa pierde apoyo sobre todo entre los j¨®venes, porque el Rey no tiene episodios a los que agarrarse¡±, a?ade.
Para esa generaci¨®n, la imagen del Rey es la del ¡°lo siento mucho, me he equivocado¡±, la caza de elefantes, el caso Corinna y la pasarela de los juzgados de Palma de Mallorca. Barreiro sostiene que ¡°el Rey no da m¨¢s de s¨ª, y ser¨ªa adecuado preparar el relevo. Deja buen recuerdo, pero corre el riesgo de echarse a perder¡±. En su opini¨®n, el Pr¨ªncipe est¨¢ bien valorado en las encuestas; por eso ser¨ªa conveniente hacer coincidir el relevo con ¡°una inyecci¨®n de transparencia y cambios legales¡±.
En lo pol¨ªtico, el Rey cuenta con el respaldo de los dos grandes partidos, que han gobernado con ¨¦l, aunque comparten la preocupaci¨®n. Sobre ambos se imponen el sentido de Estado, el sentido pr¨¢ctico y, en algunos casos, la convicci¨®n mon¨¢rquica. ¡°Muy directamente, puedo referir la experiencia de mi relaci¨®n con la Corona mientras ocup¨¦ la presidencia del Gobierno. Y quiero ser muy claro: siempre constat¨¦ el compromiso del Rey con su responsabilidad de actuar como factor de integraci¨®n, as¨ª como de apoyo a las instituciones democr¨¢ticas, en concreto de apoyo al Gobierno en la defensa del inter¨¦s general de Espa?a. No s¨¦ si es muy habitual en el comportamiento de los monarcas, pero yo adem¨¢s puedo decir que siempre sent¨ª su cercan¨ªa, disponibilidad y est¨ªmulo personales en los momentos m¨¢s delicados o ante los desaf¨ªos m¨¢s dif¨ªciles para nuestro pa¨ªs. Por cierto, esta misma actitud tambi¨¦n la vi en el Pr¨ªncipe¡±, asegura Zapatero.
El PSOE tiene un ideario de m¨¢ximos y unas bases republicanas, pero se impone la defensa de la Constituci¨®n y el sentido pr¨¢ctico para defender la monarqu¨ªa. Alfredo P¨¦rez Rubalcaba suele asegurar que lo que sostiene a la Monarqu¨ªa es el PSOE. Es decir, que si este partido revisara su posici¨®n sobre el jefe del Estado, se har¨ªa muy dif¨ªcil su mantenimiento. La conferencia pol¨ªtica que celebrar¨¢ en septiembre para hacer su programa y que prepara Ram¨®n J¨¢uregui no tiene previsto debatir sobre este asunto. ¡°No contemplamos la alteraci¨®n de la arquitectura institucional del Estado, aunque podr¨ªa haber enmiendas de compa?eros en l¨ªnea con el ideario republicano tradicional que hagan inevitable el debate, pero no lo alentaremos¡±, dice J¨¢uregui. Explica que la idea de pacto constitucional, con la Monarqu¨ªa como garant¨ªa de estabilidad, ¡°no es el pasado, sino que est¨¢ presente y no conviene removerlo¡±. En su opini¨®n, la elecci¨®n de un jefe de Estado partidario no garantizar¨ªa esa estabilidad y consenso, y menos en un momento de desafecci¨®n de la pol¨ªtica. ¡°Hay que llamar a la prudencia para no abrir la puerta a que todo pueda revisarse¡±, a?ade. El PSOE vive en el equilibrio entre el apoyo oficial al Rey y la presi¨®n de unas bases mayoritariamente republicanas. Las Juventudes Socialistas empujan hacia el ideario republicano, pero nunca logran que el debate llegue a los congresos del partido. El asunto es tan sensible que se abrieron grietas cuando el l¨ªder del PSC, Pere Navarro, pidi¨® p¨²blicamente la abdicaci¨®n.
Esa posici¨®n de ¡°responsabilidad¡± es mayor en el Gobierno del PP. Un miembro del Ejecutivo explica que son conscientes de la situaci¨®n, agravada por el hecho de que la mala salud del Rey le impide ejercer como embajador en otros pa¨ªses o participar en actos oficiales. En su agenda se han acumulado actividades aplazadas que incluyen entrega de cartas credenciales de nuevos embajadores o inauguraciones, ente otras.
Ese miembro del Gobierno explica que la Corona es una instituci¨®n especial y cualquier paso ser¨¢ siempre a instancias del Rey. Por supuesto no contemplan ning¨²n escenario que no sea la Monarqu¨ªa, entre otras cosas porque dicen que tendr¨ªa un efecto demoledor en el exterior y abrir¨ªa un abismo en el que habr¨ªa que disolver las Cortes, convocar un refer¨¦ndum e iniciar un periodo de inestabilidad. Esos miedos y el p¨¢nico al debate sobre la Monarqu¨ªa frenaron a Zapatero de seguir con la reforma de la Constituci¨®n para eliminar la anacr¨®nica prevalencia machista de la sucesi¨®n. La iniciativa acab¨® en un caj¨®n tras pasar por el Consejo de Estado.
La abdicaci¨®n, siempre seg¨²n ese ministro, es decisi¨®n exclusiva y personal del Rey, aunque como opci¨®n se abre paso en muchos ambientes, incluido el Gobierno. No se ha desarrollado el art¨ªculo 57 de la Constituci¨®n, que prev¨¦ una ley org¨¢nica para regular la sucesi¨®n, pero seg¨²n esta fuente si el Rey quisiera abdicar los dos grandes partidos tardar¨ªan una semana en aprobar la norma, como hicieron en 2011 con la reforma constitucional exigida por la UE sobre el d¨¦ficit.
En ese equilibrio entre la iniciativa del Rey y la actuaci¨®n del Gobierno siempre hay una gesti¨®n extremadamente discreta. Por ejemplo, en la supervisi¨®n de los discursos del Monarca, sobre los que La Moncloa interviene a veces notablemente, como este a?o en el de Navidad. Esta posici¨®n de preservar la estabilidad de la Corona la mantiene Benigno Pend¨¢s, director del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales, dependiente de La Moncloa: ¡°La Corona es la clave de b¨®veda de nuestro sistema constitucional. Es s¨ªmbolo de unidad y permanencia del Estado, pero tambi¨¦n de la naci¨®n. El Rey ejerce una funci¨®n imposible de definir en t¨¦rminos jur¨ªdicos, pero determinante en el equilibrio pol¨ªtico de las instituciones. Para quienes creemos en la Espa?a constitucional, la imagen de la m¨¢s alta magistratura del Estado es garante de una democracia que nos sit¨²a en el ¨²nico lugar posible para una sociedad civilizada del siglo XXI. La monarqu¨ªa como forma de gobierno es un ¨¦xito en pa¨ªses tan avanzados socialmente como Suecia, Noruega o Dinamarca y en democracias de larga tradici¨®n como Reino Unido¡±.
¡°La sociedad espa?ola debe expresar la madurez que nos ha permitido superar tiempos convulsos. El Estado de derecho funciona en el caso N¨®os y ampara la presunci¨®n de inocencia y el derecho a la defensa. La fortaleza de las instituciones al margen de las personas es una se?a de identidad de una sociedad capaz de sobrevivir a tormentas pasajeras. El balance es m¨¢s que favorable. Todo un ¨¦xito, si recordamos una historia plagada de exclusiones, venganzas y conflictos¡±, asegura Pend¨¢s, asesor del Gobierno. Explica que ¡°es tiempo de sosiego y no de ruido artificial al servicio de intereses a veces espurios. La responsabilidad nos incumbe a todos, porque nadie vendr¨¢ en nuestra ayuda si dejamos que prenda la mecha del populismo¡±.
Otros, como Llamazares, aseguran que es inevitable el debate sobre la monarqu¨ªa. En su opini¨®n, en el peor de los casos son precisos cambios como para dar ¡°transparencia y llevar a la instituci¨®n el laicismo y el republicanismo, aunque parezca una contradicci¨®n, y la aplicaci¨®n de la tesis de Lampedusa de que todo cambie para que todo siga igual¡±.
La pregunta es si es posible modernizar o mejorar la imagen de la Corona. Se intent¨® con escaso nivel de ¨¦xito con gestos y pasos como la transparencia del presupuesto, la web, el pol¨¦mico blog del Rey sobre Catalu?a y la entrevista con Jes¨²s Hermida en TVE. Ahora se buscan otras soluciones. En el marco legal hay margen de maniobra porque, seg¨²n los constitucionalistas, la Ley Fundamental fue fruto de la cesi¨®n voluntaria de poder por parte del Rey, por lo que se mantuvo el privilegio de la imputabilidad y la opacidad de su presupuesto, sin control externo alguno.
Un portavoz de la Casa del Rey asegura que La Zarzuela ha tomado algunas medidas para intentar frenar ese deterioro, como la publicaci¨®n de sus cuentas por primera vez en 2011 o la llamada del jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, a la vicepresidenta, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, hace dos meses para pedir ser incluidos en la Ley de Transparencia. Desde entonces, indican, se han reunido media docena de veces con el Ejecutivo para debatir la f¨®rmula. Tras consultar los modelos existentes en otras monarqu¨ªas europeas e intercambiar varios documentos, han cerrado pr¨¢cticamente una propuesta, que ahora debe ser presentada como enmienda a la ley y debatida por los grupos. Fuentes de La Zarzuela, consciente de que una incorporaci¨®n descafeinada a la ley podr¨ªa ser peor, insisten en que habr¨¢ ¡°pocas limitaciones¡±. Se?alan que ya el anterior jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza, manifest¨® hace m¨¢s de dos a?os la necesidad de abrir la instituci¨®n a una mayor transparencia para adaptarse a los tiempos y aseguran que en el futuro van a seguir haciendo esfuerzos en ese sentido.
Jos¨¦ Luis Ayll¨®n, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, afirma que la transparencia de la Casa del Rey no puede ir m¨¢s lejos que la establecida para el Tribunal de Cuentas o el Constitucional en lo que se refiere a sus gastos. S¨ª se acepta que se incluya en la Ley de Transparencia el conocimiento de sus actividades y presupuestos globales.
Preguntado por la posibilidad de que se apruebe la ley org¨¢nica de desarrollo de la Constituci¨®n sobre la Corona, Ayll¨®n asegura contundente: ¡°No. Jam¨¢s he o¨ªdo hablar de eso o que alguien se lo plantee¡±. Tampoco hay posibilidad de control parlamentario de la Casa del Rey. Seg¨²n explica estos d¨ªas Jes¨²s Posada, presidente del Congreso, solo se pueden tramitar preguntas dirigidas al Gobierno, y por eso es habitual que se rechacen o se obligue a reformular cuestiones planteadas por la oposici¨®n sobre la Corona.
La transparencia ni siquiera se produce sin esperar reformas legales. As¨ª, una semana despu¨¦s de que se publicara la noticia, La Zarzuela no ha aclarado a¨²n si el Rey mantiene una cuenta en Suiza como consecuencia de la herencia que recibi¨® de su padre.
El citado miembro del Gobierno explica que lo que m¨¢s da?o hace es la imagen de chantaje de un imputado en el caso Urdangar¨ªn y la sombra de la sospecha. Y un diplom¨¢tico de una embajada europea en Madrid corrobora que, precisamente, el de la Monarqu¨ªa espa?ola es el asunto de nuestro pa¨ªs que m¨¢s atenci¨®n requiere de su Gobierno. Es lo que el Ejecutivo llama el efecto en la marca Espa?a del desgaste de materiales.
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