La ¡®ola asesina¡¯ que rompi¨® el ¡®Prestige¡¯
Los abogados del capit¨¢n y del armador del petrolero afianzan en el juicio de la cat¨¢strofe la teor¨ªa de que una ola gigante caus¨® el siniestro
Una ola gigantesca, extrema. O en la versi¨®n inglesa tambi¨¦n denominada anormal (freak o rogue wave), monstruo o incluso asesina. Son m¨²ltiples los calificativos oficiales del muy estudiado ¡°fen¨®meno extraordinario¡± que, en palabras del capit¨¢n del Prestige, Apostolos Mangouras, pudo provocar hace m¨¢s de una d¨¦cada el accidente del petrolero cuando navegaba en alta mar frente a Galicia. La teor¨ªa de la ola gigante, una leyenda mar¨ªtima durante siglos que ahora ya se considera probada cient¨ªficamente ¡ªsiguen las investigaciones para documentarla¡ª, va y viene durante las largas sesiones del juicio de la cat¨¢strofe, que enfila ya su quinto mes en la Audiencia Provincial de A Coru?a.
Est¨¢ en juego qui¨¦n pagar¨¢ la factura del desastre, cifrada en 4.200 millones
Fue Mangouras, principal acusado, el primero en sacarse de la manga al arrancar la vista oral en noviembre pasado esta posibilidad que nadie hab¨ªa mentado en diez a?os de laboriosa investigaci¨®n de la causa, la mayor por delito ambiental jam¨¢s instruida en Espa?a. Su abogado, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa, y los del armador del viejo barco no escatiman en medios para tratar de demostrar ante el tribunal la probabilidad de una hip¨®tesis que, por el contrario, la Fiscal¨ªa y la Abogac¨ªa del Estado se esfuerzan en restarle cualquier credibilidad o congruencia. Incluso recurren a comentarios que rayan en la mofa cuando se cita esa teor¨ªa de una ola gigante y espont¨¢nea que puede alcanzar entre 12 a 15 metros de altura. Escasamente probable tambi¨¦n lo es para muchos de los expertos que desfilan ante el tribunal en calidad de peritos.
Espa?a, que es a la vez demandante y acusada en este proceso a trav¨¦s del exdirector general de Marina Mercante Jos¨¦ Lu¨ªs L¨®pez-Sors, quiere evitar a toda costa una sentencia que apunte a una causa natural, relativamente frecuente en alta mar, el origen de un siniestro mar¨ªtimo que deriv¨® en cat¨¢strofe, ti?endo de fuel 1.600 kil¨®metros de litoral gallego, cant¨¢brico y parte del franc¨¦s. Toda la estrategia del fiscal y los abogados del Estado se centra en cargar toda la responsabilidad en el entramado empresarial del Prestige por fletar un viejo petrolero monocasco de 26 a?os, que se lleg¨® a calificar de ¡°chatarra flotante¡±, para transportar 77.000 toneladas de fuel muy contaminante. En juego est¨¢ qui¨¦n pagar¨¢ la factura de la cat¨¢strofe, cifrada por el fiscal en m¨¢s de 4.200 millones de euros.
El Estado quiere evitar una sentencia que apunte a una causa natural
Las olas gigantes no tienen que ver con un tsunami o maremoto, originados estos por movimientos s¨ªsmicos. Llamadas tambi¨¦n olas vagabundas, son como esos elefantes solitarios que al apartarse de la manada se vuelven peligrosos. Dejaron de ser una leyenda, a la que se atribuy¨® en varios siglos la desaparici¨®n o naufragio de decenas de barcos, a partir de 1995, cuando se obtuvo en la plataforma petrol¨ªfera Draupner, en el Mar del Norte, una rigurosa medici¨®n cient¨ªfica de una de esas ondas espont¨¢neas del oc¨¦ano de proporciones gigantescas. Un a?o despu¨¦s del Prestige, la Agencia Espacial Europea incluso consigui¨® una de las raras im¨¢genes que existen sobre este fen¨®meno.
Nadie discute que aquel 13 de noviembre de 2002 arreciaba un tremendo temporal en las costas gallegas. El mar estaba enfurecido cuando, tras o¨ªr un fuerte estruendo que casi de inmediato escor¨® el viejo petrolero, su capit¨¢n lanz¨® la llamada de socorro. ¡°El barco se hab¨ªa convertido en un mar¡±, afirm¨® Mangouras en el juicio. Aunque sin gran convicci¨®n, el anciano marino griego cit¨® como posibles causantes del golpe un contenedor, un tronco, incluso un submarino o ¡°olas de tama?o inusual¡±. Fue el primer oficial, tambi¨¦n acusado aunque en paradero desconocido, quien le habl¨® de una ¡°ola gigante¡±, declar¨®. M¨¢s descriptivo fue el tambi¨¦n imputado jefe de m¨¢quinas, Nikolaos Argyropoulos: ¡°Surqu¨¦ todos los mares y jam¨¢s hab¨ªa visto algo as¨ª¡±. No dijo nada hasta sentarse en el banquillo de los acusados, diez a?os despu¨¦s, por estar en ¡°estado de choque¡± tras el siniestro.
¡°Surqu¨¦ todos los mares y jam¨¢s vi algo as¨ª¡±, declar¨® el jefe de m¨¢quinas
¡°Son fen¨®menos extraordinarios, m¨¢s frecuentes de lo que se pensaba¡±, explic¨® ante el tribunal, a propuesta del abogado de Mangouras, uno de los mayores expertos oceanogr¨¢ficos en la materia, el estadounidense Alfred Osborne. Calcula que esa hipot¨¦tica ola asesina que golpe¨® el Prestige pudo alcanzar los 16 metros de altura. Entre 12 y 14 metros, de acuerdo con datos de la boca de cabo Silleiro, seg¨²n corrobor¨® en el juicio otro especialista, el brit¨¢nico Nigel Barltrop.
El mar, aquel d¨ªa, ten¨ªa olas ¡°muy peraltadas¡±, es decir, de gran inclinaci¨®n. Y la que supuestamente provoc¨® un boquete en el casco del Prestige fue ¡°brutal¡±, asegur¨® este ingeniero naval. ¡°Fue como si recibiera el impacto de 36 camiones de 40 toneladas cada uno¡±, describi¨® durante el juicio, gr¨¢fico en mano. La altura, seg¨²n sus c¨¢lculos, fue equivalente a la de nueve de esos pesados veh¨ªculos apilados uno encima de otro. Testimonio gr¨¢fico no hay, claro est¨¢. Apenas se lograron un par de fotos de olas gigantes en el medio siglo de sesudas investigaciones cient¨ªficas que se lanzaron en todos los mares del mundo para tratar de probar esas asesinas olas a las que marinos achacaron el haber engullido m¨¢s de 200 barcos. Unas olas que constituyen, seg¨²n los expertos, una amenaza real para los de gran tonelaje, como el Prestige, pesados transatl¨¢nticos te¨®ricamente menos vulnerables ante las embestidas del mar. M¨¢s de una decena de buques fueron, seg¨²n las investigaciones oficiales, v¨ªctimas de esas asesinas de los oc¨¦anos en este siglo XXI. Algunos fueron engullidos y desaparecieron sin dejar rastro.
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