43 muertos, 6 a?os, 0 responsables
Las v¨ªctimas del accidente de metro m¨¢s grave de Espa?a exigen al presidente valenciano, Alberto Fabra, que reabra la investigaci¨®n y asuma responsabilidades por la tragedia
Han pasado m¨¢s de seis a?os y la sensaci¨®n de rabia e impotencia no ha disminuido un ¨¢pice. ¡°No nos cansaremos hasta averiguar la verdad¡±, repite Beatriz Garrote, portavoz de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Metro 3 de Julio. El tercer d¨ªa de cada mes desde aquel tr¨¢gico julio de 2006 guardan cinco minutos de silencio en recuerdo de los 43 pasajeros fallecidos y los 47 heridos en el accidente de metro m¨¢s grave de Espa?a. Nunca han entendido c¨®mo, con tantas v¨ªctimas, el accidente de Valencia se cerr¨® con un simulacro de comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria, un archivo judicial de la investigaci¨®n penal y cero responsables pol¨ªticos de la tragedia.
Despu¨¦s de a?os de ostracismo institucional ¡ªel presidente valenciano Francisco Camps nunca los recibi¨®¡ª y de invisibilidad social, la emisi¨®n el pasado 28 de abril del programa de televisi¨®n Salvados, que su presentador, Jordi ?vole, dedic¨® monogr¨¢ficamente al accidente, ha catapultado el caso a toda Espa?a. Las redes sociales han hecho el resto.
El suceso se ha mantenido vivo por la tenacidad de la asociaci¨®n de familiares y el aliento de algunos (pocos) medios de comunicaci¨®n y de un pu?ado de colectivos sociales. Pero los a?os de silencio han sido duros, reconoce Beatriz Garrote. Ahora est¨¢n ilusionados. Han colgado en la plataforma de Internet change.org una petici¨®n al presidente valenciano, Alberto Fabra, para que emprenda ¡°una investigaci¨®n veraz¡± del accidente. En pocos d¨ªas ha recibido la adhesi¨®n de m¨¢s de 70.000 ciudadanos, y a la concentraci¨®n del pasado viernes 3 de mayo se sumaron cientos de personas.
Recordar la tragedia y lo que sucedi¨® despu¨¦s les duele. Pasaban unos minutos de la una de la tarde de aquel 3 de julio de 2006 cuando un convoy de la l¨ªnea 1 del metro de Valencia, la m¨¢s obsoleta y necesitada de inversiones de la red, descarril¨® en una curva entre las c¨¦ntricas estaciones de Plaza Espa?a y Jes¨²s, un tramo subterr¨¢neo cuya peligrosidad hab¨ªa sido advertida a?os antes por los sindicatos de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), la empresa p¨²blica que explota el servicio.
Los familiares a Fabra: ¡°Tiene la capacidad de devolver la dignidad a la instituci¨®n, que la aproveche¡±
Valencia, una autonom¨ªa que el PP gobernaba (y a¨²n gobierna) con mayor¨ªa absoluta, era la capital espa?ola del fasto y el gran evento, con las regatas de la Copa del Am¨¦rica a punto de celebrarse y la visita del Papa a la vuelta de la esquina. El accidente se produjo cinco d¨ªas antes de la llegada de Benedicto XVI, y la Generalitat temi¨® en un primer momento un atentado terrorista. Superado el desconcierto inicial, la hip¨®tesis que cobr¨® fuerza fue el exceso de velocidad. El tren enfil¨® la curva a 80 kil¨®metros por hora cuando una simple baliza de 3.000 euros lo hubiese podido frenar. El conductor muri¨®, y con ¨¦l, el testimonio clave de lo que pas¨®.
La escena que encontraron los servicios de rescate fue dantesca. Recuerda uno de los bomberos que cuando lleg¨® el aviso pens¨® que un descarrilamiento con posibles heridos no merec¨ªa tanto despliegue. Pero luego comprendi¨®: un vag¨®n volcado, otro sin apenas da?o visible y una v¨ªa plagada de cuerpos destrozados. ¡°Nos encontramos un campo de cad¨¢veres. Casi todos los muertos estaban fuera del vag¨®n¡±, rememoraba en este diario.
La empresa FGV y la Generalitat se emplearon a fondo desde entonces para reducir el suceso a un hecho fortuito, imputable a un error humano. Todo se hil¨® con celeridad. El Gobierno valenciano anunci¨® en horas un adelanto de hasta 60.000 euros de la indemnizaci¨®n a los heridos y familiares de los fallecidos. Juan Cotino, entonces consejero de Camps y ahora presidente del Parlamento valenciano, visit¨® entre julio y octubre a familiares de v¨ªctimas de la localidad de Torrent ¡ªresidencia de muchos de los fallecidos¡ª para brindarles su apoyo y veladamente ofrecerles empleo e interesarse por si pensaban denunciar a FGV, seg¨²n han revelado varios.
La comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria que el PP acept¨® a rega?adientes pasa por ser una de las m¨¢s r¨¢pidas del parlamentarismo espa?ol. No dur¨® meses ni semanas, sino d¨ªas, y los populares hicieron valer su mayor¨ªa para vetar comparecencias solicitadas por los grupos de la oposici¨®n. La instrucci¨®n judicial se centr¨® en el exceso de velocidad y al final se archiv¨® sin responsabilidades penales. Nadie, ni del escal¨®n t¨¦cnico ni pol¨ªtico, asumi¨® responsabilidad. Alberto Fabra recibi¨® a la asociaci¨®n de v¨ªctimas reci¨¦n llegado a la presidencia, en 2011, pero se aferr¨® al archivo judicial. Y de nuevo, silencio y olvido.
El duro aterrizaje de la Comunidad Valenciana tras la ¨¦poca feliz de los grandes eventos ha abierto los ojos a muchos, opina Garrote. En un a?o se ha conocido que FFG contrat¨® a la consultora HM&Sanchis para preparar los testimonios de los t¨¦cnicos que comparecieron en la comisi¨®n parlamentaria, las supuestas ofertas de empleo de Cotino a familiares de las v¨ªctimas y datos del accidente que se desconoc¨ªan o pasaron inadvertidos. El suceso que Francisco Camps crey¨® enterrado no lo est¨¢.
Ahora Francisco Camps ya no es presidente; el consejero de Infraestructuras cuando sucedi¨® el accidente, Jos¨¦ Ram¨®n Garc¨ªa Ant¨®n, ha fallecido, y la gerente de FGV, Marisa Gracia, sali¨® del cargo por la puerta de atr¨¢s hace unos meses, imputada por la adjudicaci¨®n supuestamente irregular de contratos. Garrote reconoce la dificultad de reabrir la v¨ªa penal, pero entiende que el Gobierno valenciano mantiene una deuda pol¨ªtica y moral con las v¨ªctimas y sus familiares. ¡°?Qu¨¦ tenemos que decirle a Fabra? Que tiene la capacidad de devolver la dignidad a la instituci¨®n, que la aproveche¡±, concluye Beatriz Garrote.
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